Juan Muñoz. El observador ausente

Aterriza en España tras su paso por Londres, donde estas esculturas llenaron de misterio hace unos meses la Tate Modern, siete años después de que la galería le encargara, dentro del programa “The Unilever series”, un proyecto para su Sala de Turbinas. Entonces, se enfrentó a un ambicioso montaje, con una espectacular puesta en escena, con el que el artista vio materializado buena parte del ideario sobre el que había estado trabajando a lo largo de su carrera. Lamentablemente, ese mismo año, en el verano de 2001, la escena artística contemporánea perdía a Juan Muñoz, considerado hoy, a pesar de su corta trayectoria, uno de los mayores talentos de la escultura contemporánea. La exposición que ahora se presenta recoge obras de todos los aspectos significativos en los que indagó y trabajó Juan Muñoz. De esta manera, estarán presentes sus famosas esculturas e instalaciones y unos 40 bocetos de la serie “Raincoat Drawings” (Dibujos-gabardina, llamados así por estar realizados en carboncillo blanco sobre tela ennegrecida de gabardina), sin dejar de lado su pasión literaria, cuya obra comprende ensayos y escritos sobre arte y arquitectura, sus piezas radiofónicas y sus colaboraciones con el compositor Gavin Bryars, el músico Alberto Iglesias, el afamado crítico de arte Adrian Searle o el escritor John Berger. Con todo esto, la comisaria de la muestra, Sheena Wagstaff quiere hacer notar la compleja y variada labor creativa que Juan Muñoz llevó a cabo, su erudición y su capacidad de innovación. En todo su trabajo se mantiene la constante de crear una tensión entre lo real y lo ficticio, entre presencia y ausencia y en cómo el individuo se comunica con su entorno. Sus piezas, en las que la escala también juega un papel determinante, representan, desde la sencillez más absoluta, complejos escenarios arquitectónicos en los que las figuras humanas transmiten un aislamiento casi enfermizo e invitan a una reflexión íntima, y a veces incluso dramática, sobre la identidad. Son figuras realizadas en bronce, terracota o resina, y mientras que al final de los años ochenta destacan las representaciones de enanos, bailarinas, apuntadores de teatro o muñecos de ventrílocuos, en la década siguiente sorprendería con sus conocidas Conversation pieces, en las que varias figuras -de tamaño un poco inferior al real y con base esférica o sin extremidades inferiores- son colocadas formando grupos. Con ellas el artista logra congelar momentos de intercambio de actitudes, gestos y miradas. Son la manifestación patente de la poesía que es capaz de transmitirnos el silencio. Siempre entusiasmado con el arte, sus primeros pasos profesionales estuvieron sin embargo vinculados al comisariado de exposiciones. Entre 1976 y 1978 estudió en la Central School of Art and Design de Londres, completando posteriormente su formación en otras escuelas británicas y norteamericanas, logrando además prestigiosas becas internacionales. Desde su primera exposición en Fernando Vijande, en 1984, hasta su última gran muestra en 2001, en el Metropolitan de Nueva York, su obra se ha expuesto y forma parte de los mejores centros de arte del mundo. Participó en Documenta IX (1992), en la Bienal de Venecia (durante sus ediciones de 1896 y 1993) y en 2000 fue galardonado con el Premio Nacional de Bellas Artes de España.

Juan Muñoz
Two Seated on the Wall, 2000
Colección privada. ©Juan Muñoz

Juan Muñoz
Towards the Shadow, 1998
Colección privada. ©Juan Muñoz

Juan Muñoz
Back Drawing, 1992
Colección privada. ©Juan Muñoz