Juan Baraja y lo olvidado en el tiempo

La Fundación Cerezales exhibe hasta noviembre varias de las series del fotógrafo

Cerezales del Condado,

La cámara, la espera, las luces y las sombras. Son las bases de cualquier proyecto fotográfico; los de Juan Baraja suelen dedicarse a lo que nos pasa desapercibido, lo olvidado, por eso no se aderezan con iluminaciones que busquen expresividad o con indicios narrativos, pistas de relatos o de imaginarios. El artista toledano se fija en los lugares silenciosos y ahora vacíos, dejados solos, y de ellos toma imágenes sin ningún atisbo de automatismo, recreándose en la contemplación lenta e intensa de lo que la mayoría ha dejado de mirar.

Hace unos meses, Baraja se sumó a nuestros Fichados y nos contó que, desde el inicio de su trayectoria, le interesó la representación de espacios y arquitecturas; a ellos se acerca sin prisas y observando minuciosamente, sugiriendo una inmovilidad que evoca los orígenes del medio fotográfico, cuando las cámaras pesaban (él carga con una de gran formato) y difícilmente captaban el movimiento. Lo subrayó Antonio Muñoz Molina: Juan Baraja es un fotógrafo meticuloso y sedentario que viaja sin prisa a lugares del mundo en los que descubre espacios y edificios que parecen llevar mucho tiempo esperando a que él los retrate, esperando con la paciencia de las cosas inmóviles.

Lo subrayó Antonio Muñoz Molina: Juan Baraja es un fotógrafo meticuloso y sedentario que viaja sin prisa a lugares del mundo en los que descubre espacios y edificios que parecen llevar mucho tiempo esperando a que él los retrate, esperando con la paciencia de las cosas inmóviles.

En suma, puebla su trabajo aquello que siempre ha estado ahí pero no nos hemos detenido a mirar: edificios que perdieron su función primera, naturalezas que favorecen la meditación; espacios apenas visitados que parecen, por esa razón, atemporales. En lo formal, sus imágenes vienen marcadas por el orden y la armonía, pero esa claridad en la composición, y el equilibrio en los colores, no vela del todo la presencia de tensiones: sus lugares y tiempos parecen fijos o puros a nuestra mirada porque han sido indultados del pathos. Asimismo, no recurre Baraja al blanco y negro para acentuar el poder sugestivo de la luz y tampoco atiende a lo macro y a las panorámicas, sino que se fija en la magia de la trastienda de lo grande.

Alfredo Puente, del Área Curatorial de la Fundación Cerezales, se refiere a estas obras como flores suicidas: otras categorías de la imagen de metabolismo reposado, apartadas de la producción y el consumo sistemático de cualquier tipo de imagen. Este fotógrafo trabaja conforme a un ritmo propio, evoca nostalgias que parecen desafiar nuestra constante rapidez y extrae escenarios de las sombras, recuperando para nuestra vista lo supuestamente intrascendente. Decía Henri Van Lier en Una Pequeña Historia de la Fotografía que la historia es oscura mientras que la memoria es luz.

Juan Baraja. Cerezales
Juan Baraja. Cerezales

Para esta muestra leonesa, se han seleccionado imágenes pertenecientes a sus proyectos Catedrales, Águas Livres, Sert-Miró, Cerezales, Experimento Banana, Norlandia, Utopie Abitative, Alzado de escalera, Hipódromo o A rapa, desarrollados en muy distintas geografías y a menudo carentes de presencia humana, desiertos. En Catedrales nos presenta industrias que conocimos prósperas y quedaron arruinadas (minas, cementeras, centrales térmicas); hoy es el polvo el que cuenta su historia; A Rapa muestra la parte escondida del ritual de la la rapa das bestas y Águas Livres, serie lisboeta, tiene como centro a un edificio concreto, El Bloco das Águas Livres construido en los cincuenta. Nos contó Baraja que se trata de un trabajo de composición y de abstracción en el que los planos de color, las texturas y las líneas hacen que perdamos de vista el referente fotografiado.

Experimento Banana, por su parte, se dedica a un proyecto agrícola de los cuarenta (Fotografíé el último cultivo de plátanos de Islandia, un invernadero ubicado en la Universidad de Horticultura del país, con una plantación de aproximadamente cien ejemplares que fueron donados por los agricultores después de comprobar la baja rentabilidad y la dificultad para cultivar plátanos en Islandia, en un intento de autosuficiencia). Y en Cerezales comenzó a trabajar en 2016, fotografiando los nuevos equipamientos para la Fundación de Alejandro Zaera; nos explicó sus planteamientos: Recubierto por una fina piel de madera de alerce tratada, la estructura de cinco naves se aparece como un gran camaleón que muta dependiendo de la intensidad, la dirección de la luz y de las condiciones meteorológicas, adaptándose a un entorno también cambiante.

Como no me interesaba el proceso constructivo, decidí fotografiar sólo algunos fragmentos del edificio. Trabajé con una cámara de gran formato que me permitía variar el punto de vista y así salvar cualquier indicio de obra que ocupaba normalmente el plano del suelo, lo que hizo posible fotografiar las zonas más altas que ya estaban prácticamente acabadas.

El resultado es una serie de diecinueve fotografías de gran formato que nos aproximan a un ejercicio de composición, de meditación y de observación sobre este edificio en particular. Es un acercamiento a los detalles constructivos y a los materiales, también a las formas y a los volúmenes más básicos de esta arquitectura; pero sobre todo es una aproximación a las relaciones que se establecen entre la arquitectura, la naturaleza y el ser humano.

En las imágenes de Baraja encontramos, además de fragmentos de lo que se olvidó, posicionamientos ante el mundo, modos de mirar. Apunta Puente que esas maneras de abordar sus motivos demandan una determinada forma de ocupar el espacio, una coreografía inmóvil.

 

Juan Baraja. “Olvidados del tiempo”

FUNDACIÓN CEREZALES ANTONINO Y CINIA

c/ Antonino Fernández, 76

Cerezales del Condado, León

Del 12 de julio al 22 de noviembre de 2020

 

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