Con motivo del año temático de la danza y en el marco de su programa La obra invitada, el Museo Nacional del Romanticismo nos ofrece hasta febrero la presentación temporal del retrato de la célebre bailaora gaditana Josefa Vargas que llevó a cabo Antonio María Esquivel en 1840 y que custodia la Fundación Casa de Alba en el Palacio de las Dueñas sevillano.
El ciclo La Obra Invitada, como sabéis, tiene como objetivo ahondar en el conocimiento y la divulgación del movimiento romántico ampliando los contenidos del depósito permanente de esta pinacoteca mediante la cesión transitoria de trabajos de otros museos y colecciones privadas, como en este caso.
Vargas fue una bailaora nacida en Cádiz en 1828 que, con solo seis años, había ya alcanzado fama en saraos y fiestas andaluces. Con el tiempo se convertiría en una artista muy versátil y recorrió nuestro país, y también Europa, interpretando seguidillas y otras danzas de su tierra. Fue en el apogeo de su éxito cuando el pintor (sevillano) Antonio María Esquivel la retrató como la vemos, vestida con un traje bolero y en plena acción de baile.
A este autor se le considera el pintor más representativo del romanticismo hispalense y su propia vida guarda bastante relación con el espíritu de esa corriente: nació en una familia de linaje noble, pero conoció la precariedad material al fallecer su padre en la batalla de Bailén, en la Guerra de la Independencia.
Se formó, con el empeño materno, en la Academia de Bellas Artes sevillana y, con diecisiete años, se alistó en defensa de la Constitución y contra el absolutismo del duque de Angulema. Posteriormente, en la necesidad de trabajar más, se trasladó en 1831 a Madrid, donde se convertiría en Académico de mérito de la Real de San Fernando (1832), en colaborador artístico de El Siglo XIX y El Panorama y en miembro del Liceo Artístico y Literario (1837).
Al año siguiente, cuando le sonreía la suerte, regresó a Sevilla, donde perdió brevemente la vista, y más tarde volvió a la Villa y Corte, donde moriría tras llevar a cabo una extensa obra. El género del retrato, al que corresponde esta pieza, es esencial y definitorio en su producción, en la que buscó ilustrar la sociedad de su tiempo desde un enfoque histórico y afectivo. También abordó la pintura religiosa y, aunque menos fecundamente, la mitológica y la costumbrista.
Podéis completar, por cierto, vuestra visita al Museo Nacional del Romanticismo con la escucha de esta lista de Spotify dedicada a la danza bolera en el siglo XIX.
La obra invitada: “La bailaora Josefa Vargas”, de Antonio María Esquivel
MUSEO NACIONAL DEL ROMANTICISMO
c/ San Mateo, 13
Madrid
Del 23 de noviembre de 2021 al 27 de febrero de 2022
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