Un silencio llamado Sánchez Zabaleta

El MUREC muestra su obra de inspiración almeriense

Almería,

Cuenta Joseba Sánchez Zabaleta, nacido en el pueblo leonés de Cistierna en 1970, que su inclinación temprana por el dibujo tuvo que ver con su entorno más cercano: su padre era el artista de esa localidad, su madre maestra. Su primer premio de pintura -y hasta ahora único, circunstancia muy difícil de entender- lo obtuvo siendo niño; estudió Artes Aplicadas en Zaragoza y, desde ese momento, no ha dejado de pintar: primero en Hondarribia, donde abrió su primer taller a sus veinte años, y después eligiendo el campo en Castilla.

Autodidacta y solitario en su labor, y hoy residente en Gaucín, en la serranía de Ronda, continúa en su afán ahora mirando al sur: Frente al ventanal del estudio se extiende el mundo. Vivir entre las nubes me permite ver y observar las cosas con la distancia necesaria para poder explicarlas en mis pinturas. La huella, el tiempo cotidiano o la memoria son conceptos suficientes para trabajar toda una vida, y en esas estoy. En estos últimos años Almería ha sido también la fuente de algunas de sus composiciones y ahora es el Museo del Realismo Español Contemporáneo. MUREC, de cuya colección permanente forma parte, quien le dedica una exposición, “Almería. La tierra ausente”, tras las que ya le han brindado galerías de Madrid, Barcelona, Segovia, Ámsterdam o Toulouse.

Tan potente visualmente como marcadamente reflexiva, su obra suele ofrecernos espacios abandonados, interiores o exteriores, que alguien podría entender, a la luz de la actualidad, como distópicos, pero que no dejan de transmitir humanidad: las huellas de sus habitantes están presentes, aunque no podamos saber cuánto hace que se fueron. En ocasiones centra su atención en objetos cotidianos que convierte en el eje de poéticos bodegones y que parecen haber quedado, en sus telas, suspendidos en el tiempo; otras baña enclaves en ruinas de una luz muy característica; es un sello de la producción de Zabaleta el manejo de los grises y sus sombras suaves. Uno de sus referentes ha sido Antonio López, también presente en los fondos del MUREC junto a otros realistas madrileños.

Joseba Sánchez Zabaleta. Almadraba de Monteleva. Barca varada, 2021
Joseba Sánchez Zabaleta. Almadraba de Monteleva. Barca varada, 2021
Joseba Sánchez Zabaleta. Naturaleza muerta, 2024
Joseba Sánchez Zabaleta. Naturaleza muerta, 2024

La exhibición de este centro, que hoy se abre al público y ha sido comisariada por Juan Manuel Martín Robles, consta de dieciocho piezas de inspiración almeriense, en lo puramente físico y en las atmósferas que evocan. Integran una serie, llamada El olvido que nos habita, en la que, siempre desde esos postulados realistas, ha atendido a paisajes, construcciones abandonadas y, nuevamente, objetos cotidianos convertidos en manifestaciones del tempus fugit, de lo perecedero de casi todas las materias y del silencio y la quietud que termina envolviendo lo que pudo ser antes bullicioso. Sus creaciones continúan sugiriendo desolación, ausencia y pausa.

No es de extrañar que uno de los paisajes elegidos por el artista para trabajar fuese, dentro de la provincia de Almería, el Cabo de Gata: un lugar donde es posible escuchar solamente el mar, fijarse en los efectos del paso de las estaciones sobre la tierra, en una vegetación nunca exuberante o en construcciones deshabitadas. En los últimos años, este autor parece haber buscado trasladarnos reflexiones sobre el sentido y las implicaciones de habitar un espacio, en una dimensión filosófica que trascienda la únicamente material. Es posible apreciar sus escenarios desde la estética y el simbolismo, atendiendo a la importancia que concedemos a la pertenencia y el arraigo como necesidades básicas, tanto como la de un techo en su acepción física.

Joseba Sánchez Zabaleta. Escalera al mar, 2021
Joseba Sánchez Zabaleta. Escalera al mar, 2021

En Iglesia varada (2022) o Salinas. Lonja a las cinco de la tarde (2022), Zabaleta parece acentuar lo potencialmente simbólico en los paisajes o la memoria que puede poseer la arquitectura, mientras que en El silencio lo será todo en nuestro olvido (2024), Naturaleza muerta (2024) o Rosas para Isabel (2021) se hace evidente que los motivos temáticos son herramientas para tratar de conducirnos hacia lo que queda más allá de lo visible y hacia el silencio, el no-sonido habitual de sus composiciones si las consideramos sinestésicas. No faltan sus ruinas como espacios vividos y enlace actual con el pasado (Muros de cortijo andaluz, 2021); alguno de los títulos de las imágenes da cuenta de los planteamientos de este artista sobre nuestros vínculos con el entorno, enalteciendo casi los efectos depuradores del paso del tiempo: ese El silencio lo será todo en nuestro olvido (2024).

Del mismo modo, en sus bodegones, equilibrados en el manejo de volúmenes y simetrías, caracterizados por el empleo de tonos tierra y el cuidado de las texturas, los enseres son más que utensilios: adquieren valor simbólico en relación con lo ausente, se hacen emblemas de nostalgia. La pintura de Sánchez Zabaleta nunca se ciñe a la descripción: No he pintado Almería tal como la vemos, sino tal como la he sentido: un lugar donde la ausencia se convierte en materia, donde los colores son extraídos de la vida que fue. En estas obras late un anhelo, una búsqueda que se pierde entre el polvo y la luz, como si Almería no fuera un territorio, sino un estado del alma.

Joseba Sánchez Zabaleta. Iglesia varada, 2022
Joseba Sánchez Zabaleta. Iglesia varada, 2022
Joseba Sánchez Zabaleta. Ruina de un cortijo andaluz, 2021
Joseba Sánchez Zabaleta. Ruina de un cortijo andaluz, 2021

 

 

“Joseba Sánchez Zabaleta. Almería, la tierra ausente”

MUSEO DEL REALISMO ESPAÑOL CONTEMPORÁNEO. MUREC

Paseo de San Luis, s/n

Almería

Del 31 de enero al 30 de marzo de 2025

 

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