Convocadas por la Fundación Helga de Alvear
Cáceres, hasta el 1 de febrero de 2013
Una de las cuestiones problemáticas, no del todo resuelta, en el horizonte cultural de nuestra época es la falta de comprensión, o incluso de rechazo, del arte de nuestro tiempo por segmentos diversos de público. Aunque es cierto que el problema se ha visto mitigado a partir de las creación de museos y plataformas institucionales dedicadas al arte moderno y contemporáneo, nada menos ya que desde los años veinte del siglo pasado, y también por la formación de grandes colecciones en la misma línea, entre las cuales la de la Fundación Helga de Alvear destaca por su calidad y coherencia, todavía sigue habiendo no pocas manifestaciones negativas, en algunas ocasiones alentadas desde medios de comunicación y otras plataformas de opinión.
Lo que a nadie se le ocurriría en referencia al cine o a la música popular, la negación de la vitalidad de lo nuevo, sigue planteándose respecto al arte. Esa situación podría caracterizarse como un “desajuste”, como el resultado de una articulación deficiente de los elementos educativos y de información que permiten el acceso al conocimiento y disfrute de las artes plásticas en el complejo entramado cultural de nuestra época.
Nuestra idea tradicional del arte se fue forjando a partir del Renacimiento y alcanzó su primera consolidación con los inicios de la cultura moderna europea, en el siglo dieciocho. Su núcleo es la consideración de un conjunto de prácticas y actividades humanas como tareas espirituales, frente al carácter meramente manual de la producción artesanal. Comienza entonces un proceso en el que la pintura y la escultura se equiparan con las artes del lenguaje y del sonido, y se sitúan jerárquicamente como puntos de referencia del obrar humano. Pero con el despliegue de la modernidad emergerá un factor que alterará, de forma irreversible y en profundidad, esa situación. Ese factor no es otro que el desarrollo de la técnica moderna. Desde el momento en que la vieja producción artesanal fue siendo sustituida por la tecnología, el arte fue progresivamente perdiendo su preeminencia espiritual y su exclusividad como tarea intelectual en el sistema de producción.
En realidad, como es obvio, la artesanía está lejos de ser algo meramente mecánico o repetitivo. Fue éste un tópico forjado en los siglos medievales y que se incrustaría en el sistema moderno de institucionalización y legitimación ideológica de las actividades humanas. Pero el desarrollo de la técnica supondría a la larga la inviabilidad de ese sistema. El arte quedaba “descentrado”, desplazado, confrontado con una situación en la que la actividad de ingenieros o urbanistas, por ejemplo, alcanzaba mayor incidencia social.
Se produjo el desarrollo de la industria, se formaron las grandes ciudades y se configuraron las sociedades de masas. Y en esa vía de profunda alteración del modo de vida de Europa y después de América, la técnica acabaría dando paso a una suerte de explosión estética en la que el arte vería aún más cuestionada su posición. Me refiero al desarrollo del diseño industrial, la publicidad y los medios de comunicación de masas. En ese universo, en el que hoy vivimos, los seres humanos reciben los estímulos estéticos más primarios y extensivos a través de esas vías no artísticas de experiencia estética. Además, el artista ya no puede reivindicar su destreza manual, su habilidad, como signo de su primacía en el reino de la imagen. La máquina, en todas sus dimensiones, habría liberado el proceso de la representación sensible de la posesión necesaria de esa destreza.
Inmerso en el universo global de la imagen, producido y determinado por las distintas modalidades de la tecnología, el arte de nuestro tiempo actúa a través de procesos de contraste y diferenciación de las imágenes, pero manteniendo, cuando alcanza cotas de calidad y coherencia estéticas, la misma exigencia en el cuestionamiento de la experiencia de la vida que identificamos en las grandes obras de la tradición clásica.
PROGRAMA
Viernes, 1 de febrero
17:00 horas
Presentación de las Jornadas
D. José Jiménez, Catedrático de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Autónoma de Madrid
Dña. Pilar Merino, Directora General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno de Extremadura
Dña. Helga de Alvear.
17:30 horas
¿Qué es una imagen?
José Jiménez
19:00 horas
El trabajo del artista
Carlos Garaicoa, Artista
20:30 horas
Turno de preguntas
Sábado, 2 de febrero
11:00 horas
Cartografía de lo global: memorias y lugares
Anna Maria Guash, Catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona y crítica de arte
12:30 horas
¿Puede el arte reparar la historia?
Jacinto Lageria, Profesor de Estética en la Universidad París-1, Panteón Sorbona, y crítico de arte
14:00 horas
Turno de preguntas y clausura de las jornadas
Tarifas:
– General: 25 euros
– Estudiantes: 10 euros
Para más información y boletín de inscripción:
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