Hasta el próximo 14 de enero, la galería barcelonesa Víctor Lope Arte Contemporáneo nos presenta “El filibustero”, la primera exposición individual en la capital catalana de Jorge Hernández, un pintor onubense de obra figurativa que se ha dejado seducir por el surrealismo y sus objetos descontextualizados y por el cine. En sus trabajos suele contarnos microrrelatos, historias condensadas que pueden suscitar en el espectador preguntas y emociones muy variadas. Hay quien los compara, por esa capacidad narrativa, con fotogramas fílmicos que pueden darnos pie a imaginar historias completas gracias a su cuidado del gesto de sus figuras y de la ilusión de movimiento.
Desde sus comienzos ha evolucionado constantemente su utilización del color: tras la viveza de sus tonos primarios iniciales derivó hacia el blanco y el negro para después caer en los monócromos y finalmente regresar a una paleta variada, aunque distinta a la de sus primeros pasos: ahora abundan en su producción los tonos pasteles.
El títlo elegido para esta exposición barcelonesa nos habla, en el fondo, de su proceso creativo y de la mencionada influencia del cine en su obra: del mismo modo que los filibusteros que en el s XVII recorrían las Antillas saqueando barcos, invadiendo territorios y acrecentando así su botín, él se inspira, a la hora de trabajar, en instantes tomados de su entorno y de su vida diaria; presta una atención constante a detalles que puedan revelarle capas insospechadas de las personalidades de cualquiera, de la condición humana, y uno de los mares donde pesca es el de las redes sociales: las instantáneas que allí ha encontrado le han servido para, previo camino de reflexión crítica, diseñar historias íntimas tan atractivas como desconcertantes. Esa confusión nace precisamente del enfrentarnos a narraciones, personas y objetos descontextualizados y sometidos a filtros cromáticos inesperados.
Aparentemente las narraciones de Hernández representan la pura ficción, aunque no es tan sencillo entenderlas así: nos transmiten mensajes y no son fruto de una mezcla sin procesar , sino que abundan los juegos de símbolos en los que el espectador debe participar.
Representado en Madrid por la Galería My Name´s Lolita Art, ha presentado también individuales en el Museo de Huelva, la Galería María Llanos de Cáceres o el Centro de las Artes de Sevilla, entre otros espacios.
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