Su fecha de nacimiento no está clara (entre fines de la década de 1830 y comienzos de la de 1840), pero sabemos que era irlandesa, de Limerick, y que dibujó y pintó, aunque nunca llegó a exponer su trabajo. Sí nos resulta, sin embargo, familiar su rostro, porque fue modelo para James Abbott McNeill Whistler y Gustave Courbet, dos de los artistas que marcaron los nuevos rumbos de la pintura en los últimos compases del siglo XIX; su rol en la consagración del americano lo explora ahora la Royal Academy of Art de Londres en la muestra “Whistler’s Woman in White: Joanna Hiffernan”, compuesta por cerca de setenta obras, entre pinturas, grabados o dibujos, junto a material documental.
Entre ellas contemplaremos casi todos los trabajos en los que Whistler retrató a Hiffernan: mantuvieron una relación tanto personal como profesional durante dos décadas y la producción resultante de esa colaboración se encuentra entre la más significativa, e influyente a largo plazo, de este autor. En buena medida los unió el azar: posiblemente Joanna y su familia se mudaron a Londres durante la Gran Hambruna que sacudió Irlanda entre 1845 y 1848, los fallos en sus cartas revelan que recibió una educación modesta y conoció al pintor en 1860, cuando ella solo tenía 17 años. Poco después, en 1861, iniciaron una relación que duraría seis años, etapa en la que Hiffernan protagonizó algunos de sus mejores lienzos.
Los Pennell, biógrafos y amigos de Whistler, alabaron su inteligencia tanto como su belleza, pero parece que la familia del artista no aprobó el noviazgo; hay que recordar que las modelos, sobre todo si eran solteras y especialmente si posaban desnudas, se consideraban entonces poco menos que prostitutas. Se cree, sin embargo, que Hiffernan solo colaboró con autores amigos, así que quizá esas objeciones tuvieran más que ver con la clase social que con el carácter personal de la que fue musa y también creadora.
Conocemos, en cualquier caso, que la joven acompañó a Whistler a Francia en el verano de 1861; que, en el invierno de 1861-1862 y en París, la retrató en Symphony in White, No. I: The White Girl, en un estudio en Boulevard des Batignolles y que en 1864-1865 volvió a aparecer en una nueva sinfonía (y habría aún una tercera): Symphony in White, No. 2: The Little White Girl. Es muy posible que por entonces conociera a Courbet, para quien, como dijimos, también posó más adelante (en obras como Le Sommeil).
En esos años sesenta también acudió junto al pintor americano a Trouville, o a sesiones de espiritismo en la casa de Rossetti en Chelsea, y en 1866 el de Lowell le concedió un poder notarial para actuar como agente en la venta de sus obras; para los marchantes era la Señora Abbot.
Finalizada su relación, Hiffernan ayudó a criar al hijo de Whistler, fruto de una aventura con una doncella (y el pintor haría testamento a su favor). Hay quien la situó hacia 1880 en Niza, vendiendo antigüedades.
Regresando a la muestra de la Royal Academy, esta se estructura en seis secciones temáticas y comienza introduciéndonos en el Londres de 1860 en el que ambos se conocieron, exhibiendo representaciones de la ciudad como Wapping (1860–1864), del mismo Whistler e imágenes de artistas británicos que retrataron a mujeres de blanco en varias formas arquetípicas, como aquel hizo tantas veces con Hiffernan; estas representaciones formaban parte de las tendencias de la época y entre ellas no falta la célebre Ecce Ancilla Domine! del propio Rossetti.
El apartado Symphonies in White se centra en las colaboraciones entre pintor y modelo en esos mismos años, exhibiéndose unidas (y rara vez ha ocurrido) las obras Symphony in White, No. I: The White Girl (1862), Symphony in White, No.II: The Little White Girl (1864) y Symphony in White, No. III (1865-1867), procedentes de la National Gallery de Washington, la Tate Britain y el Instituto Barber de Bellas Artes de la Universidad de Birmingham, respectivamente. En aquel periodo Whistler, también joven, estaba forjándose una alta reputación como uno de los artistas más innovadores de su generación.
La sección Whistler and Hiffernan: The Prints muestra, por su parte, las habilidades del primero como grabador, especialmente en sus imágenes exquisitamente matizadas de Hiffernan, y a continuación se explora la evidente huella del japonismo en su carrera, a través de piezas como Purple and Rose: The Lange Leizen of the Six Marks (1864), que ha llegado del Philadelphia Museum of Art y presenta a la irlandesa vestida con kimono y rodeada de objetos asiáticos que pertenecerían al pintor. Completan este apartado, justamente, artículos de porcelana del mismo Whistler y xilografías como Las orillas del río Sumida, del muy admirado en Europa Utagawa Hiroshige.
Courbet también se cuela en esta exhibición, y se confrontan las visiones de Trouville del francés y del americano, robustos los paisajes de mar del primero y sobrios y atmosféricos los del segundo; entre las imágenes que el autor realista dedicó a Hiffernan no falta aquí Jo, La Belle Irlandaise (1865-1866). Y se cierra el recorrido de la mano de creadores internacionales que se dejaron influir por Whistler en su tratamiento revolucionario de aquellas eternas y enigmáticas mujeres de blanco, como Millais (El sonámbulo), Klimt (Retrato de Hermine Gallia) y Andrée Karpelés (Symphonie en blanc).
“Whistler’s Woman in White: Joanna Hiffernan”
6 Burlington Gardens
Londres
Del 26 de febrero al 22 de mayo de 2022
