La creadora catalana exhibe en la galería barcelonesa Mas Art los resultados artísticos de sus estancias en Albarracín
Siguiendo la estela de Vladimir Nabokov, quien afirmó en sus memorias haber cazado mariposas en diversos climas y con diversos disfraces, Joana Cera pasó unos meses en Albarracín invitada por el programa Estancias Creativas de la Fundación Santa María. Allí ahondó en el universo de las mariposas, otorgándolas visibilidad a través de su trabajo y relacionando entomología y ontología, haciendo alusión a las cosas que sólo existen de verdad cuando alguien se ocupa de ellas.
Protagonizan el nuevo proyecto de la artista barcelonesa una mariposa de hábitos diurnos, de la especie Erebia zapateri, y una gran mariposa nocturna de color verde, conocida como Graellsia isabelae. La primera es la más famosa de la comarca turolense; de la segunda apenas se han ocupado los biólogos especializados. Cera construyó una Casa Crisálida en barro donde ambas especies convivieran como una pareja de opuestos que por un instante coinciden y que representan la dualidad del día y la noche, del exterior y del interior. Allí ambas mariposas volaron juntas en un espacio transformado en territorio Magritte, un territorio de ficción.
Joana Cera ha empleado en su producción múltiples registros: desde la fotografía y el vídeo hasta la escultura o el dibujo, dirigiendo su mirada hacia el valor simbólico de los materiales y a la reivindicación de lo artesanal. De la mano de la galería Mas Art, que entre el 24 de marzo y el 4 de mayo muestra “Ja no queda temps”, participó en ARCO en 2008.
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