Vicente Jarque
Una de las preocupaciones mayores de la obra de Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) es la que le ha llevado a jugar con la ambigüedad existente entre la realidad y la ficción, poniendo en cuestión la cualidad ilusionista que habitualmente se atribuye a la fotografía.
En este caso se trata de imágenes que parecen tomadas de un cielo estrellado. Son como constelaciones por trazar. Como su autor indica, “rinden tributo a la magnificencia del cosmos” y a su capacidad real y simbólica para brindarnos orientación en el mundo. Sin embargo, a despecho de lo que el espectador está viendo, esos puntos de luz no son sino “una ampliación de los mosquitos estrellados en el parabrisas” del coche del fotógrafo. La ironía apenas puede ser más evidente.
