La Galería Carles Taché presenta su segunda individual dedicada al artista barcelonés
Cultura e identidad popular, ironía, imaginación y subconsciente conforman la materia prima de la producción de Joan Brossa, poeta y artista barcelonés al que la Galería Carles Taché dedica hasta enero su segunda exposición individual (la primera, una retrospectiva, tuvo lugar en 1986).
La que ayer se inauguró, organizada en colaboración con la Fundación que lleva el nombre del artista, está centrada en dos ejes clave de la obra de Brossa: los poemas objeto y los poemas visuales que comenzó a desarrollar en la década de los cuarenta. En ellos volcó su visión del universo objetual, lingüístico y literario y también dejó entrever su fascinación por el mundo de la magia y prestidigitación.
Mientras los poemas objeto se basan en la combinación inesperada de objetos y son caldo de cultivo de sugerentes asociaciones de ideas (a veces favorecidas por títulos siempre perspicaces y nunca inocentes), sus poemas visuales aparecen en formatos directos e íntimos, como papeles y cuadernos. Se caracterizan por una austera economía de medios, pero letras, signos, logotipos y palabras desvelan un lenguaje artístico fabricado a partir de lo esencial.
Entre las obras expuestas en Carles Taché, encontraremos Artrista, segunda versión de la pieza que se exhibió en la primera gran exposición de Brossa en la Fundació Miró en 1986, y que asocia un caballete de pintor con una corona de flores; S/T, también fechada en 1986, que incorpora medallas a una tradicional pandereta; Escurreplatos (1986), Escena (1986) o Neorrealismo (1993), un conjunto de 17 espejos de medidas y marcos variables que sólo se han expuesto en esta misma galería.
Al inicio de la muestra, podremos consultar libros y catálogos sobre la obra de Brossa, algunos de ellos agotados y muy difíciles de encontrar.