Javier Codesal. Ponte el cuerpo
MUSAC Avenida de los Reyes Leoneses, 24 24008 León Del 18 de abril al 6 de septiembre de 2015
Seis años después de su mayor antología hasta la fecha, que en 2009 presentó La Virreina barcelonesa, el pasado 18 de abril, el MUSAC abrió el público “Ponte el cuerpo”, otra retrospectiva dedicada a Javier Codesal que ha sido comisariada por Manuel Olveira y que se centra en una vertiente esencial de su larga trayectoria: el tratamiento prestado al asunto del cuerpo.
Podemos entender su trabajo como parte de una de las dos tendencias esenciales de la imagen en movimiento en la cultura actual: la que no se relaciona con los medios de comunicación de masas y el espectáculo sino con la tradición del folclore y la antropología. El creador oscense, cuya obra comenzó a alcanzar reconocimiento hace aproximadamente quince años, es autor de fotografías, instalaciones, vídeos o cortometrajes y también de poesías y dibujos menos conocidos y más intimos. Sus trabajos se centran en los arquetipos humanos que podemos encontrar en el cine o la literatura, en la pervivencia de ritos ancestrales en los procesos de formación de las identidades individuales, en los vínculos entre imagen, realidad y tiempo, las modernas prácticas de retrato y, sobre todo, en el cuerpo como medio de representación del individualismo apuntado como uno de los rasgos esenciales de nuestro tiempo y como manifestación del mismo ser, con su lado dulce y amargo, de dolor y de placer. Codesal no se regodea en la enfermedad, pero tampoco la esquiva, examina sin morbo pero sin desviar la mirada.
Las obras expuestas en el MUSAC bajo el título “Ponte el cuerpo”, que remite a un verso del poeta César Vallejo, se fechan entre 1988 y 2001 a excepción de la serie más reciente, que comparte nombre con la exposición. Atendiendo a la evolución cronológica de estos trabajos podemos apreciar cómo, aunque manteniendo su importancia, el cuerpo se hace cada vez más etéreo en la obra de Codesal, más diluido, y los desnudos van a menos.
La primera pieza es un documental (el artista de Sabiñánigo es considerado uno de los pioneros del videoarte español), lleva por título Sábado legionario y nos presenta a un cuerpo uniformado, que pierde individualidad al ceñirse a una vestimenta y posición muy determinada; mientras la serie Ponte el cuerpo, compuesta por 25 fotografías, estudia en detalle el cuerpo masculino concreto de un único individuo situado en una habitación y ajeno a las normas habituales de la imagen publicitaria, bello pero no canónico. Se completa con una vitrina en la que podemos contemplar un sillón y ropa del modelo y unos altavoces en los que modelo y artista nos leen un texto que nos pone en guardia sobre los complejos significados que pueden tener un desnudo y la mirada sobre él.
Entre medias encontramos Días de sida (1989), en la que se nos presentan metafóricamente los efectos de esta enfermedad sobre el cuerpo, y otras tantas y variadas concepciones de éste que el oscense ha desarrollado: el cuerpo del placer (Centauro, 1988), el cuerpo del dolor (Tras la piel, 1996), el de la necesidad (Fábula a destiempo, 1996), el del deseo (Estudio, 2002), el de la ensoñación (Fábula del hombre amado, 1999), el de la pérdida (Feliz humo, 2006), el de la comunicación o el de la incomunicación (Inmóviles, 1999).
Podríamos entender que los trabajos de Codesal son retratos de personas que se nos muestran con claridad, cotidianas y frágiles, pero inmersas en un fondo de espectáculo y publicidad desdibujado en el que se reproducen cuerpos estandarizados. Los de los retratados, sin embargo, no secundan aquellos sino que, sin imponerse y desde cierta timidez, proponen modelos individuales y divergentes.
Representan a sujetos que a su manera reclaman nuevas representaciones plurales más allá de estereotipos, y a través de ellos el artista hace alusión a cuestiones siempre ligadas a la condición humana, como el amor, la belleza, el deseo, la necesidad de comunicación, la muerte, el conocimiento o el abandono.
El enfoque de Codesal de sus modelos es extremadamente cercano sin resultar en ningún momento invasivo: aunque marcadas por la frontalidad, sus obras prestan gran atención a signos que podrían parecer secundarios (gestos, movimientos, accesorios) y suponen una celebración de la naturaleza humana en todas sus caras.
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