Tras presentar en el Palacio de Cristal, de la mano del Museo Reina Sofía, las tres figuras silentes, en malla de acero, que integraban su proyecto “Invisibles“ y repasar su trayectoria desde los ochenta en el MACBA, Jaume Plensa ha inaugurado una nueva gran muestra en nuestro país: se titula “Poesía del silencio”, puede visitarse en Fundació Catalunya La Pedrera, tras su paso por la Fundación Bancaja valenciana, y cuenta con un centenar de piezas destinadas a explorar, fundamentalmente, el peso en su obra de la palabra y de lo literario.
Este autor catalán se considera ante todo escultor, pero ha abordado también otras disciplinas, y sus propuestas, desde constantes referencias filosóficas, literarias o musicales, vienen apelando a la interioridad del ser humano (alma, cuerpo, expresión) y a sus necesidades primarias: a aquello inexplicable que nos define como personas. Esas reflexiones construyen sus trabajos, que más que como objetos deben entenderse -esa es su pretensión- como ideas materializadas y susceptibles de relacionarse entre sí.
Los que se han reunido en esta exhibición, comisariada por Javier Molins, se fechan desde 1990 hasta hoy: se trata de esculturas y dibujos; algunas de las primeras inéditas al haber sido realizadas en tiempo de pandemia o no haberse mostrado nunca en nuestro país; es el caso de Together (2014), que pudo verse en 2015 en el marco de la Bienal de Venecia pero no había vuelto a ver la luz.
La importancia de la lectura entre las fuentes creativas de Plensa es conocida, sin embargo, hasta ahora no había sido objeto de una revisión específica: su influencia se ha manifestado tanto en referencia al contenido de algunos textos (obras de T.S. Eliot, William Shakespeare, Dante, Goethe o Vicent Andrés Estellés), como en la incorporación de letras como motivos de sus esculturas, sea formando cortinas, gongs o integradas en el cuerpo humano.
Esa relación, la de letras e individuos, tiene en su producción un sentido filosófico: Una letra no parece nada, es algo humilde, pero unida a otras forman palabras, y las palabras forman textos y los textos, pensamiento, dice. Y esa es, igualmente, la razón de que se haya valido de alfabetos muy diversos (empezando por el latino, continuó empleando el hebreo, el árabe, el chino, el japonés, el griego, el cirílico, el coreano o el hindi): al margen de la belleza de sus caracteres autónomamente, a través de ellos apela a la convivencia entre diferentes.
Nos esperan en Barcelona obras de gran, pequeño y mediano formato y, aunque la literatura es su inspiración dominante, no será la única: otras tienen que ver con el silencio, el sueño y el deseo, la música y la familia.
Letras y caligrafías de esos distintos alfabetos dan forma a una figura humana en Together, que se exhibe en La Pedrera tras su paso por San Giorgio Maggiore, en el patio que da al Paseo de Gracia; y no podían faltar sus tattoos: contemplaremos Sitting Tattoo XI (2008), una de sus figuras humanas translúcidas, elaborada en resina de poliéster e iluminada de distintos colores en su interior. En ella las palabras devienen tatuajes, mientras que las letras se convierten en telón en Song of Songs (2005), trabajo que tiene que ver con la casi obsesión de Plensa por liberar a los poemas de la tiranía del papel y llevarlos a las tres dimensiones.
Otra de sus inquietudes recurrentes, como decíamos, ha sido la representación del silencio: aquí lo demanda Rui Rui’s Words (2021), un rostro femenino que se lleva la mano a los labios, pero a él dedicó también la monumental Water’s Soul (2020), instalada en Nueva Jersey. Y entre sus piezas en pequeño formato en la capital catalana podemos citar Mothers, Brothers o Fathers, las tres de 1990, en las que Plensa sitúa palabras inscritas en unos vibradores derivados de la influencia de los escritos de Freud relativos al sexo. El sueño y el deseo son conceptos sobre los que siempre ha trabajado: lo apreciamos en sus muy célebres rostros femeninos con los ojos cerrados.
En tamaño reducido, veremos igualmente piezas en las que mezcla materiales rígidos como el bronce con otros más flexibles, como la tela: es el caso de una serie de obras con títulos gastronómicos, como Milk, Beans, Noodles, Chop-suey, Hot-Dog, Rice, Roast-Beef, Eggs, Bread, Chile con carne o Salt, creadas en 1995. El contraste de materiales también determina Blood Love Me (2002), una composición de bronce con letras realizadas con cordel.
¿Sabíais que los gongs de Plensa surgen de su interés por los Proverbios del infierno de William Blake? A la Casa Milá ha llegado Matter-Spirit (2005), trabajo en el que cinceló palabras en los gongs, restándoles peso y materia, así como otras figuras humanas construidas con ellas, como Tel Aviv Man XX, la primera que elaboró a partir del alfabeto, o Silhouettes, que remite a los manuscritos iluminados medievales que recogían los pensamientos de los personajes que en ellos aparecían.
En cuanto a sus dibujos, en los que se ha empleado concibiéndolos como espacio de libertad, los ha realizado desde un punto de vista escultórico. Los que han recalado aquí ilustraron el teatro completo de Shakespeare para Galaxia Gutenberg y cada uno se asocia a un concepto contenido en la literatura del inglés, como los de deseo, guerra, insomnio o noche. Ejecutados en papel y con cierta transparencia, sus rostros remiten a libros de geografía de la época colonial.
La música, otras de las pasiones de Plensa, y en concreto la de Mahler, es evocada en Songs of the Death of Infants, a través de frases que cuelgan de cuerpos infantiles, mientras la figura de Adagio (2015) se construye con notas musicales, que no dejan de ser para él otra forma de alfabeto. Una esfera moldeada con pentagramas le sirvió, asimismo, para formular su autorretrato en 2018.
Lo familiar, la unión de elementos, es traída a la exposición por Love of Home (2002), obra compuesta por muñecas que el artista heredó de su madre y que ha reproducido en resina, a las que acompañan palabras en inglés relativas a parentescos. Y se completa el recorrido con las esculturas Lilliputs -que cuelgan del techo, quedando suspendidas a su vez de ellas (y de sus ojos, al modo de llanto) numerosas letras-, y con las pequeñas 2020, Utopía y Cry. 2020, sobre la vivencia de la introspección en tiempo de confinamiento y la transmutación del dolor en lágrimas que caen por efecto de la gravedad.
Recordad, además, subir a la azotea: allí aguarda Day-Night, uno de sus poetas, subido sobre un puntal de seis metros de altura, como si fuera un faro; también Silent Music IV, una gran escultura de acero corten, de tres metros de altura, que alude a la memoria del sonido. Flora da acceso al edificio de Gaudí y en la buhardilla se han dispuesto versiones en bronce y madera de Martina (2021) y Hortensia (2022); finaliza el conjunto la inédita Overflow, en la calle Provença.
Jaume Plensa. “Poesía del silencio”
Passeig de Gràcia, 92
Barcelona
Del 31 de marzo al 23 de julio de 2023
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