Se considera sobre todo escultor, pero ha abordado también otras disciplinas, y sus propuestas, desde constantes referencias filosóficas, literarias o musicales, apelan a la interioridad del ser humano (alma, cuerpo, expresión) y a sus necesidades primarias: a lo inexplicable que nos define como personas. Esas reflexiones construyen trabajos que, más que como objetos, pueden entenderse -esa es su pretensión- como ideas materializadas y susceptibles de ser relacionadas entre sí.
Tras presentar en el Palacio de Cristal, de la mano del Museo Reina Sofía en 2018, las tres figuras silentes, en malla de acero, que integraban su proyecto “Invisibles”, Jaume Plensa regresa a Madrid para protagonizar en el Espacio Fundación Telefónica la antología “Materia interior”, que profundiza en su tratamiento de asuntos como la comunicación, la identidad o la propia condición humana a través de un conjunto de obras fechadas desde los noventa hasta la actualidad.
En esas tres décadas ha evolucionado Plensa desde la abstracción y los propósitos conceptuales de su producción temprana hacia la figuración y la sensualidad; se han seleccionado para la ocasión piezas representativas de ese recorrido (Glückauf?, La Neige Rouge, Invisibles o aquellos rostros femeninos de Rui Rui’s Words o María) y también estrechamente ligadas a esas inquietudes constantes del catalán: lo frágil, el silencio y el lenguaje, la inclinación espiritual inherente a la humanidad.
La muestra se abre con la presentación del documental de Pedro Ballesteros ¿Puedes oírme?, que ahonda en su proceso creativo, su personalidad y filosofía de trabajo, y con la maqueta de Iris (2024), una pieza monumental que ha elaborado Plensa específicamente en el centenario de Telefónica; se incorporará a su colección de arte. Contemplaremos a continuación Self-Portrait (72 kg) (1993) y la triada de aguafuertes Self-Portrait I, II y III (1998), en los que el artista reunió datos de su peso corporal y su complexión física en un periodo concreto de su vida para convertir esas cifras en una metáfora sobre la identidad en un sentido general, la presencia y características físicas y la relación entre cuerpo y entorno. Esos conceptos determinan igualmente la posterior serie escultórica Silence (2016), que integran siete rostros femeninos colocados sobre vigas de madera que aluden a la diversidad y las similitudes de la identidad humana al margen de geografías e invitan a una reflexión sobre quiénes somos, individualmente y como parte de comunidades más o menos extensas.
En la Fundación nos esperan, asimismo, Love Sounds (1998), una instalación compuesta por cinco cabinas de alabastro en las que Plensa replicó el sonido de su propio flujo sanguíneo, invitando de este modo al visitante a descubrir la banda sonora particular cuerpo, e Invisibles (2016), una representación de una posible metamorfosis del ser humano a partir de tres rostros inacabados, elaborados con mallas de acero, que permanecen suspendidos en el aire y son atravesados por la luz y detenidos en el tiempo. Con esos rostros entablan relación algunas de sus esculturas femeninas de ojos cerrados -aquí, Maria (2018) y Rui Rui’s Words (2021)- con las cuales el artista quiere subrayar la importancia de conceder sitio a la introspección y el silencio.
Hay que recalcar que Plensa concibe la figura humana como un destino artístico inevitable, más que como una aproximación histórica al pasado, aunque esta esté implícita: toda representación escultórica de una cabeza evoca lo originario; también la ausencia de un personaje o su importancia, en el caso de tratarse de un monumento. Esas convenciones están presentes en sus creaciones muy sutilmente, pero como las primitivas imágenes, las efigies de este autor son una abstracción de todos nosotros y de la condición humana en nuestra relación con su contexto: nos invitan a percibir el espacio de otra manera, y concentran e irradian dicho espacio desde su transparencia.
Ya desde los ochenta, el interés de Plensa por el volumen y el espacio le condujeron a explorar el manejo del hierro con la técnica de la fundición, en esculturas que incorporaban cortes y dobleces, y nuevos materiales se sumaron a los suyos habituales, como el cristal y la resina. Luces y sonidos se añadieron igualmente a sus propuestas, favoreciendo su potencial para modificar nuestra percepción de los lugares. En cualquier caso, él siempre ha declarado que su gran materia prima son las ideas y al servicio de ellas queda todo desarrollo material: en La Neige Rouge (1991), el hierro fundido se transforma en luz y energía para conectar directamente con el espectador desde esa liviandad.
También la evoca el agua, a la que Plensa recurre, además de por sus nexos con la vida, el cambio y el movimiento, para convertirla en vehículo narrador: así ocurre en proyectos como Freud´s Children (2001-2002), una serie de esculturas que aquí se despliegan por toda una sala, como islas en el océano. Cada una está compuesta por fragmentos de manos o rostros en contacto con el agua que sugieren una psique humana fracturada, pero también el poder sanador de ese elemento. En cuanto a su empleo del sonido, podemos ver The secret heart (2014), un corazón pintado en bronce blanco que remite al texto Das Geheimherz der Uhr (El corazón secreto del reloj) de Elias Canetti y que aquí se acompaña de un reloj de voz con las voces de hombres y mujeres de Augsburgo en el transcurso real de los segundos, minutos y horas.
En relación con su tratamiento del sonido, contemplaremos Glückauf? (2004), sus célebres cortinas de letras que recogen apartados literales de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 y que invitan al visitante a atravesarlas, dejándose envolver por una obra tangible; Il suono del sangue parla la stessa lingua (2004), en la que la palabra se reivindica como símbolo de la conexión humana; Lilliput (2012-2020), un entramado de nueve figuras y letras ejecutadas en bronce con acero inoxidable, cuerda y pintura y que dejan ver su espacio interior, en el que las palabras tienen un significado abierto al ser aún pensamientos.
Una de sus piezas más recientes que ofrecen esta temática del lenguaje es la mencionada Iris (2024), símbolo del poder de la comunicación y la conexión humana y por eso adquirida por la Fundación Telefónica; mientras que el silencio se nos acerca en Who are You? I-VIII (2016), una llamada a la reflexión y la contemplación serena en un mundo ruidoso: ocho pequeñas figuras de bronce se tapan los órganos que representan los sentidos para encerrarse en su interioridad.
Jaume Plensa. “Materia interior”
C/ Fuencarral, 3
Madrid
Del 17 de octubre de 2024 al 4 de mayo de 2025
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