Hasta el próximo 15 de enero, James Casebere presenta su primera exposición individual en Milán, en la Lisson Gallery. Consta de trabajos recientes con la naturaleza como tema fundamental y de algunos trabajos pasados, considerados fundamentales en su trayectoria, que se toman como punto de partida para entender los actuales.
Este artista americano, con cuarenta años de carrera a sus espaldas, ha explorado siempre las posibilidades de la fotografía a la hora de mostrar ficciones, documentando los mecanismos de este arte a la hora de fabricar realidades en contraposición con las propiedades tradicionales de exponer verdades, la facultad de dar testimonio.
Sus imágenes, que podríamos entender como simulacros, son a la vez poéticas y políticas: toma en su estudio fotos de maquetas, de composición e iluminación minuciosamente estudiadas (a veces, con procedimientos cinematográficos) componiendo pastorales con múltiples referencias a la historia de la cultura. El historiador del arte Hal Foster considera que Casebere usurpa la realidad para exponer lo que él domina “una psicopatología de la vida cotidiana”.
En su producción encontramos desde las escenas domésticas surrealistas o los paisajes claustrofóbicos de su primera etapa hasta los inquietantemente evocadores interiores y exteriores de edificios de Estados Unidos y Oriente Medio de su obra más reciente. Una de las series que se exhibe en Milán es Duchess County, que comenzó en 2009 y que aún se encuentra en proceso de elaboración. Se compone de vistas aéreas de una localidad artificial e inventada pero que resulta perfectamente verosímil.
Los objetivos de Casebere también se han dirigido hacia zonas urbanas deterioradas, afectadas a veces por huracanes o por fuego, aunque la arquitectura le atrae de forma recurrente: una de sus series más atrayentes es una dedicada a casas de playa para la que llegó a construir una de verdad. Sus maquetas transmiten una extraña sensación de advenimiento de tragedia, de negro presentimiento.
En esta exposición italiana Casebere ha buscado, como ocurre en cada una de sus muestras, implicar al espectador: buscar su inmersión en paisajes que remiten al pasado y que establecen una relación crítica o incómoda con nuestro actual tratamiento de la naturaleza. Destaca la obra Sea of Ice y también Trees y Bushes in the Snow, fechadas todas en 2014 y relacionadas entre sí. Suponen una reinterpretación de conocidos paisajes del romántico alemán Friedrich, cuya pintura sirve al americano para invitarnos a reflexionar sobre el cambio climático.
Sea of Ice recrea con exquisitez la famosa obra de Friedrich que alberga la Hamburger Kunsthalle y sugiere que su carácter sublime y su capacidad de sumergirnos en una atmósfera de espiritualidad han sido devorados por la acción humana. Para recrear estas piezas, Casebere utiliza materiales encontrados, como vegetación de su propio jardín, o ingredientes de cocina, como bicarbonato de sodio de inmaculada blancura comparable a la de la nieve no adulterada.
La figura humana no tiene nunca cabida en su producción, como tampoco la tiene en la fotografía de arquitectura convencional. El elemento más comúnmente presente en su obra es, en realidad, el vacío, dramatizado por la iluminación. En él el espectador puede sentirse figura protagonista.
