Gabriele Finaldi
Unas sesenta obras de Manet, Monet, Morisot, Renoir y Van Gogh, han sido seleccionadas para mostrar uno de los aspectos fundamentales de la estética impresionista, la espontaneidad y rapidez de ejecución.
Son las famosas impresiones
que dieron nombre a este movimiento revolucionario hace unos 125 años.
Ya en los años sesenta del siglo XIX, Manet firmaba y vendía como obras acabadas cuadros que los críticos de entonces consideraban nada más que manchas o esbozos, y con esto el pintor se oponía a la técnica elaborada y acabada de la tradición académica. La generación de pintores más jóvenes seguía sus pasos. Monet y Renoir, estando juntos en 1869 en la Grenouillère, pintaron obras muy audaces intentando mantener en ellas la frescura e inmediatez de la impresión visual. Por primera vez en Londres, se pueden ver La Grenouillère de Renoir (Estocolmo, Nationalmuseum) junto con los Bañistas en La Grenouillère de Monet (Londres, National Gallery), cuadros pintados al mismo tiempo y fundamentales para la definición de la nueva estética impresionista. Dice Richard R. Brettell, comisario de la exposición, Hemos visto tantos cuadros impresionistas, y tantas veces, que nos olvidamos de los riesgos que corrieron sus creadores al hacerlos. Van Gogh, al llegar a Paris en 1886, quiere aprender las lecciones de la pintura rápida y las obras que hace por entonces son muy importantes para mucha pintura del siglo XX. Después de Londres, la exposición se podrá ver en Amsterdam y en Williamstown (Massachusetts).