Imogen Cunningham, el tiempo de ver una flor

El Thyssen malagueño muestra sus fotografías de desnudos y plantas

Málaga,

Nacida en Portland en 1883, Imogen Cunningham fue, ya en vida, considerada una figura pionera de la fotografía por su constante exploración de nuevas técnicas a lo largo de más de siete décadas de trayectoria, desde que dio sus primeros pasos con imágenes de influencia pictorialista hasta sus más intimistas desnudos, sus composiciones vegetales o los numerosos retratos que tomó para Vanity Fair.

Stieglitz y Edward Weston son sus referentes más citados, pero el arco de sus fuentes es amplio. Criada en una familia tan humilde como culturalmente voraz y formada en química, tras contraer matrimonio en 1917, con el artista Roi Partridge, se trasladó a California y desde 1920 su interés por fotografiar el entorno natural fructificó en imágenes florales de estética entonces vanguardista en las que los motivos quedaban reducidos a formas simples. Aficionada a la botánica, Cunningham convirtió en aquella etapa a magnolias, cactus, aloes y calas en el centro de sus creaciones, que pueden recordarnos a las de Karl Blossfeldt y a las posteriores de Robert Mapplethorpe y que tienen su prolongación lógica en las representaciones fotográficas de un sensual cuerpo humano, en armonía con la naturaleza de la que deriva.

Desnudos masculinos desafiantes para su tiempo, detalles corporales en primer plano y composiciones delicadas que seducen por su mimado tratamiento de luces y sombras le valieron a la artista su participación en 1929 en “Film und Foto”, la que se considera primera gran exhibición de la fotografía moderna europea y norteamericana. En ella tomaron parte Man Ray, Steichen o Berenice Abbott, y Cunningham enseñó allí un desnudo, ocho imágenes botánicas que gozaron de una gran acogida y un estudio arquitectónico.

Poco más tarde esta autora constituyó, junto al citado Weston o Ansel Adams, el grupo f/64: solo pervivió tres años como colectivo, pero sus ideas (defendían la toma directa de instantáneas, sin mediación ni de laboratorio ni de revelado) no caducaron para Cunningham, que no dejó de abogar por una fotografía clara y nítida caracterizada por una amplia profundidad de campo y por el deseo de reducir especies y cuerpos a sus formas esenciales, valiéndose de juegos lumínicos, rasgos todos ellos básicos de su legado.

Ya en 1930, comenzó a servirse de la exposición doble o múltiple de retratos de artistas o escritores que había tomado previamente para dar lugar a innovadoras superposiciones de imágenes que llamaron pronto la atención de la mencionada Vanity Fair. Empezó a colaborar con esta publicación viajando a Nueva York y Los Ángeles para fotografiar al presidente Hoover o a actores como Cary Grant o Spencer Tracy, prescindiendo siempre de detalles accesorios y volcando su atención en la psicología de sus modelos. Uno de aquellos viajes le permitió conocer a Lisette Model y el estilo de fotografía callejera de aquella, basado en la plasmación de detalles dinámicos y recortados, ejercería en Cunningham una impronta decisiva hasta sus años últimos. Falleció en 1976 cámara en mano: mientras preparaba una compilación de retratos de personas que, como ella, habían logrado superar entonces los noventa.

Imogen Cunningham. Colletia Cruciata 7, 1929. Álbum The Eye of Imogen Cunningham. Colección José Luis Soler Vila © 2024 Imogen Cunningham Trust
Imogen Cunningham. Colletia Cruciata 7, 1929. Álbum The Eye of Imogen Cunningham. Colección José Luis Soler Vila © 2024 Imogen Cunningham Trust

La Sala Noble del Museo Carmen Thyssen Málaga acoge, hasta el próximo enero, una selección de sus imágenes atesoradas por José Luis Soler Vila, quien creara la Fundació Per Amor a l’Art y el Centro de Arte Bombas Gens de Valencia, fallecido hace unos meses. Corresponden a sus plantas y sus desnudos, todos ellos presentados a ojos del espectador como objetos de deseo, atendiendo a la captación de la riqueza de sus texturas, sus volúmenes, líneas, sombras y pormenores.

Constituyen estas piezas, hoy contempladas, una invitación a descubrir el placer estético en lo sencillo y cercano: en la botánica que siempre le interesó, en el cuerpo de mujeres y hombres y, en otras ocasiones, también a pie de calle: le debemos significativas escenas urbanas que dieron cuenta del fulgor breve del movimiento hippie en Estados Unidos. Pero su contundencia y su lirismo en lo plenamente evocador no nos deben hacer olvidar su maestría técnica: los conocimientos químicos pronto adquiridos le permitieron trasladar su manejo de luces y sombras y de la profundidad de campo a platinotipias (impresiones al platino), un método complejo de positivado que había estudiado en su juventud y al que dedicó su tesis, en el Technische Hochschule de Dresde. Hablando de Alemania, se ha comparado a menudo su fotografía directa y precisa con los cánones de la Nueva Objetividad.

Imogen Cunningham. Desnudo, 1939. Colección José Luis Soler Vila © 2024 Imogen Cunningham Trust
Imogen Cunningham. Desnudo, 1939. Colección José Luis Soler Vila © 2024 Imogen Cunningham Trust

Las imágenes que han recalado en Málaga se fechan precisamente en las décadas de los veinte y los treinta; varias formaron parte del álbum The Eye of Imogen Cunningham (2013) y podemos decir que compendian su estilo de madurez, cuando comenzaba a liberarse de la huella pictorialista, aunque aún apreciemos sus ecos en los posados y en esa suavidad imprecisa que transmitían sus obras primeras.

Los desnudos reunidos son siempre sensuales y nunca eróticos, subrayan la belleza del cuerpo al retratarlo con gracia y prescindiendo de escenarios; sabemos que sus modelos fueron familiares y amigos y trabajó en blanco y negro y en planos cercanos, por lo que no existe en estas composiciones ni narración ni escenografía. Como buena creyente en lo que la fotografía tiene de lenguaje propio de la contemporaneidad, convierte Cunningham una mujer desnuda en un juego de triángulos, en geometría lumínica.

En cuanto a sus plantas, las incorporó a su producción cuando se encontraba criando a sus hijos y el jardín era su motivo más accesible, aunque ya antes había tomado algunas fotos de botánica en la universidad. Parece querer buscar en ellas formas originarias del arte, el origen del mundo y de la creación en lo orgánico, sobre todo en los detalles menos advertidos; como señaló Georgia O´Keeffe, con inclinaciones en este sentido similares, nadie ve realmente una flor (…), no tenemos tiempo y ver requiere tiempo.

Imogen Cunningham. Triángulos, 1928. Colección José Luis Soler Vila © 2024 Imogen Cunningham Trust
Imogen Cunningham. Triángulos, 1928. Colección José Luis Soler Vila © 2024 Imogen Cunningham Trust
Imogen Cunningham. Magnolia en flor, 1925. Colección José Luis Soler Vila © 2024 Imogen Cunningham Trust
Imogen Cunningham. Magnolia en flor, 1925. Colección José Luis Soler Vila © 2024 Imogen Cunningham Trust

 

“Imogen Cunningham. Esencias”

MUSEO CARMEN THYSSEN

C/Compañía, 10

Málaga

Del 24 de octubre de 2024 al 19 de enero de 2025

 

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