Ida Applebroog, el teatro de lo íntimo

El Museo Reina Sofía presenta su primera gran individual

Madrid,

En las exposiciones neoyorquinas de los ochenta y los noventa la suya fue una presencia habitual, ha participado en destacadas bienales internacionales y hoy, en activo a sus más de noventa años, la representa Hauser & Wirth, pero no podemos decir que ni el nombre ni la producción de Ida Applebroog resulten bien conocidos para el público internacional, tampoco para los inmersos en el arte contemporáneo estadounidense. A pesar de lo estable de su trayectoria.

“Marginalias”, la retrospectiva que desde el 2 de junio le dedica el Museo Reina Sofía, es la primera gran muestra de su trabajo en nuestro país y también su mayor individual hasta la fecha: repasa su obra a contracorriente y su compromiso político y social, pero también consigo misma, a lo largo de cerca de cinco décadas. Atisbaremos, sala a sala, cómo en su trabajo las fronteras entre lo privado y lo público fluyen hasta casi disolverse; cómo la cara amable y la siniestra de lo cotidiano nos las presenta en ventanas teatrales, invitándonos al voyeurismo o al espionaje y, sobre todo, cómo abordó asuntos candentes, desde la violencia invisible a los retos del feminismo pasando por la medicalización de la sociedad, en instalaciones que a menudo concibe como escenarios y por las que invita al espectador a transitar. Sus proyectos pasados y últimos tienen en común, como ha subrayado hoy la comisaria de la muestra, Soledad Liaño, ser prueba de la destreza plástica y la versatilidad de su autora.

Nacida en Nueva York, vivió una etapa de intensa formación creativa en Chicago, donde fue alumna de su Art Institute y se empapó de las posibilidades de la figuración y la representación del cuerpo. Posteriormente se trasladó, junto a su marido y sus cuatro hijos, a San Diego, y su adaptación a California en un primer momento resultó costosa: una depresión profunda desembocó en una crisis nerviosa que le llevó a ingresar unas semanas en el Mercy Hospital. Corría 1969. Allí se le invitó a dibujar, para facilitar su curación, y de entonces datan las modulaciones orgánicas con las que se inicia la exposición: se trata de trabajos en papel, ejecutados con tinta, lápiz y acuarela, que sugieren profunda introspección; en algunos casos incluso búsquedas interiores, en un sentido corporal, quizá en busca de explicaciones o de salidas. En algunas de estas obras aparecen los apellidos de su marido o de su padre.

Aquellos ejercicios le ayudaron a reafirmarse como artista (con anterioridad había trabajado asimismo en propuestas vinculadas al arts and crafts o en esculturas que, por su desarrollo espacial, demandaban un espectador activo) y a profundizar en su identidad, que reforzaría en su regreso a Nueva York en 1974, cuando se asoció al colectivo feminista Heresies y retomó sus relaciones, nacidas en Chicago, con Lucy Lippard, Mimi Shapiro o la propia Judy Chicago.

Compaginando vida creativa y vida doméstica, su baño fue, como para tantos, una suerte de refugio personal: en los meses siguientes a su paso por el hospital, dibujaría en múltiples ocasiones su vagina en un ejercicio de autoconocimiento que convertiría después en reivindicación feminista y en transformación de lo íntimo en político, al escanear y reimprimir aquellos trabajos y componer con ellos la instalación Monalisa (Vagina House). Tanto estas obras como las realizadas en el Mercy Hospital podemos interpretarlas como ensayos bidimensionales de las esculturas biomorfas de gran formato que llevaría a cabo justo después, y de las que nada se conserva salvo documentación.

Ida Applebroog. Monalisa (Vagina House), 2006-2009
Ida Applebroog. Monalisa (Vagina House), 2006-2009

Uno de sus primeros proyectos en los que lo escénico gana peso evidente es Galileo Chronology: emplea telones y pergaminos, genera luces y sombras propias de escenografías y cultiva un dibujo que evoca al cómic (había estudiado la artista diseño gráfico). Uno de sus mayores referentes, desde los comienzos de su carrera, fue Samuel Beckett: comparte con él la idea del tiempo como convención inútil que nada resuelve ni culmina.

Sus teatrillos de pergamino devinieron así ventanas de tamaño real en las que nos invitaba a asomarnos a escenas íntimas o domésticas, como las ligadas, en la serie Trinity Towers, al sida, cuando la enfermedad era drama sin certezas y causa de decenas de suicidios. Acompañan estos trabajos en el Reina Sofía sus Performance Books de los setenta y ochenta: subvirtiendo los mecanismos de la industria editorial, los enviaba a sus contactos y registraba sus reacciones, positivas o muy negativas. Convertía así en ejercicio performativo la distribución y la recepción de sus textos.

En diferentes instalaciones, por las que se invita al espectador a transitar, conforme a un recorrido individual que derivará en miradas y lecturas propias, la artista hizo referencia a manifestaciones diversas de la que consideraba una sociedad sumisa y enferma: una domesticidad cuyos ritos adormecen y a la que se relegaba a la mujer, un uso interesado y a menudo violento de la medicina y de la ciencia o el reinado televisivo de la banalidad.

Marginalias, que llevó a la Bienal de Whitney en 1993, consta de lienzos entre los que caminar, obteniendo conclusiones distintas de nuestros personales pasos. Será difícil no evocar a Goya entre escenas civiles y macabras, habituales y sórdidas o más o menos explícitamente violentas.

Ida Applebroog. Marginalia. Museo Reina Sofía
Ida Applebroog. Marginalia. Museo Reina Sofía

Y si en Variaciones de Campos eméticos llevaba a lienzos las vertientes del american way of life que le provocaban nauseas, Todo está bien fue su respuesta al uso de monos llevados desde África o Filipinas a América para el estudio de distintos virus y en Living, coda en color rojo sangre de Marginalia, ironizaba con las anestesiantes prácticas de cocina, decoración y estilo de vida que divulgaba la presentadora de televisión Martha Stewart. La mirada hacia esos asuntos concretos y el humor serán los mayores posicionamientos de Applebroog que aquí veremos: más allá de ellos elige no enjuiciar y limitarse a mostrar.

Ida Applebroog. Variations on Emetic Fields, 1990. Colección particular, cortesía de Hauser & Wirth
Ida Applebroog. Variations on Emetic Fields, 1990. Colección particular, cortesía de Hauser & Wirth
Ida Applebroog. Evereything is Fine, 1990-1993. Museo Reina Sofía
Ida Applebroog. Evereything is Fine, 1990-1993. Museo Reina Sofía

La exhibición se cierra con la inquietante serie de dibujos a tinta Catastrophes, realizados hace menos de una década y dedicados de nuevo a los lados amable e inquietante de la medicina: frente a ellos, sillas uniformes nos sitúan en una sala de espera, de espera de catástrofes, de tragedias ante las que ya no nos conmovemos. Repetidos textos nos llevan a recordar, asimismo, que pueden ser difusos los perfiles del sanador y del paciente, del ido y del cuerdo. Y también con Angry birds of America, muerte y vida entre pájaros: este proyecto se relaciona con su interés por la ornitología y se inspira en Birds of America de Audubon, pero supone un homenaje a Wilson y Catesby, naturalistas que quedaron eclipsados por el primero. Recuerda aquí Applebroog que sus estudios se realizaron a partir de especímenes muertos (disparados) y que su legado de conocimiento también implicó violencia. Por su contexto, podemos relacionar estas obras con recientes debates en torno al racismo, el populismo o la misoginia y encontrar en ellas furia o desesperanza.

“Marginalias” se abrirá el 2 de junio y el día 8 por la tarde podremos asistir a dos recorridos comentados por la exposición de la mano de la comisaria, centrados en la relación de la autora estadounidense con la escritura. La acompañará la actriz Nuria Mencía, que recitará fragmentos seleccionados. La entrada es gratuita previa retirada de tickets en las taquillas del Reina Sofía.

Ida Applebroog. Angry birds, of America, desde 2016. Museo Reina Sofía
Ida Applebroog. Angry birds of America, desde 2016. Museo Reina Sofía

 

 

Ida Applebroog. “Marginalias”

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

c/ Santa Isabel, 52

Madrid

Del 2 de junio al 27 de septiembre de 2021

 

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