Se trata de una de las obras esenciales de Guido Reni y forma parte de las colecciones del Museo del Prado desde que este fue fundado: Hipómenes y Atalanta puede contemplarse ya en una instalación especial que se ha situado en la Galería Central de la pinacoteca tras ser recientemente restaurada y completada con un nuevo marco.
La intervención en la pieza, que de este modo podemos apreciar de forma más cercana a como su autor la concibió, ha puesto de manifiesto su luminosidad y fuerza expresiva original, significativamente distinta de la apariencia “caravaggiesca” que la imagen había adquirido debido al envejecimiento de los materiales con el transcurso de los años. Los trabajos han durado durado nueve meses, se han desarrollado con el apoyo de la Fundación Iberdrola y en ellos se ha advertido la existencia de dos bandas añadidas en las zonas izquierda e inferior que no serían originales del maestro, restituyéndose la visión original.
Ha anunciado el Prado que Hipómenes y Atalanta podrá verse en su actual emplazamiento hasta la primera semana de noviembre, cuando viajará a Alemania para formar parte de la exhibición dedicada a Reni que prepara el Städel Museum de Frankfurt, en colaboración con el centro español. En 2023, regresará a Madrid para estar presente en la gran exposición que el Prado también brindará al italiano, entre marzo y junio, cuando compartirá espacio con la versión análoga que conserva el Museo de Capodimonte napolitano.
Profundizando en su restauración, que ha sido efectuada por Almudena Sánchez, el Museo ha explicado que tuvo como objetivos la eliminación de barnices oxidados que transmitían una tonalidad amarillenta a la pintura, especialmente cálida en la piel de Atalanta e Hipómenes, y la regeneración de las zonas alteradas y opacas del lienzo. En antiguas intervenciones sobre el mismo se realizaron numerosos repintes que paulatinamente se fueron degradando hasta convertirse en manchas que incidían estéticamente en negativo sobre la obra; además, se había reentelado el cuadro, ampliándose su tamaño, como decíamos, con dos bandas de lienzo, una de siete centímetros en su borde izquierdo y otro de trece centímetros añadida a su borde inferior, alterando el formato original de la composición.
La intervención de Sánchez ha permitido recuperar la transparencia del barniz, a través del cual puede apreciarse ahora el color de la pintura que había permanecido oculta, como podemos observar en el cabello de Hipómenes, en el que la opacidad de dicho barniz había anulado el tono castaño y el volumen de los rizos situados en la parte de atrás de la cabeza. Pero el área más relevante para la restitución del espacio y de los planos de la composición ha sido la franja correspondiente al mar, cuya capa blanquecina anterior había devenido poco a poco transparente, aflorando nuevamente a la superficie el azul oscuro de las aguas.
Por otro lado, en la última fase de la restauración se llevó a cabo la reintegración cromática de los daños y faltas de color que habían aflorado tras la eliminación de los viejos repintes; destaca la recuperación de la pérdida que seguía la línea de la costura de un extremo al otro del cuadro pasando por los cuerpos de los dos personajes, sobre todo la del extraordinario perfil de Atalanta, en el que ahora es posible admirar las facciones delicadas y el tono rosado de las mejillas.
En definitiva, los trabajos han logrado la restitución de la luz, el colorido y el espacio en el que se desarrolla la escena y ambas figuras nos atraen ahora con mayor fuerza dada la nitidez de sus carnaciones, elaboradas a base de sombras suaves con las que Reni fue modelando sus cuerpos en movimiento.
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