Hans Robert Pippal es fundamentalmente conocido por sus muy atractivas vistas de Viena, y quizá sea uno de los artistas austriacos del s XX que con más ahínco y devoción retrató a la capital, que fue también la ciudad donde nació en 1915. Pintó una y otra vez sus calles y edificios representativos, como la Ringstrasse, la Ópera, la Catedral de San Esteban y el Graben, puede que la calle más elegante de Viena.
Maestro en la captación de las atmósferas de la ciudad a lo largo del s XX, manejó también un espectro temático amplio más allá de las vistas urbanas: es autor de estudios figurativos, retratos, naturalezas muertas y pinturas religiosas; y sus paisajes, rurales o urbanos, no se inspiraron únicamente en Austria, también las ejecutó en Italia y Francia, tomando como ejemplo la ligereza y el cromatismo fresco de Raoul Dufy y Henri Matisse.
Martina Pippal, la hija del propio artista, donó recientemente a la Albertina vienesa un grupo de acuarelas, pasteles, dibujos y bocetos; varios de ellos se exhiben por primera vez en el marco de una retrospectiva que permanecerá abierta hasta el 28 de marzo en ese centro austriaco.
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