Está considerado como uno de los fotógrafos de moda más influyentes y enigmáticos y la Somerset House le dedica su mayor exposición hasta ahora en el Reino Unido, compuesta por más de un centenar de fotografías y material inédito de Guy Bourdin fechados entre 1955 y 1987 que ponen de relieve el carácter artesanal del proceso de trabajo que implican sus imágenes, desde su labor de producción hasta la de publicación y su valor representativo de la fotografía de moda desarrollada a finales del s XX.
Con décadas de trayectoria a sus espaldas, Bourdin, que murió en 1991, fue protegido de Man Ray hasta alcanzar su madurez artística en fotografías revolucionarias por derecho propio que convertían la finalidad para la que inevitablemente estaban destinadas (atraer al público para venderle ropa, o perfume, o zapatos) en un acto extraño y diferente sin recurrir al exotismo, dando mayor valor al producto que a la imagen.
El francés debutó profesionalmente para la sección gala de Vogue en los cincuenta y trató siempre de desarrollar un estilo distintivo en sus narraciones visuales, estilo que ejercería una influencia evidente sobre otros fotógrafos de moda contemporáneos como Tim Walker o Nick Knight, entre otros.
Esta exhibición londinense, comisariada por Alistair O’Neill y Shelly Verthime, presenta sus trabajos más representativos y algunos menos conocidos en blanco y negro, tanto tempranos como tardíos, que ponen a prueba nuestra habitual asociación de Bourdin con la fotografía en color. No os perdáis la serie Walking Legs, que realizó en 1979 por encargo de Charles Jourdan y que se exhibe ahora al completo por primera vez ni sus pruebas de Polaroid, hojas de contacto, pinturas, notas y dibujos. .
Autodidacta, pintor en la intimidad y tremendamente exigente, el artista fue un magnífico creador de sets y ambientes en el estudio, pero también supo trabajar con comodidad al aire libre. Reconocemos la autoría de sus imágenes a primera vista por los colores hipersaturados y su querencia por las composiciones inesperadas en las posturas de las modelos, a las que nunca retrató con el objetivo de embellecerlas, sino de ofrecer una visión perturbadora y fragmentada de las mismas, sexual y violenta.
Usaba la fotografía de moda como medio, mandaba mensajes, explorando los límites entre el absurdo y lo sublime. Conocido por sus narrativas sugerentes y estéticas surrealistas, rompió con las convenciones de la fotografía comercial, con un perfeccionismo infatigable y un agudo sentido del humor.
Guy Bourdin
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