Los retratos sin rostro suelen contener enigma y, a menudo, también la voluntad de favorecer la identificación del espectador con aquel a quien observa: al igual que algunos tienden a inventar lo que no saben, podemos imaginar rasgos a placer en quien nos los oculta.
En esas posibilidades que aporta lo que se esconde suele bucear Gideon Rubin, cuyos modelos dirigen a nosotros sus caras vacías o nos las niegan, mirando en otra dirección. La Galerie Karsten Greve, en su sede alemana de Colonia, ha abierto su temporada de otoño de la mano de “Looking Away”, un compendio de la obra reciente de este pintor israelí, representado por aquella firma desde hace una década (son ya ocho las muestras individuales que ha protagonizado aquí).
Consta esta nueva presentación de veinticinco óleos sobre lino natural, datados todos este mismo año, que han llegado a la galería directamente desde el estudio londinense del autor. La mayoría pertenecen a dos series, ambas protagonizadas por individuos únicos: una mujer joven de vestido morado y un hombre, también joven, con camisa azul; los dos aparecen aislados, siempre solos, en escenarios indefinidos y atisbando un fondo inconcreto, de modo que el espectador no puede siquiera intuir sus rostros.
Uno y otro conjunto parecen remitir a la noción romántica de Rückenfigur, o figura vista desde atrás (uno de sus emblemas es el dibujo de Friedrich caminando hacia las altas montañas de Kersting): aquellas solían igualmente prestar atención a puntos lejanos y desconocidos, incorporando cierta profundidad espacial en las composiciones y pretendiendo ya que el espectador pensara en adquirir el rol del modelo de la imagen, ese observador misterioso.
En el siglo XIX y ahora, enseñarnos figuras de espaldas suele ser sinónimo de ambigüedades: por un lado, el giro de la cara implica habitualmente emociones fuertes, desde el desprecio al miedo o la tristeza; por otro, tanto en la fotografía temprana como en la vinculada a la moda, cualquier cuerpo, desnudo o no, visto desde esa posición alberga una exploración creativa de la dialéctica revelación-ocultación. Ambos propósitos son evocados en estas series últimas de Rubin, llamadas Purple Dress y Blue Shirt, que aluden a la capacidad de reproducción de la fotografía, pero también al proceso mismo de recordar.
Contemplados desde la distancia, los trabajos que las componen pueden resultarnos similares, pero las diferencias se aprecian sin duda en la cercanía, y ese mismo tic perceptivo tiene que ver con una réplica de los mecanismos del recuerdo: nuestra memoria se modifica ligeramente cada vez que rescatamos para nuestro pensamiento cualquier suceso o elemento pasado. En su producción reciente, Gideon se desenvuelve cada vez con más frecuencia en dichas series, repitiendo el mismo motivo una y otra vez y en distintas escalas, como si creara fotografías en diversos formatos; él se refiere a ese procedimiento justamente como “exercises in seeing”, ejercicios para la mirada.
La referencia a la fotografía es pertinente: sus pinturas están inspiradas en las que forman parte de viejos álbumes familiares que encuentra en mercadillos, o en las de diarios o revistas ilustradas. La complejidad de las tendencias históricas en el peinado, las imágenes de celebridades, la pornografía, desde luego los retratos y la pintura de historia son sus fuentes de investigación y esboza a sus sujetos con unas pocas pinceladas, que aplica con confianza y valiéndose de tonos arena; para enfatizar los detalles también usa un rojo brillante claro.
Como resultado de la difuminación de los pormenores identificativos y del borrado de los rasgos fisonómicos, podemos asociar a los protagonistas de sus imágenes con nuestros propios recuerdos y percepciones, sobre todo porque sus gestos, sus posturas y las posiciones apuntan a un efecto déjà-vu. Virtualmente, las imágenes de Rubin están por completar, y cada uno terminaremos de diseñarlas a nuestra manera.
Gideon Rubin. “Looking away”
Drususgasse 1-5
Colonia
Del 2 de septiembre al 12 de noviembre de 2022
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