Giandomenico Tiepolo y sus retratos de fantasía
MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO
Pza. del Museo, 2
Bilbao
Del 10 de diciembre de 2014 al 20 de abril de 2015
Miembro de una familia de artistas de la que su padre, Giambattista, fue primera figura, y representante de un estilo decorativista muy personal y elegante que debe mucho a Veronés, Giandomenico Tiepolo pasó por España en la década de 1760 para trabajar, como colaborador de su padre, en los frescos de los techos del Palacio Real y encadenó diversos encargos hasta que, ya en 1770, regresó a Venecia, donde había nacido.
Once óleos sobre lienzo y una docena de aguafuertes que Giandomenico llevó a cabo durante su estancia en nuestro país se exponen ahora en el edificio antiguo del Museo de Bellas Artes de Bilbao bajo el comisariado de Andrés Úbeda de los Cobos, jefe de Conservación de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700) del Museo del Prado, que en los últimos años ha estudiado a fondo las personalidades artísticas de este artista y de su hermano Lorenzo, ambos a menudo relegados en la historiografía dado el enorme talento de su padre.
Diez de las obras expuestas proceden de una colección privada y pudieron verse por primera vez en público con motivo de una pequeña muestra en la sede madrileña de la Fundación Juan March hace dos años (recordadla en el video); el resto de las piezas han sido prestadas por la Biblioteca Nacional (que ha cedido las estampas) y la Casa-Museu Medeiros e Almeida de Lisboa, que ha cedido la pintura Retrato de anciano con espada, hasta ahora sólo conocida por fotografías.
La selección de obras nos permite así comprobar la relación entre grabados y pinturas: el óleo llegado de Portugal, el Retrato de hombre con turbante procedente de la colección particular y la estampa Viejo con una espada parecen formar parte de una secuencia dedicada a un mismo anciano oriental de rostro duro. Sabemos que Giandomenico Tiepolo llevó a cabo primero la pieza de Lisboa, después la grabó con la imagen invertida y acentuando el primer plano y más tarde, seguramente hacia 1768, reprodujo el grabado en el lienzo de colección particular con el personaje en la misma posición, eliminando la mano que porta la espada y sustituyendo el pañuelo por un turbante. También es muy posible que el resto de los retratos que forman parte de estos fondos privados fuesen concebidos como una serie, por su tamaño idéntico, sus similitudes estilísticas (pinceladas vibrantes, también delicadas) y por la afinidad de las actitudes de los protagonistas.
Las obras que presenta el Museo de Bellas Artes de Bilbao forman parte del subgénero del retrato llamado retrato de fantasía, con larga tradición en Venecia y considerable éxito en el mercado europeo durante los siglos XVI y XVII. Dentro de él encontramos personajes ataviados con vestiduras ricas y ornamentos no discretos representativos de su clase intelectual o social. Según algunos expertos, no podríamos referirnos a estas obras propiamente como retratos, al tratarse de idealizaciones historicistas que representan tipos genéricos y no individuos como tales.
Los modelos masculinos que encontramos en la exposición se nos presentan como hombres sabios de época clásica, entrados en años, con barba y en actitud solemne, al modo de las estampas de Rembrandt; los femeninos, atendiendo al canon de belleza de los retratos de cortesanas que en el s XVI pintaron Veronés o Tiziano pero rebajando el tono sensual de aquellos, seguramente para amoldarse a la sobriedad demandada en época de Carlos III. En todos los casos se trata de retratos de busto.
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