Artistas nacidos entre 1986 y 1994 componen Generación 2022, la nómina de creadores ganadores de la última edición de la convocatoria de La Casa Encendida, que lleva más de dos décadas reconociendo la labor de jóvenes autores nacionales. Los seleccionados esta vez han sido Nora Aurrekoetxea, Christian García Bello, Pablo Durango, Esther Gatón, Abel Jaramillo, Mónica Mays, Sofía Montenegro y Sara Santana y el jurado que los ha escogido ha estado compuesto por Irene Arastizábal, jefa de curaduría y programas públicos en BALTIC; Juan Canela, director artístico de Zona Maco y comisario asociado en el MAC-Panamá y Keyna Eleison, directora artística del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro.
Los proyectos ganadores podemos contemplarlos ya en La Casa, en una muestra comisariada una vez más por Ignacio Cabrero, quien ha entablado lazos entre esas propuestas autónomas (esta vez instalaciones, objetos escultóricos, fotografías, dibujos, tejidos o piezas audiovisuales) a partir de sus relaciones con la arquitectura y el espacio -la gran obsesión artística de nuestro tiempo, según Michel Foucault- o de su trabajo con las nociones de memoria e identidad.
Quienes han abordado más a fondo la primera cuestión, el tratamiento del espacio, desde perspectivas muy diversas, seguramente sean Nora Aurrekoetxea, Esther Gatón, Sofía Montenegro, Abel Jaramillo y Pablo Durango. La primera exhibe Eroa (Loca), un trabajo donde se vale del lenguaje y la escultura para abordar los vínculos del cuerpo con los espacios domésticos, aquellos que facilitan o dificultan las relaciones entre esos cuerpos, la consecución de los deseos amorosos. Lo que vemos es una instalación arquitectónica consistente en una habitación dentro de otra donde encontramos objetos escultóricos (cama, silla, biombo, escaleras) que se relacionan entre sí y que remiten a modos nuevos de cohabitar.
Gatón, por su lado, presenta hail she who holds my tongue, una instalación compuesta por bioplásticos realizados con cáscara de huevo y gelatinas, sensores de movimiento y luces de falso amanecer en la que nos recuerda que toda radiación luminosa, sea artificial o solar, genera un efecto sobre aquello que ilumina y también sobre su percepción. En concreto, se centra en los nexos entre luz y exaltación amorosa: espacio y esculturas invocan las sensaciones de un cuerpo enamorado (credulidad, trastorno, atención), quizá de los visitantes, conforme a una definición amplia del amor, sin etiquetas.
Todas las piezas que integran este proyecto subrayan propiedades de la luz: ofrecen superficies reflectantes, translúcidas o fotosensibles y reaccionan a la presencia y movimientos del público, siendo autónomos sus patrones de comportamiento.
De Sofía Montenegro contemplaremos Ver Venir, una instalación de sonido inmersiva destinada a transformar la percepción de lo que vemos mediante la escucha, incidiendo en que las condiciones auditivas pueden modificar la mirada. Las presentes en su instalación se han creado a partir de ejercicios de composición sonora; interesan a la madrileña las estrategias de sonorización empleadas en el cine cuando los sonidos no podían capturarse al grabar una escena.
Jolonque es la propuesta de Abel Jaramillo en La Casa: ha elaborado un documental experimental a partir de rastros de Celestino Coronado, un cineasta y director teatral pacense como él en cuya producción, en buena parte perdida, son numerosas las referencias a la literatura y la música. El título de su trabajo procede del nombre de una finca granadina construida por el músico chileno Carlos Miranda, amigo y colaborador de Coronado; el artista ha recreado una estancia de la misma para la grabación con el fin de conservar obras y fotografías, intercalándolas con nuevas grabaciones a partir de guiones que aquel director no llegó a materializar.
Presenta una instalación, dividida en dos zonas por un muro donde se proyecta el documental y compuesta por pequeñas esculturas, fotografías y carteles en los que confluyen historias que se escribieron en minúscula.
En cuanto a Pablo Durango, exhibe Cyberia, una instalación formada por un vídeo y varias piezas escultóricas. Nos traslada a un falso yacimiento para hablarnos del fracaso en intentar construir un relato, de otras maneras de entender la historia oficial, de sexo y de género. El hilo conductor de su trabajo es una voz en off que explica diversas interpretaciones sobre objetos hallados en ese yacimiento, piezas escultóricas que remiten a un Estado ciborg y queer de un momento histórico que no se concreta.
Nos llegan de él restos de identidades inéditas en la construcción histórica occidental: una bandera con los colores de Cyberia, un tótem, una urna con los restos incorruptos de un ser no humano y un brazo biónico, entre orgánico y tecnológico.
De García Bello contemplaremos el conjunto de serigrafías y esculturas Algunas formas inéditas, que recoge el espíritu de esas “formas gallegas inéditas en el paisaje, que están ahí para el que sepa recogerlas” de las que hablaba desde Buenos Aires Luis Seoane a Díaz Pardo. Se refería a formas que pueden percibirse en relieves, herramientas propias de oficios tradicionales o en arquitecturas vernáculas y la intención del artista coruñés ha sido recuperarlas en piezas elaboradas con materiales asociadas a la tierra, como papel de algodón, corteza de pino y roble, cera de abeja, resina, grafito… tan austeros como sofisticados en sus manos.
Mónica Mays se ha basado en versos de la poeta canadiense Lisa Robertson para plantear los bordados sobre seda que componen Cardados: ornamentaciones vegetales y animales que han transitado desde el siglo XV hasta hoy, recontextualizándose. Los ha llevado a cabo junto a mujeres bordadoras de Sevilla con mantones de Manila como referencia y contienen símbolos femeninos, religiosos, ligados a la colonización, al folclore o a las clases sociales y la conciencia política.
Por último, Sara Santana, la artista más joven en la muestra, ha creado un espacio sagrado en La Casa para albergar su proyecto Revelación: Beato de Ámsterdam, que consta de un manuscrito en proceso, formado por hojas sueltas de una novela; un códex y lecturas recogidas en una pieza sonora: las voces corresponden a traductoras leyendo y comentando el texto anterior a raíz de talleres y encuentros personales.
Esa aportación colectiva, a su vez, ha sido transcrita en la copia impresa de la novela. Completa el conjunto una ilustración que reinterpreta el capítulo 12 del Apocalipsis atendiendo a las iluminaciones del Beato de Facundo; alude simbólicamente al proyecto en su conjunto y a la noción de oralidad.
Generación 2022
Ronda de Valencia, 2
Madrid
Del 4 de febrero al 17 de abril de 2022
