Gauguin: viaje a lo exótico en busca de la autenticidad

El Museo Thyssen-Bornemisza estudia las razones de la fascinación por mundos más ligados a la naturaleza del artista francés y sus contemporáneos

Del 9 de octubre de 2012 al 13 de enero de 2013, en el Museo Thyssen-Bornemisza

Comisaria: Paloma Alarcó, jefe de Conservación de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza

Obras: 111

Coincidiendo con la celebración del vigésimo aniversario de su apertura al público, el Museo Thyssen-Bornemisza presenta, desde el próximo día 9, la exposición “Gauguin y el viaje a lo exótico”. Tendrá la huida del artista a Tahití como hilo conductor y tratará de descubrirnos cómo el viaje hacia mundos más ligados a la naturaleza y supuestamente más auténticos produjo una renovación del lenguaje creativo del propio Gauguin y de otros creadores de su tiempo y en qué medida aquella experiencia condicionó el surgimiento y evolución de la modernidad.

El itinerario de la exhibición comienza con las experimentaciones artísticas del postimpresionista galo en los Mares del Sur y continúa con las exploraciones de artistas posteriores como Nolde, Matisse, Kandinsky, Klee o Macke, con el fin de dar a conocer la impronta de Gauguin en los movimientos artísticos fundamentales de las primeras décadas del siglo XX.

Las pinturas de Gauguin -que ya indicaban un tratamiento poco frecuente del color y las formas antes de su travesía— desarrollaron en la Polinesia francesa un poder estimulante con tonos vivos unidos sin líneas claras que los delimitasen y formas toscas que exaltaban el poder de lo sencillo. No necesitaba para expresarse ni el arte realista del siglo XIX ni los imprecisos trazos de sus antecesores impresionistas.

Para abordar el contexto histórico y cultural del viaje de Gauguin a Tahití, el Museo Thyssen se remonta al romanticismo, movimiento artístico y literario que en el siglo XVIII despertó la curiosidad de los creadores por los países lejanos. Las culturas ajenas a la europea eran consideradas entonces una puerta a otras filosofías vitales, a una idealizada inocencia ancestral interpretada como antídoto contra la ansiedad europea del momento.

En vida no conoció el éxito y terminó sus días sintiéndose abandonado, pero tras la muerte de Gauguin en 1903, sus telas comenzaron a difundirse en exposiciones que calaron en los pintores de la época, como Ernest Ludwig Kirchner o Erich Heckel. También el fauvismo de Matisse o el primitivismo ruso son deudores de aquel artista en busca de la autenticidad.

“Gauguin y el viaje a lo exótico” contará con 111 obras cedidas por museos y colecciones internacionales, como la Fondation Beyeler de Basilea, la Albertina de Viena, el Bellas Artes de Budapest o la National Gallery of Art de Washington. Entre las obras estrella de la muestra encontramos Matamoe (Muerte. Paisaje con pavos reales) (1892) del State Pushkin Museum of Fine Arts de Moscú; Dos mujeres tahitianas (1899) del Metropolitan Museum of Art de Nueva York o Muchacha con abanico (1902) del Museum Folkwang de Essen. También destaca la contribución a la exposición de la Fundación Nolde, que ha prestado para la ocasión media docena de acuarelas del artista de la serie Nativos de los Mares del Sur (1913-1914) o del Centre Pompidou de París, con una importante representación de obras del legado Kandinsky.

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