Porque nos invitan a mirar nuestro entorno, y también el arte, con ojos nuevos y la mente más descansada (El atrevimiento de mirar, Arte, La sonrisa de la Gioconda); porque se disfrutan mejor con tiempo (Rapsodia Gourmet, Melisande, Paraíso inhabitado, Motín en la Bounty) o porque en el gris invierno pueden resultar demasiado oscuros (Steinbech, Schirach), os proponemos diez libros para amenizar estas vacaciones.
¡MELISANDE! ¿QUÉ SON LOS SUEÑOS?. Hill El Halkin. Asteroide, 2014
–Sí –dijiste tú–. Eran jóvenes e insensatos. Ahora, hasta las ondinas son viejas y sabias. Miran hacia arriba, hacia el reflejo de los árboles en el cielo, y dicen: «Es fácil entender por qué una vez creímos en seres terrenales».
Melisande, la primera y también madura novela de Hill El Halkin (la publicó a sus 73 años) nos traslada al Nueva York de finales de los cincuenta, para narrarnos, a partir de las memorias de Hoo, catedrático de Filosofía, la relación de dos chicos y una chica (el propio Hoo, Ricky y Mellie) que trabajaban en la revista literaria de su instituto; su amistad, que condicionará el resto de sus vidas, y los últimos días del mccarthismo.
Nos gusta por explicar con realismo e inteligencia, pero también con poesía y desde la comprensión que da la madurez, los entresijos agridulces del amor, la amistad y el perdón. Melisande es también un canto al poder de la memoria.
EL ATREVIMIENTO DE MIRAR. Antonio Muñoz Molina. Galaxia Gutenberg, 2012
Partiendo de la premisa de Proust de que sólo a través del arte podemos “salir de nosotros, saber lo que otro ve de ese universo que no es el mismo que el nuestro”, Muñoz Molina recopiló en este volumen ensayos escritos a lo largo de las últimas dos décadas con el arte, la ética y la estética como nexo común.
Pinturas de Georges de la Tour, Goya, Hopper, Christian Schad, Genovés, Miguel Macaya, o las fotografías de las hermanas Brown inspiran al reciente Príncipe de Asturias de las Letras reflexiones, lúcidamente planteadas como siempre en él, sobre la inspiración, el acto creativo o el de la contemplación. De lectura deliciosa.
RAPSODIA GOURMET. Muriel Barbery. Seix Barral, 2010
Entre la pechuga de pato estilo Pekín y la pomada en conserva, entre la madriguera de un genio y los estantes de mi colmado, me decanto por los segundos, opto por el pequeño supermercado cutre que albergaba los culpables de mi deleite.
La novela menos conocida de la autora de la célebre La elegancia del erizo es, como su gran éxito, una oda a los placeres de la vida, y también a los sentidos. Su protagonista es Pierre Arthens, un crítico gastronómico al borde de la muerte admirado en lo profesional y odiado en lo personal, que quiere descubrir, en su última hora, el sabor único que defina su vida y que le hizo más feliz (su personal Rosebud). Cómo podéis adivinar, no lo encuentra en la nouvelle cuisine sino en sus orígenes sencillos. En el camino, también como en Ciudadano Kane, nos hablan de Pierre sus familiares, amantes, vecinos e incluso su gato.
Y Pierre termina diciendo: comer no es la cuestión, tampoco vivir, sino saber por qué. En el nombre del padre, del hijo y del buñuelo, amén.
MOTÍN EN LA BOUNTY. John Boyne. Salamandra, 2008
Recuerdo haber pensado que mi vida consistía sólo en dos cosas: remar para impulsar el bote y dormir. La conversación se había extinguido, las discusiones se habían evaporado y apenas quedaba algún rescoldo de nuestra esperanza.
La que nos parece la novela más lograda del autor de El niño del pijama de rayas no nos traslada a ninguna guerra en tierra, como es habitual en casi todas sus obras, sino a la que se organizó al borde de la fragata HMS Bounty en 1789, año del comienzo de la Revolución Francesa. Narra la historia, a modo de flashback, el marino John Jacob Turnstile, jovenzuelo que vagaba en las calles de Portsmouth hasta que se le presentó, como tabla de salvación, la posibilidad de embarcarse en este navío británico con Tahití como destino.
Lo mejor de esta historia, a nuestro juicio, está en los retratos tan variopintos de los marines del barco y de sus distintas actitudes ante la sublevación, y en la importancia dada al valor de la lealtad y la paciencia.
ARTE. Yasmina Reza. Anagrama, 1999
Que Sergio se haya comprado ese cuadro me supera, me inquieta, me provoca una angustia indefinida.
Este éxito teatral tan premiado como traducido a mediados de los noventa nos hace pensar irremediablemente en películas, como Un dios salvaje o Agosto, en las que una excusa más o menos nimia prende la mecha de un conflicto de personalidades (las de tres amigos en este caso) que se nos van desvelando en toda su complejidad, primero lentamente, después con violencia y sin ahorrarnos turbulencias.
En este caso la compra por parte de uno de ellos de una obra de arte, “una tela blanca, con unas líneas blancas transversales”, que ha adquirido por cinco millones de pesetas, desencadena un torrente de emociones y críticas personales del que ninguno de los tres se salva. En Arte se nos habla de la dificultad de la comprensión del arte contemporáneo, pero sobre todo de la enorme fragilidad de nuestras relaciones sociales. Su lectura es breve y no tiene desperdicio.
EL CASO COLLINI. Ferdinand von Schirach. Salamandra, 2013
¿Sobreseyó el ministerio fiscal de Stuttgart el proceso contra Hans Meyer porque el fusilamiento de partisanos estaba autorizado?
Aquí conocimos primero a Ferdinand von Schirach, abogado reconvertido en autor de inquietantes relatos de suspense y juicios no siempre justos, gracias a Crímenes y Culpa, pero la última de sus obras en traducirse al castellano, El caso Collini, es en realidad su primera novela.
Con su estilo sobrio, conciso y llamativamente objetivo, Schirach nos narra en este caso una única historia criminal en la que el acusado es, como ocurre en muchas de sus historias inspiradas en casos reales, un asesino de conducta, por lo demás, intachable: Fabrizio Collini, discreto empleado de Mercedes-Benz, que, tras jubilarse, decide acabar, a sangre fría y sin asomo de piedad ni arrepentimiento, con la vida de un anciano empresario. Sus razones se hunden en el pasado familiar de ambos y se nos desvelan despacio y con la asepsia propia del escritor alemán, quien también subraya, aunque sin entrar en críticas explícitas, las deficiencias del funcionamiento de la justicia en su país (y en casi todos).
LA SONRISA DE LA GIOCONDA. Luis Racionero. Planeta, 1999
Las promesas engañan, el tiempo decepciona, la muerte burla los cuidados, las ansiedades de la vida son nada. ¿Para qué escribo entonces? Lo que pueda decirte sólo servirá cuando lo vivas tú mismo.
Estas noveladas memorias de Leonardo Da Vinci dirigidas a su joven amante Francesco nos trasladan al refinado ambiente artístico de Florencia, Roma y Milán durante el Renacimiento pero sobre todo nos gustan por el derroche de estilo de Racionero y por sus conclusiones sobre la vida, sus etapas, el poder o la belleza desde la piel del artista anciano.
Aunque contenga información sobre los posibles simbolismos que pueblan la obra del genio, sobre sus técnicas y el tiempo histórico que conoció, valoramos sobre todo el tono intimista de La sonrisa y su sensibilidad a la hora de introducirnos en los medios de un artista, mitad hombre mitad mito, para autoexplicar su vida, logros y forma de ser.
LAS UVAS DE LA IRA. John Steinbeck. Cátedra, 1989
Las mujeres miraron a los hombres, los miraron para ver si al fin se derrumbarían. Las mujeres permanecieron calladas, de pie, mirando. Y en donde un grupo de hombres se juntaba, el miedo dejaba sus rostros y la furia ocupaba su lugar. Y las mujeres suspiraron de alivio porque sabían que todo iba bien, que esta vez tampoco se irían abajo; y que nunca lo harían en tanto que el miedo pudiera transformarse en ira.
No es la novela más accesible de Steinbeck (los no iniciados pueden disfrutar más con De ratones y hombres y, sobre todo, con La perla), pero en Las uvas de la ira Steinbeck no ahorró páginas ni crudeza a la hora de mostrarnos, con su habitual compromiso, el impacto de la pobreza de los años treinta en una depauperada familia que constantemente busca salida a su situación desesperada.
Marcado él mismo por la crisis del 29 y conocedor, antes de sus treinta, del éxodo rural masivo del norte hacia el sur y de las pobres condiciones de vida de los jornaleros emigrantes, Steinbeck desplegó en Las uvas de la ira, con profundidad pero sin diatribas moralizantes, un friso social de personajes tan desamparados como luchadores.
Ha tenido más ediciones, pero mencionamos ésta por ser la primera completa y literal en castellano.
PARAÍSO INHABITADO. Ana María Matute. Destino, 2010
Nací cuando mis padres ya no se querían.
De Ana María Matute puede conocerse lo mejor en cualquiera de sus novelas, pero en ésta, que narra la historia de la niñez de Adriana, su amigo imaginario y el mundo paralelo que diseña para huir de una familia triste, su nostalgia de infancias no necesariamente felices nos deja un especial buen sabor.
Paraíso inhabitado gusta a adultos que quieren recordar que hubo un tiempo en que dentro de ellos había refugios no hostiles de fantasía y a lectores adolescentes aficionados a leer historias donde son tratados como seres inteligentes.
EL MAPA Y EL TERRITORIO. Michael Houellebecq. Anagrama, 2011
Lo que define ante todo al hombre occidental es el puesto que ocupa en el proceso de producción, y no su estatuto de reproductor.
Escéptica, nihilista, macabra y plagada de algunas verdades moderadamente provocadoras; así es El mapa y el territorio, planteada con un mayor clasicismo que Las partículas elementales o La posibilidad de una isla en cuanto a estructura narrativa y descripción de la psicología de sus personajes. Houllebecq toma la suficiente distancia respecto a sí mismo para convertirse en un personaje más (que deviene cadáver hecho Pollock), pero no tanta como para no incorporar sus irónicas ideas sobre sí mismo como escritor y como persona de escasa vida social, tanto como su amigo Jed Martin, artista que hablaba más con su caldera que con sus semejantes. Familia, dinero y sexo son ajusticiados a la par que tratados con cierta ternura, como la especie humana en general, que tiende a la aniquilación, eso sí.