NUESTROS LIBROS: Último día en Budapest

11/12/2025

Sándor Marai. Último día en BudapestLos escritores han desaparecido de la ciudad, y también el crédito. Ahora sólo quedan guionistas.

En su labor de paulatina edición en castellano de la producción de Sándor Márai, Salamandra ha publicado este pasado mes de noviembre Último día en Budapest, obra que el húngaro escribió en 1940, cuando habría de permanecer ocho años más en su país antes de emprender el exilio europeo y americano.

Se acompaña la novela de un prólogo del propio autor escrito en 1978, justo cuando este relato iba a ver la luz en alemán, en el que aportaba datos relevantes sobre su protagonista, sobre todo para el lector extranjero: Simbad es Gyula Krúdy, otro periodista y literato magiar que había fallecido en los años treinta y que es considerado maestro del mismo Márai. Krúdy fue popular especialmente durante la I Guerra Mundial y la Revolución de 1956, pero su legado sería prácticamente olvidado en varias etapas de su vida -la moderación no era su virtud, ni en el juego ni en la bebida ni en el amor-, y también después de ella, hasta su reivindicación por Márai en este trabajo, que en buena medida recupera el estilo de monólogo interior del que se valió Krúdy en su momento.

Último día en Budapest no es una biografía, sino una inmersión en un día de mayo -no del todo cualquiera- de la vida de Simbad, en la que se entrelazan elementos reales y ficcionados y en la que este personaje, al que se refiere Márai como príncipe de incógnito, conduce al lector por escenarios de Budapest en los que en otro tiempo recalaron intelectuales y se cultivaba la finura. Unos escenarios que resultan propicios al escritor, además, para reflexionar sobre el pasado y el presente de las costumbres húngaras y sobre las teóricas esencias de este país, al que el autor (ambos autores, con toda probabilidad) ama y del que se duele.

En su camino lo acompañan secundarios que, sin dejar nunca de serlo, resultan también significativos -se nos presentan casi como escuderos leales, que le proporcionan los consejos razonables, que procuran que regrese a casa cuando conviene-. Todos lo conocen bien y lo tratan con una deferencia que parece responder más al recuerdo de lo que Simbad fue que a su estatus vigente: a un respeto decoroso, y hoy casi romántico, a la persona y no a su momentánea fama.

La memoria nutre este texto, marcado por la nostalgia de principio a fin: no sólo dirigida hacia Krúdy y su literatura, sino también a la Hungría que él volcó en su obra, y que Márai trata de recrear desde la sensualidad. Último día en Budapest está repleta de miradas curiosas a paseantes muy diversos, de olores, de sabores deliciosos y de sensaciones ligadas al transcurso de las estaciones en el campo o la ciudad y a diferentes etapas de la vida. Lo expresó claramente en el preámbulo el autor de El último encuentro: Mi intención era evocar no sólo al maestro desaparecido, sino también esa otra Hungría que, ya en aquella época, casi había dejado de existir salvo en la literatura.

La de quienes, con las monedas contadas, salían a comprar un vestido a su hija, pero -irresponsable y deliciosamente- llenaban sus horas de baños turcos y cafés, estos últimos con nombres como Chicago o Londres, única curiosidad internacional de quienes no tenían interés por alejarse del Danubio.

Busto de Sándor Marai en Budapest

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