RELATOS SALVAJES
Una novia que conoce, el mismo día de su boda y en pleno banquete, la infidelidad de su marido; un conductor encantado de conocerse y de estrenar cochazo al que un energúmeno entorpece el camino, un eficaz empleado y padre de familia multado sin razón que en horas pierde su trabajo y a su mujer, una camarera ante la disyuntiva de atender a quien arruinó la vida de su familia, un empleado de hogar que por dinero acepta ser culpable ante la justicia de atropellar a una embarazada y un amargado al que su novia dejó, al que su profesora suspendió y sus padres marcaron para mal son los protagonistas de Relatos salvajes, tercera película del director argentino Damián Szifrón, que se mueve entre lo social y un cierto toque irreal o fantástico.
Se trata de seis cuentos breves con la violencia cotidiana, la pérdida del “control”, como denominador común; una violencia que, aunque injustificable, nos resulta (inquietantemente) comprensible y cercana. Precisamente en la reacción del espectador y en sus preguntas reside, seguramente, lo más interesante de la película, porque todos podemos pasar, o pasamos, por situaciones similares a las que se plantean, que no por duras son poco habituales: ¿reaccionamos o reaccionaríamos igual? ¿sentimos placer al ver en la pantalla desatarse emociones a las que nos gustaría dar rienda suelta, y no lo hacemos? ¿nuestra animalidad, más o menos dormida, necesita abrirse hueco o podemos dominarla?
Todo el elenco de actores cumple con papeles difíciles, pero, una vez más, no queda otra que rendirse ante Ricardo Darín, el ingeniero bombita, que nos conduce, como todos pero más que ninguno, a la empatía: Yo estoy describiendo una realidad, ¿dónde está la violencia?.
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PERDIDA
Como la también reciente La desaparición de Eleanor Rigby, Perdida gira en torno a una desaparición y aborda los entresijos de un matrimonio, pero en un tono completamente distinto, infinitamente más negro, escéptico y crudo.
Tras presentarnos a una pareja supuestamente idílica (Ben Affleck y Rosamund Pike) en la que, ya desde el comienzo, sobrevuela una excesiva importancia dada a las apariencias, ella desaparece, dejando, eso sí, muchos rastros. La calma con que él afronta el trago levanta sospechas, y pronto es acusado, popularmente y en los medios, de asesinato: uno de los puntos fuertes de la película de Fincher es su crítica nada velada al populismo y la nula capacidad crítica de algunos medios de comunicación.
De la culpabilidad o inocencia del marido, y esto es mérito de Affleck, dudamos durante más de la mitad del filme, que juega a intercalar los puntos de vista del uno y la otra y a desafiarnos en nuestra tendencia como espectadores por adelantar finales y por establecer líneas divisorias entre buenos y malos en base a unas apariencias que siempre se quedan en eso, en apariencias; en Perdida nadie queda limpio (la vida mancha), a los puntos oscuros de una mitad de la pareja se corresponden los negrísimos agujeros de la otra mitad y las relaciones amorosas quedan “reducidas” a un juego de intereses, dependencia y tensión en el que las dos partes tienen mucho que perder y poco que ganar.
En las casi dos horas y media en que Amy (Rosamund Pike) permanece perdida, en sentido físico y en el de no encontrar el norte, mantenemos la tensión y el interés: Fincher sabe mucho del manejo de los tiempos. El desenlace, aunque invita a la reflexión, no alcanza la importancia del desarrollo de la película, realmente atractivo pese a sus excesos.
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MAGICAL GIRL
Tan buena como inclasificable es la película de Carlos Vermut triunfadora en el Festival de San Sebastián. Arriesgada y original, reúne elementos del thriller y del melodrama, pero podríamos entenderla como un cuento fantástico y cruel en el que personajes que al espectador le resultan buena gente cometen o se someten a desmanes absolutos con el fin de ayudarse unos a otros o de no causar males mayores.
Los caminos vitales de una mujer torturada (Bárbara Lennie), un antiguo profesor de ella que le es extremadamente leal (la voz José Sacristán), una niña enferma llena de vida (Lucía Pollán) y su padre, que trata de hacerla feliz a toda costa (Luis Bermejo) se entrecruzan casualmente con consecuencias fatales. Vermut ha estructurado la trama en tres capítulos: Mundo, Demonio y Carne, enemigos para el alma en el contexto de la fe católica a los que se enfrenta cada personaje.
En Magical Girl importa, y mucho, la estética (minimalista, en espacios y ropa); la música, el ritmo interno dado por los encuadres y la labor de los actores, todos muy acertados, y, sobre todo, la interpretación libre que pueda dar el público, la pieza que falta en el puzzle; en palabras de Vermut, seres sensibles a los que hay que dejar trabajar.
Desde el mismo título, en la película se transforma lo cotidiano en lo inesperado, lo exótico e incontrolable, a través de una herramienta: el chantaje. Volviendo a Relatos salvajes, ¿todos podemos caer en la violencia? ¿nuestro “decoro” moral depende de las circunstancias? ¿somos racionales o irracionales?
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DIPLOMACIA
La última obra de Volker Schlöndorff (El tambor de hojalata) sobresale por el trabajo de dos pesos pesados que construyen prácticamente solos esta oda al valor de la persuasión, del diálogo y la compasión: Niels Arestrup, interpretando a un general nazi dispuesto a destruir París por capricho de Hitler, y André Dussollier, como embajador sueco que trata de impedir que lleve adelante sus planes apelando a la lógica, a los buenos sentimientos, a la belleza de la ciudad y también a las repercusiones futuras para Alemania de una acción así.
Cobran importancia gestos, miradas, toques de ironía y sutilezas. Diplomacia deja un inevitable buen sabor de boca, un poso de esperanza subrayado por las aclaraciones históricas finales. Su proyección se acompaña de la de un corto futurista al inicio, La gran invención de Fernando Trias de Bes, de fuerte carga política en relación con la actualidad económica en Europa.
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