¿Tenéis la sensación de que casi cada película relativa al universo de Hollywood rodada en las últimas décadas, o más allá, desde 1950, tiene ecos, referencias claras o parece estar cortada por el mismo patrón que El crepúsculo de los dioses?
Tenéis razón, y, en el fondo, no hay ninguna razón para que no sea así: el de Billy Wilder es el drama más importante que se haya filmado sobre el mundo del cine, también quizá el más absurdo y puede que el más realista. Desde que se estrenó en 1950, El crepúsculo ha multiplicado y redoblado su aura hasta situarse, en casi cualquier lista, entre las mejores películas de la era de los estudios.
Uno de los primeros filmes en inclinarse ante el altar de la obra de Wilder fue La estrella (1952), con Bette Davis como protagonista. Interpretaba a Margaret Elliott, que es, como Norma Desmond, un manojo de nervios y una vieja gloria neurótica. De hecho, sería capaz de matar a cualquiera que se interpusiese entre ella y su vuelta al trabajo, y eso que solo lleva tres años sin estrenar (Norma acumulaba más de veinte). Elliott, a diferencia del personaje de Swanson, está en la ruina, la han echado de su apartamento, sus propiedades han sido subastadas y quienes la rodean son solo una molestia.
Hay una secuencia que remite de forma muy clara a El crepúsculo: la persecución de coches en la que la policía persigue a Bette porque conduce borracha. Margaret y Norma comparten también delirio: cuando meten a Margaret en la cárcel y su hija (Natalie Wood) se entera, su madre le dice que se trata de un montaje publicitario. Además, Bette pronuncia varias frases que bien podrían ser de Norma: ¡No me toques con esas manos de diez por ciento!, Todo lo que necesito es una buena película, Tú ves, el público recuerda o Si eres una estrella, nunca dejas de ser una estrella. A R.J podríamos considerarlo el alter ego de De Mille.
Chaplin también recogió algunas ideas de El crepúsculo en Candilejas, como los atormentados intentos de regreso del comediante Calvero y sus quejas sentimentales, y en 1954 George Cukor le hizo un gracioso homenaje en Ha nacido una estrella, a través de alusiones subliminales. Al principio de la película, alguien menciona Sunset Boulevard, y otro alude a “una pequeña chica de la Paramount”. La boca de Judy Garland, y luego un ojo, son despiadadamente aumentados por un pequeño espejo redondo dentro de otro grande rectangular, recordando el primer plano estremecedor de Norma Desmond previo a la gloriosa escena de la escalera.
La Vicki Lester de Garland, una recién llegada al medio, entra en un estudio de fotografía donde el fotógrafo ha colgado del techo palomitas artificiales. Cuando tropieza ella con una, nos recuerda al micrófono de la Paramount que toca la pluma de pavo real en el sombrero de Norma. En la principal sala del estudio, un proyector ciega a Garland como un foco en el de De Mille deslumbraba a Swanson, y cuando Lester representa ante su marido una parodia del número musical que está rodando, la secuencia hace un guiño a las imitaciones de Norma de las películas de Chaplin y Mack Sennett. Hacia el final de Ha nacido una estrella, James Mason (Norman Maine) desciende la escalera de un sanatorio en una imitación, un punto grotesca, de la Swanson.
Rebelde sin causa (1955) también es fuente de homenajes a El crepúsculo de los dioses, en el comienzo de forma explícita. Natalie Wood le dice a James Dean mientras van al colegio: La vida me está demoliendo. Y la respuesta de Dean (La vida puede ser hermosa) es la frase burlona que Holden le dice a Nancy Olson en la fiesta de Año Nuevo en El crepúsculo; ambos, además, la pronuncian de forma parecida. Hay que señalar que, en realidad, esta frase era un latiguillo en Estados Unidos desde los cuarenta y el título de una radionovela que se emitió entre 1938 y 1954.
La casa de Desmond también hace una aparición inesperada en Rebelde: desde el Observatorio Griffith hay un plano largo de ella desde muy lejos y Sal Mineo le señala a Dean que allí no vive nadie. Después, Dean, Mineo y Wood visitan la casa (probablemente una recreación) por la noche, y encuentran una mansión fantasmagórica en la que la piscina – que podemos contemplar en una toma desde arriba- está vacía.
En Jeanne Eagels (1957), Kim Novak, la protagonista, engaña a una actriz mayor llamada Elsie Desmond (Virginia Grey) para obtener un papel en una obra teatral. Durante una representación de la misma, Desmond la espera entre bambalinas para vengarse, y su cara al desearle a Eagels “toda la mala suerte” nos hace pensar en Norma tanto como su apellido.
También The Goddess presenta a Kim Stanley como una actriz neurótica que vive en una casa llena de fotos suyas enmarcadas, y en De repente el último verano (ambas pelis son del 58), la escena final de Katherine Hepburn es una imagen en el espejo de la de la Swanson. Si Norma en las escaleras se vuelve Salomé, Violet Venable evoca a Jocasta mientras sube, con la mirada emocionada, en el ascensor.
Es posible también que Hitchcock mirase a El crepúsculo cuando hizo Psicosis, en 1960. El dormitorio de la señora Bates es una versión victoriana de clase media del tocador ultrabarroco de la Desmond. Ambos estilos eran entonces anticuados y transmitían un aire de depravación. Y si nos imaginamos a Norma en Roma, es posible que se nos pase por la cabeza La primavera romana de la señora Stone, de José Quintero, tomada de una novela breve de Tennessee Williams, con su fiesta de gigolós, sus enredos y sus deseos prohibidos. Sabemos que Williams escribió su obra antes de ver el filme de Wilder, pero cuando lo vio, comentó que le había parecido “maravillosamente horrible”.
Robert Aldrich también se fijo mucho, mucho, en El crepúsculo en ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), su película de horror sobre los valores familiares. Bette Davis interpreta el papel de una mutante Norma Desmond. Se toman prestadas además, entre otras cosas, el falso correo de admiradores para Norma Desmond, que se convierte en auténtico correo de admiradores para Blanche, interceptado por Jane y desechado, y un coche obsoleto. Además, podemos entender la danza de Baby Jane en la playa de Malibú como el equivalente a la escena de Norma en las escaleras.
En Dulce pájaro de juventud (1962), una figura a lo Stroheim enciende el cigarrillo de Alexandra Lago mientras ella baja una escalera opulenta y algunos diálogos del guión suenan como reverberaciones de una cámara de El crepúsculo. En la peli de Richard Brooks, Geraldine Page dice Cuando te retiras del cine, no hay lugar donde retirarse o Hay algo, que Dios nos perdone, llamado primer plano, y su gigoló Paul Newman le dice a la actriz: Me gustas. Eres un bello monstruo, como Joe Gillis le dijo a Desmond: Eres la única persona en esta asquerosa ciudad que ha sido buena conmigo.
En los años setenta, quizá la alusión más divertida a El crepúsculo de los dioses la encontremos en Los chicos de la banda (1970), cuando Emory dice: No estoy lista para mi primer plano, señor De Mille. Tampoco lo estaré en las próximas dos semanas.
Caliente (1972), producida por Warhol y dirigida por Paul Morrissey, puede definirse como un conjunto turbio de variaciones en torno al tema de Billy Wilder, y comienza con la leyenda: En 1971 otro estudio cinematográfico, los terrenos de la Fox en Sunset Boulevard, ha sido demolido. En la primera secuencia, Joe Dallesandro camina por las ruinas que quedan de la Fox, en alusión a las fotos de Gloria Swanson de 1960 en las ruinas del cine Roxy.
Dallesandro interpreta a Joe, llamado como Gillis, y como él una suerte de gigoló. Joe, como Sylvia Miles (Sally Todd) es una antigua estrella televisiva. Ella está arruinada “dentro de un elefante blanco con 3 habitaciones” y un Cadillac de dieciocho años. Cuando Dallesandro la abandona, ella trata de matarlo pero el arma está rota.
En Queridísima mamá (1981) también es trazable un paralelismo entre los personajes de Faye Dunaway y Swanson; en Cotton Club (1984), que transcurre en los veinte, aparece una Gloria Swanson regular interpretada por Diane Venora y las referencias a la obra de Wilder también son constantes en El juego de Hollywood de Robert Altman (1992) y los sinuosos movimientos de manos de Norma son evocados por Lisa Marie en Ed Wood de Tim Burton.
En Grandes esperanzas (1998), de Cuarón, Anne Bancroft interpreta a Nora Dinsmore como homenaje a Desmond, y el emblema sobre su villa ruinosa en Florida es ND.
Mullholand Drive (2001) de Lynch también contiene conocidas referencias al prodigio de Wilder (denuncia de la hipocresía hollywoodiense, deseo de los recién llegados allí por despuntar, el nombre común de dos mujeres – Betty Schaefer – o el inicio, con Los Ángeles al fondo, y los carteles de Sunset Boulevard o Mullholand Drive).
Y un detalle más: el guionista de American Beauty, Alan Ball, toma prestada una página de El crepúsculo de los dioses en el inicio, cuando la voz en off de Kevin Spacey nos informa de que en un año estará muerto.