Los archivos del Pentágono, las conciencias en vilo

26/01/2018

fuerademenu_archivospentagonoApenas han pasado un par de años desde que Hollywood nos regalará una buena cinta sobre el poder del periodismo a la hora de destapar abusos, una reivindicación desde el pasado de la importancia de este sector con o sin Internet, Spotlight, y Spielberg ha decidido ofrecernos, con su ritmo palpitante habitual, las adecuadas dosis de intriga y una evidente lectura actual, otra gran historia sobre la relevancia de la libertad de prensa como bien de servicio social.

Ha viajado al pasado, a comienzos de los setenta, para revivir la filtración de centenares de folios del archivo del Pentágono que cuestionaban la permanencia de Estados Unidos en una guerra de Vietnam cuya derrota era más que anticipada. En un primer momento los publicó el New York Times y las críticas y la acción de la justicia cayeron sobre este medio, quizá el periódico estadounidense más influyente de antes y de hoy. Pero poco después, cuando un juez prohibió a ese diario seguir publicándolos, las fotocopias llegaron con misterio a la redacción de The Washington Post, entonces dirigido por Katherine Graham. La influencia pública y profesional de esta mujer era entonces apabullante, y sin embargo en los círculos que dirigían el periódico, círculos del todo masculinos, ella era continuamente ninguneada y cuestionada. Contra la opinión de casi todos (no de los periodistas) decidió correr el riesgo enorme de publicar, enfrentándose al cierre, a la cárcel y al fin de una empresa que había pertenecido a su familia durante generaciones. Se rebeló contra todo, quizá también contra sí misma, probablemente perdió amistades (políticas) y, sin embargo, publicó. También recibió el favor judicial por haber hecho prevalecer el servicio de información a la población sobre cualquier otro interés. Pudo salir muy mal, pero salió bien.

Spielberg homenajea la integridad de quienes defienden su oficio y, llevada a la actualidad, también impulsa el debate: sobre si este tipo de situaciones son susceptibles de volver a repetirse, sobre cuál sería su desenlace, y sobre el rol del periodismo en tiempos de Internet… y de Trump. Probablemente este sea uno de los filmes más sociales del director, aunque tan apasionante como analizar ese trasfondo resulta asistir a las dudas éticas de Katherine (Meryl Streep) y Ben Bradlee (Tom Hanks) en torno a sus fiestas y cenas con políticos y la compatibilidad de esa amistad con su obligación de informar. También presta atención deliberada Spielberg, en más de una ocasión, al rol que Katherine puede constituir como modelo femenino de trabajo y de ejercicio del poder (son muchas las jóvenes que en la película la miran y rodean con devoción, frente al paternalismo y condescendencia de los miembros del consejo del periódico).

Ambos –era de esperar– contribuyen con interpretaciones enormes a envolvernos en una historia fascinante que solo tiene como menor punto flaco cierto maniqueísmo en las alusiones a la política. Para saber más… una lectura muy recomendable es Una historia personal, las memorias de Graham.

Comentarios