Hace unos días os hablamos en esta sección del argumento, a la vez cercano y oscuro, y de las relaciones con las artes plásticas de uno de los cortos de animación que han sido nominados a la próxima edición de los Goya: Amanece la noche más larga. A través de una conversación de los cuatro jinetes del Apocalipsis inspirada en un relato de Ángel de la Cruz Blanco, la obra se caracteriza tanto por su riqueza visual como por su contenido crítico ante males que no han dejado de acecharnos y ante nuestra inacción.
Hemos charlado con sus directores, Lorena Ares y Carlos F. de Vigo:
Amanece la noche más larga se inspira en un relato de Ángel de la Cruz, La muerte tenía un pecio, que se escribió hace cuatro años y que, aunque trate asuntos que son atemporales (la crueldad de las guerras y del hambre, evitables; nuestro lado oscuro), en los últimos años ha ganado vigencia. Después de la pandemia y de la guerra de Ucrania, a estos jinetes ya no podemos verlos como seres legendarios, que nos hablan desde un plano distinto, sino como figuras cercanas que han llamado casi a nuestra puerta. ¿Estos acontecimientos últimos os han llevado a introducir algún cambio en el planteamiento de la obra?
Alguno, pero muy anecdótico. Por ejemplo, cuando empezaron a utilizarse las mascarillas de forma masiva, decidimos añadir una en la arena de la playa, pues enseguida vimos que se iban a traducir en un nuevo problema medioambiental y que, como casi todos nuestros residuos, terminarían en el mar. Esa referencia nos permitía generar una conexión emocional con la pandemia y mostrarla como un elemento atemporal, pues tanto se puede interpretar como algo del pasado como del presente. Pero lo cierto es que, al margen de ese detalle y alguno más, este cortometraje es el resultado de una percepción que tenemos desde hace muchos años: y es que nos aproximamos a un punto de giro, un cambio de era que, por desgracia, arrastra la inacción y pasividad de un gran número de personas, permitiendo que algunos movimientos prosperen en una suerte de darwinismo del mal. Creemos que vivimos días en los que es fundamental que las buenas personas den un paso adelante para diseñar el futuro que deseamos para nosotros y nuestros hijos.
¿En qué medida pensáis que la actualidad va a hacer que los espectadores se aproximen a ella de manera distinta?
La actualidad no está siendo sino el primer paso hacia ese futuro que vemos venir y que ha inspirado esta historia, siendo su incómodo escenario. Caminamos hacia una realidad sin pensamiento crítico, sin diálogo ni respeto por la pluralidad de opinión, un futuro en el que el individuo como ser trascendente desaparece cancelado por las verdades únicas y los discursos oficiales, en el que el miedo es un mecanismo de control que nos anestesia. Aceptamos lo que vemos, culpamos a terceros y seguimos con nuestras vidas.
Creemos que, en general, muchos compartirán nuestra visión en términos de crítica y que la realidad actual alimentará esa propuesta, y creo que a otros les generará cierto rechazo el hecho de que señalemos la responsabilidad individual (la nuestra incluida), por la cercanía de las terribles imágenes asociadas a la actualidad. En todo caso lo que hemos buscado, y creemos que con éxito, es que el corto deje a la mayoría reflexionando, interpretando sus emociones, buscando verbalizar lo que han visto, y pensamos que ello sucede cuando las capas más subliminales han conectado con el espectador, susurrando una verdad incómoda que habitualmente tenemos ahogada.
Casi desde el primer fotograma se hacen presentes las alusiones a pinturas de artistas que pueden ser fácilmente evocados por un público amplio y habéis explicado que buscabais que pudiéramos sentirnos en un museo, viendo el corto. ¿En qué punto de la preparación de Amanece la noche… decidisteis ofrecer ese enfoque artístico?
Nos gusta decir que esta pieza responde a la decisión consciente que adoptamos de dejar a nuestro subconsciente hablar con sinceridad. No fue una decisión fácil y, por supuesto, no está exenta de riesgo para nosotros como artistas, pero fue un camino honesto hacia una visión que creemos inevitable y al mismo tiempo, ridículamente previsible. En este sentido, te confesaremos que la última versión de guion y la creación de personajes de Uxue Azkona fueron procesos paralelos y que se retroalimentaron hacia la pieza final. En cierto sentido, los tres asumimos el riesgo y la responsabilidad. Y ese camino nos llevó a la natural conclusión (visto con perspectiva) de proponer una trampa al espectador, pues le invitamos a una exposición de planos que buscan ser cuadros, que invitan a una contemplación estética y en la distancia, pero enseguida lo empujamos a convertirse en el motivo de la obra y en diana de la crítica a través de los diálogos de los personajes y la evolución de la narrativa cinematográfica. Otro elemento que nos parece relevante, a propósito de la experiencia del espectador, es la realización por capas, pues el corto lo construimos en forma de estratos sedimentarios en los que vamos sumando diferentes niveles que refuerzan el mensaje, con el objetivo de generar una visceral sensación que es la que, creemos, todos debemos sentir ante el futuro que se acerca.
Esta pieza responde a la decisión consciente que adoptamos de dejar a nuestro subconsciente hablar con sinceridad.
¿Siempre tuvisteis claros esos referentes de Goya, Turner o Bacon? ¿Qué otras influencias estéticas podrán detectar el espectador?
Siempre tuvimos claro el tono y sí, los tres artistas que mencionas fueron un mantra que nos acompañaron durante años. Pero también nos exigimos sumar, siempre desde la humildad, y arriesgar compartiendo nuestra visión. Creo que la mejor muestra es el diseño de personajes: son descarnados, algunos incluyen ciertos matices, como el rostro de Guerra que está inspirado en el símbolo de la contaminación por radioactividad o el personaje de Muerte, que simboliza el cambio más allá de la muerte, el alfa y el omega que vemos en los contadores detrás de ella, y dentro de esta simbología trabajamos su torso como si fuesen unos genitales femeninos: muerte y nacimiento en uno. En la escena onírica de Peste, trabajamos más dentro de un estilo de viñeta de cómic, en blanco y negro. Ya que Peste nos habla de modernidad, queríamos utilizar un ritmo más frenético y unos visuales casi tipo Motion Graphics. Y en la escena onírica de Hambre, nos inclinamos por un estilo de vídeo corporativo, para reforzar el mensaje que nos trasladaba a un mundo industrial deshumanizado.
La iluminación general tira mucho del claroscuro barroco y los paisajes del romanticismo. Usamos una iluminación más suave en los exteriores para crear una sensación menos dramática que la que queríamos conseguir en el interior, pues es ahí donde transcurren las escenas más “violentas”.
Por último, Carlos es un amante de las imágenes ocultas como un recurso para susurrar al subconsciente, y no podemos dejar de citar a Dalí. Si bien el estilo pictórico no tiene mucho en común, la construcción de algunos espacios y objetos está hecha desde un punto de vista surrealista, en el que varios objetos forman una figura que aporta una segunda capa a la comprensión del mensaje, lo que vendrían a ser las pinturas ocultas. Esto lo utilizamos en el camarote de Muerte, en el que podemos ver cómo varios cuerpos de una vidriera se entrelazan, formando un cerebro, y según el tiro de cámara, ese cerebro pasa a formar parte de un cráneo. Todo para inferir que esta conversación sobre el cambio y los miedos está teniendo lugar en nuestro interior y que es una decisión individual, pues el foco de la reflexión está ahí: en la responsabilidad individual.
Invitamos al espectador a una exposición de planos que buscan ser cuadros, que invitan a una contemplación estética y en la distancia, pero enseguida lo empujamos a convertirse en el motivo de la obra y en diana de la crítica.
La presentación de la película se ha acompañado de una exposición interactiva de Realidad Aumentada que ya ha podido verse en Gran Canaria y Bucarest, con la colaboración del Instituto Cervantes. ¿Podéis explicarnos en qué consistió y si hay citas programadas donde se mostrará próximamente? ¿Pensáis que el corto es un género especialmente propicio para experimentar en las relaciones entre arte y tecnología?
Cuando estábamos en plena producción, diseñamos la exposición con la participación de la directora de arte. El discurso del cortometraje es autoconclusivo, en términos narrativos, pero el discurso completo incluye esta exposición. Porque si la crítica social del producto audiovisual se apoya en la técnica del óleo, creíamos y hemos comprobado que, acertadamente, el discurso se completa haciendo una exposición invisible (solo visible a través de la Realidad Aumentada) y que te arrastra al formato digital más de vanguardia (que no por ello aceptado y sí polémico en varios círculos), que es el NFT. Una vez más invitando a la reflexión.
Siempre vimos coherencia en esta experiencia de realidad aumentada que nos lleva a un contexto inmaterial (como lo es el espacio que representa el cortometraje), y que nos permite conectar de manera muy intuitiva el concepto de óleo con el de un NFT, redundando en la idea de ciclo y repetición que recoge la película.
No te voy a ocultar que estábamos muy nerviosos en Animayo por ver la respuesta del público cuando se inauguró, pero enseguida vimos a jóvenes y mayores entrando al discurso y debatiendo el mensaje, y ese fue un instante realmente bonito. Volver a disfrutarlo en Bucarest, de la mano del Instituto Cervantes, ha sido un orgullo para todo el equipo y una nueva experiencia inolvidable, esta vez en el este de Europa con un público internacional y la constatación del carácter, no solo atemporal que buscábamos, sino también intercultural de la obra.
Esta última semana hemos podido disfrutar la exposición en la Escuela de Arte Pancho Lasso, de la mano de Animayo Lanzarote, y hay otras exposiciones en camino.
Además de por la calidad técnica de la animación y el mimo estético en las figuras y los espacios, vuestro trabajo destaca por ser un llamamiento a la acción ante todas las injusticias que los jinetes van desgranando, desde el sadismo excepto Muerte. Y se advierte así desde el lema inicial de Burke de que lo único que necesita el mal para triunfar es que las buenas personas no hagan nada. ¿Os parece que, en estos últimos años, durante el proceso de elaboración del corto, el compromiso social contra la pobreza, la violencia, ha avanzado o más bien que el contexto nos ha superado y es mayor el peligro de esa inacción?
Pensando en la sociedad occidental puede que se esté dando un proceso de programación y, de estar sucediendo, no ha hecho más que empezar, empujándonos hacia un estado de anestesia, en gran parte por la falta de pensamiento crítico y libertades autolimitadas por los miedos: miedo a la cancelación, miedo a la crítica, miedo a perder tu trabajo, miedo, en definitiva, a quedarte fuera del sistema, a que la sociedad te convierta en un paria. También parece que se está reduciendo el espacio de diálogo y la celebración de la diversidad de pensamiento y, por si fuera poco, la tecnología, cada día, nos lo pone más fácil: ahora, con la inminente llegada de las monedas digitales y la inteligencia artificial, el control puede alcanzar cotas inimaginables.
Con todo ello, la intervención individual queda a la vez diluida y señalada, mala combinación, y quedamos a expensas de las decisiones de los entes que tengan el control. No decimos que haya una familia en la oscuridad que maneje los hilos, sino que esas entidades organizativas adquieren vida propia a través de las interrelaciones entre sus miembros y, como seres vivos, acaban por tener objetivos y necesidades que no tienen por qué ser idénticos a los de la sociedad que los sustenta a través de su trabajo, confiriéndoles credibilidad y legitimidad. Míralo de esta forma: ¿Cuántas personas conoces que deseen la guerra, o que haya hambre o que el mar esté infestado de microplásticos?
Probablemente ninguna y, sin embargo, sucede. Podemos echar la culpa a un loco por aquí o a una misteriosa multinacional oscura por allá… pero la realidad es que el poder está realmente en manos de mayoría, solo que lo hemos olvidado y nos repetimos “¿yo qué voy a hacer?”; eso sí, nos lo decimos justo después de firmar en una web de recogida de apoyos para detener la deforestación del Amazonas o de socorrer a las víctimas de la guerra. Y de esto va el corto, de lo importante que es la acción individual y simultánea de cuantas más personas mejor, en busca de construir un futuro en el que prevalezcan actitudes altruistas y generosas, si lo que realmente queremos es que estos, y no otros, sean los valores sociales que prevalezcan.
Habéis comentado que formará parte, este corto, de un ciclo más largo dedicado al ser humano en el que también tendrán cabida la cuestión de los refugiados, la raíz de la violencia y el arrepentimiento. ¿Serán obras independientes entre sí, al margen de esa temática; las abordaréis de forma más o menos simbólica o acercando las tramas a lo cotidiano? ¿En lo estético, habrá alguna semejanza con Amanece la noche…?
El proyecto completo incluye otras tres películas cortometraje. Todas ellas están interconectadas narrativamente y transcurren en el mismo universo, aunque en diferentes planos de realidad y épocas. Cada una tiene una estética y técnica de animación diferente. Y las cuatro en conjunto recogen nuestra visión sobre el ser humano: Amanece la noche más larga es un cortometraje al óleo y alegórico sobre el miedo que nos atenaza y nos impide actuar; el segundo, Cafunè, es una pieza de animación dramática en la que hablamos de la esperanza que depositamos en aquellas personas que, superando el miedo, actúan a pesar de los riesgos que ello supone. El tercero es SKIZO, un viaje surrealista a través de una pieza SciFi-Horror para dejarnos llevar hacia el desdoblamiento de la personalidad y explorar el origen de la violencia como representación de la maldad. Terminamos con Tesla, una película de ciencia ficción con la que exploramos el arrepentimiento, el “¿y si…?”
Desde la perspectiva estética, todos los proyectos son diferentes atendiendo a la coherencia narrativa de cada historia y el conjunto es una propuesta de reflexión sobre el ser humano para invitar a hacernos conscientes y diseñadores del mundo en el que deseamos vivir, darle forma desde la responsabilidad, superando nuestros miedos y así no tener que arrepentirnos de no haber hecho suficiente. O de habernos dejado arrastrar por la peor versión de nosotros mismos.