A Hong Sangsoo le interesa elucubrar sobre el amor, perderse y encontrarse divagando, imaginar cómo serían las relaciones si fueran de otra manera y preguntarse si es posible el verdadero encuentro amoroso. Lo hace, en su abundante producción (está previsto que sean cuatro los largos que presente este año), conforme a un estilo que hace a su filmografía absolutamente reconocible: ambientes cotidianos, oficios y preocupaciones comunes, alcohol y talleres de artista, extensas conversaciones sobre su asunto preferido que, incluso cuando parecen superficiales, apuntan a lugares profundos.
Sangsoo juega con el espectador (sobre todo con el novato) a que nada de lo que parece sencillo lo sea, a crear incertidumbres, laberintos y visiones alternativas en torno a lo que parece ser un relato único protagonizado por personajes con los que no es difícil empatizar.
En este caso las dudas las suscita la personalidad en apariencia dual de Minjung, pareja del pintor Youngsoo, quien le recrimina su afición a la bebida y su contacto con otros hombres. Tras una fuerte discusión deciden separarse, y la trama verdaderamente interesante transcurre después de la ruptura, el punto en que podemos comenzar a entender el relato de forma literal, y perdernos mucho, o elucubrar junto a Sangsoo y jugar a descubrir sus metáforas. Porque es entonces cuando arranca la constante búsqueda, sin éxito, de su exnovia por parte de Youngsoo, y el paralelo paso de Minjung o de una mujer idéntica a ella (su posible hermana gemela, siembra la duda filosófica el director) por los brazos de distintos hombres.
La trama, aparentemente caprichosa, atiende a las andanzas angustiosas de uno y despreocupadas de la otra, sumidos en lo que parecen caminos paralelos a ninguna parte, sin posibilidad de encuentro alguna. O sí.
Tras la ruptura inician ambos un proceso, fatigoso, de examen y recomposición, una catarsis de la que no saldrán, ni mucho menos, igual que entraron. Quedarán convertidos en otros.
Se mueven por las mismas calles y bares de siempre, en una ciudad cualquiera que Sangsoo ha filmado en más de una ocasión, pero su historia personal convierte esos lugares en espacios para el deseo y la utopía. Los dos parecen anhelar una relación que es un espejismo y ambos, sobre todo Minjung, parecen un espejismo mismo. Quizá una proyección de las aspiraciones de Sangsoo para ella, que el espectador puede acabar compartiendo con él.
Lo tuyo y tú es un laberinto hecho con imaginación e inteligencia que nos implica y que termina haciéndose corto.