Las diez fantásticas de Ingmar Bergman que nos esperan en Amazon Prime

16/04/2020

Fue cineasta y guionista, pero sobre todo demiurgo, y el análisis del casi medio centenar de películas que Ingmar Bergman dirigió (de otras fue guionista) nos permite desgranar a un autor complejo de producción multiforme, arraigado en la tradición cultural del pueblo sueco pero también en la atención a los misterios de la mente.

Quizá lo que haga verdaderamente original al cine de este autor sea que, a través de imágenes que pueden resultar provocativas por desagradables o lúgubres, fuera capaz de construir un mundo coherente y personal que gira en torno a la experiencia vital humana. En el fondo, la única certeza que se obtiene de ellos es un perpetuo interrogante.

El tema esencial de las películas del de Uppsala es la persona misma, y su cine es una tentativa de acercamiento al individuo en un mundo que le es hostil, donde el infierno está en la tierra y vivir significa acumular tiempo pasado. El ser humano llega a la madurez cuando acepta esa situación y se refugia constantemente en los pocos consuelos que, según la óptica bergmaniana, la vida puede ofrecerle, es decir, el arte, el sexo y la fantasía. La relación sexual equivale a un acto de comunicación insatisfactoria del que se deriva la procreación como una justificación final de la existencia; el arte purifica la inteligencia y la emotividad en forma de una inaprensible forma de comunicación y la fantasía, por precaria, es para él un mal refugio.

Así, la contemplación detenida de la filmografía bergmaniana descubre una dramática interrogación sobre el significado de la vida, el destino del hombre y la existencia de Dios que haría posible la salvación humana, dando un sentido a nuestras acciones terrenales.

Si en estos días de confinamiento os gustaría profundizar en su cine, sabed que en la plataforma Amazon Prime Video podéis encontrar una decena de sus películas fundamentales (además de dos documentales fundamentales sobre el director estrenados en 2018: Bergman. SU gran año y Entendiendo a Irgman Bergman). Las repasamos:

NOCHE DE CIRCO, 1953.
Los carromatos del mísero Circo Albert se acercan a una pequeña ciudad sueca. Nos encontramos a principios del siglo XX y Bergman pinta un fresco vital desesperanzado.

Albert (Ake Grönberg) tiene como amante a la caballista Anne (Harriet Andersson) y en la localidad adonde se dirigen reside su mujer y su hijo. Allí fue también donde Alma, la mujer del payaso Frost, humilló a su marido bañándose desnuda a la vista de unos soldados hasta que él fue a recogerla.

Ya en la ciudad, Albert acude con Anne al director del teatro local para pedirle unos trajes que necesitará en el desfile inaugural; mientras él resuelve las gestiones, vemos a ella coquetear con otro.

El desfile fracasará al no contar con permisos y Albert intentará regresar junto a su familia, renunciando al circo. Pero su esposa, que conoce su inconstancia, no acepta, y mientras Anne, su amante, es seducida con una falsa alhaja. Frost y Albert, amargados, se emborrachan y ni siquiera aciertan a suicidarse. La caravana retoma su triste marcha y la vida sigue…

Ingmar Bergman. Noche de circo, 1953
Ingmar Bergman. Noche de circo, 1953

EL SÉPTIMO SELLO, 1956.
En el siglo XIV llega la peste a Suecia. Un caballero y su escudero regresan de la Cruzada tras diez años de ausencia y el primero pide una tregua a la Muerte para hacer una buena acción antes de morir. Empieza a jugar al ajedrez con ella: cuando pierda el juego, también perderá la vida. El escudero, de buen corazón pero escéptico en lo tocante a la religión, se ríe de todo y vive al día mientras su señor se interroga incansablemente sobre el sentido de la existencia.

Ante el caballero van desfilando diversas maneras de entender la existencia y la muerte, desde la ingenua religiosidad hasta la apostasía cínica. Mediante una treta para desfilar a la Parca, cumple su buena acción salvando de su fin a una familia de titiriteros. Cuando llega a su castillo y suena la hora final, la Muerte se lleva a todos en una impresionante danza macabra. Solo se salvan los seres sencillos.

Ingmar Bergman. El séptimo sello
Ingmar Bergman. El séptimo sello, 1956

FRESAS SALVAJES, 1957.
El médico Isak Borg (Victor Sjöström) acude a Lund para recibir el título de Doctor Emeritus. En su viaje en coche lo acompaña Marianne, esposa de su hijo Evald, muy parecido en carácter al doctor: enmascaran el egoísmo con la cortesía.

Durante el viaje, se detienen en la casa donde Isak pasó su niñez, que le trae infinitos recuerdos sobre sus primeros amores frustrados, y trasladan en su coche a jóvenes que le invitan a reflexionar sobre el brío y la inocencia perdidos, o a un matrimonio mal avenido que evoca el suyo propio. Consciente del temperamento mantenido década a década, trata de dulcificarse y de dulcificar a los demás.

Ingmar Bergman. Fresas salvajes
Ingmar Bergman. Fresas salvajes, 1957

COMO EN UN ESPEJO, 1961.
Fue Óscar a la Mejor Película Extranjera en ese mismo año. En una pequeña isla sueca, pasan una temporada de descanso cuatro miembros de una familia. Karin (Harriet Andersson) acaba de salir de una clínica psiquiátrica y trata de adaptarse a la vida cotidiana. Su padre, David (Gunnar Björnstrand) es un escritor al que le gusta describir estados demenciales fijándose en los de su hija y Martin (Max von Sydow), su marido, es un médico con quien ella no encuentra la satisfacción que espera. Por último, Minus (Lars Passgard) es el hermano de Karin y con quien mejor se entiende la enferma, su único punto de apoyo.

Celebrando una fiesta familiar, los hermanos llevan a cabo una representación dramática en la que Karin interpreta a una princesa a la que Minus le promete amor eterno. Ella recae entonces en sus alucinaciones, cree comunicarse con el más allá y espera la visita de Dios, pero el trance en el que se sume, a ojos de su padre y su esposo, tiene trazas de erotismo histérico. Una vez que ella descubre el egoísmo de ambos, se arroja sobre su hermano buscando vida y calor; este, turbado, detecta anomalías que antes no percibió.

Karin es devuelta al sanatorio y Minus mantiene una íntima conversación con su padre sobre Dios y el amor: le pide una prueba de la existencia de la divinidad y aquel le hace ver que Dios es a quien siempre buscamos, aún sin conocerlo ni quererlo, en todo amor, incluso en el más desviado. Lo que sucede es que ahora lo vemos -según expresión de san Pablo- como imagen borrosa en un espejo imperfecto.

 

EL SILENCIO, 1963.
Las hermanas Anne y Esther (Gunnel Lindblom e Ingrid Thulin), con el niño Johan, hijo de la primera, regresan en tren a Suecia, atravesando un país no determinado y ensombrecido por la guerra. El calor es insoportable y Esther se encuentra enferma.

Obligan al tren a detenerse y a ellos a alojarse en un vetusto hotel, donde también se hospeda una troupe circense española, Los Eduardini. Las relaciones entre las dos hermanas, según iremos percibiendo, son tensas y ambas buscan huir de sí mismas por medio del sexo o el alcohol. La lucha interior de ambas se manifiesta en un comportamiento sádico o en la búsqueda de aventuras eróticas. El secreto de un nuevo amanecer estará en tres palabras: Mano, Bach, Alma.

 

PERSONA, 1966.
La actriz Elisabeth Vogler (Liv Ullmann) se ha encerrado en el mutismo completo. Se encuentra en un sanatorio psiquiátrico donde es encomendada a los cuidados de la enfermera Alma (Bibi Andersson), que se retira con ella a una casita en una isla. Entre ellas se inicia una relación sencilla y afectuosa, aunque basada en monólogos.

Alma confiesa a la actriz sus intimidades y, tras varios incidentes a medio camino entre el amor y el odio, en ambas descubrimos semejanzas que apuntan hacia la mutua identificación: las dos han fallado en su rol de madres. Finalmente se impone la separación, caen las máscaras y las protagonistas seguirán sus propias vidas.

Ingmar Bergman. Persona
Ingmar Bergman. Persona, 1966

LA HORA DEL LOBO, 1968.
En el plató de un estudio cinematográfico comenzó Bergman el rodaje de esta obra, con un plano de Liv Ullmann como protagonista. Inicia entonces esta el relato de una historia de su vida: se llama Alma y su esposo, el pintor Johan (Max von Sydow), se ha retirado con ella para descansar en una isla. Él cree que años atrás cometió un crimen: mató a un niño en aquella costa, pero dado su desequilibrio no podemos estar seguros.

Una señora desconocida acude a visitar a Alma al lugar y la invita a leer el diario de Johan. Así la actriz se entera de que su marido se ha reencontrado con una mujer de su pasado, Verónica Vogler, que fue su amante y modelo y con ella llegan también los demonios y la muerte… hasta que Bergman cesa su trabajo por ese día.

 

GRITOS Y SUSURROS, 1972.
Este filme obtuvo grandes críticas y el Óscar a la Mejor Película Extranjera en 1973. Tres hermanas (interpretadas por Harriet Andersson, Ingrud Thulin y Liv Ullmann) se reúnen en la vieja mansión de su familia tras ser avisadas de que una de ellas -Agnes, la interpretada por Andersson- va a morir pronto a causa del cáncer de útero que padece. Ella es propietaria de esa casa, donde reside desde que sus padres murieron, y en ella ha permanecido tranquila e imperceptible, llevando un diario y cultivando vagas ambiciones artísticas.

El amor es para ella un secreto, no ha habido en su vida ningún hombre, y ahora, antes de los cuarenta, se prepara para desaparecer tan calladamente como vivió, sin achacar a Dios ninguna crueldad hacia ella.

Sus hermanas son Karin y María. La primera sí se caso, pero su matrimonio fue un error: su marido le resulta repulsivo. Su imagen es impecable y es leal a su pareja, pero ese control sobre sí misma se quiebra en sus sueños, tormentosos. María, la más joven, se casó con un hombre apuesto y de buena posición social y actúa como una niña mimada, juguetona y curiosa. Está obsesionada con la belleza y el gozo corporal y no presta atención al mundo que la rodea ni a posibles límites morales.

El cuarto personaje fundamental en la película es el de Anna, sirvienta de Agnes, con la que mantiene estrechos lazos afectivos. Es tímida e inaccesible, pendiente en todo momento de su ama. En torno al lecho de esta surgen los recuerdos, los gritos de la agonizante y los susurros de quienes la velan. Retrata Bergman cuatro facetas del alma.

Ingmar Bergman. Gritos y susurros, 1972
Ingmar Bergman. Gritos y susurros, 1972

SONATA DE OTOÑO, 1978.
Charlotte (Ingrid Bergman) es una pianista de fama internacional y tiene dos hijas: Eva (Liv Ullmann) y Helena (Lena Nyman). La primera, casada con un pastor luterano, ha perdido a su único hijo en un accidente; la segunda está gravemente incapacitada. Charlotte se encuentra asimismo muy afectada por la muerte de su amigo, el músico Leonardo, tras una larga enfermedad.

Eva, que no ha visto a su madre hace siete años, le escribe cuando se entera de la muerte de Leonardo y le pide que acuda a la casa parroquial donde vive. Allí Charlotte descubre que a Helena, que creía en una clínica, la cuidan su otra hija y su marido y supera el choque con dificultad. En una extensa charla, fría y llena de reproches, salen a la luz recuerdos y humillaciones; progresivamente se derrumban los muros de contención hasta que, calmada ya la agitación, la madre abandona precipitadamente a su familia para volver a la música y la soledad. En la pequeña parroquia, Eva sigue cultivando su tranquilo matrimonio y atendiendo a su hermana.

 

FANNY Y ALEXANDER, 1982.
Con ella obtuvo Bergman otro Óscar a la Mejor Película Extranjera en 1983. Nos sitúa en 1907, en la celebración navideña de la familia Ekdahl. Su cabeza es Helena, que fue actriz en el teatro que todavía dirige la familia. Su hijo Óscar es el director del mismo, su hermano Gustav Adolf es propietario de un restaurante y su otro hermano, Carl, es un catedrático endeudado. Fanny y Alexander son hijos de Óscar y Émile Ekdahl; el padre muere ensayando Hamlet y su viuda termina casándose con el obispo que la consoló en el funeral. En su nueva casa se lleva una vida ascética hasta el extremo.

El pequeño Alexander odia a su padrastro y se rebela, siendo duramente castigado. Cuando la familia Ekdahl es consciente del sufrimiento de Émile y los niños, pide ayuda a un anticuario judío para que vaya a buscarlos y llevárselos de allí, a lo que el obispo responde con represalias a su esposa, ahora embarazada. En la tienda de antigüedades de aquel judío, Isak Jacobi, Alexander se encuentra con su amigo imaginario Ismael, que vive encerrado, y juntos desean la muerte del obispo, que llega: fallecerá abrasado.

Y volverán la alegría y el teatro, de la mano de Strindberg y El sueño.

Ingmar Bergman. Fanny y Alexander, 1982
Ingmar Bergman. Fanny y Alexander, 1982

 

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