LA DESAPARICIÓN DE ELANOR RIGBY
La de La desaparición de Eleanor Rigby es la historia de un cuento idílico que, como casi siempre, acaba en tragedia, y de una tragedia que desemboca en otras, cotidianas, y después en otras, tras las que puede, o no, llegar la luz. James McAvoy y Jessica Chastain protagonizan esta obra, cuyo argumento, en principio, iba a dar lugar a dos filmes distintos: Him y Her, donde podríamos contemplar las causas y consecuencias de la ruptura de una sólida pareja prestando atención a los puntos de vista de uno y de otro y empatizando con ambos.
Finalmente, motivos de distribución mediante, en las salas nos espera La desaparición de Eleanor Rigby: Them, una película emocionalmente intensa en la que, pese a no mantenerse la división de planteamientos, sí podemos adentrarnos en el desgarro sentimental de Eleanor y Connor, aunque el director Ned Benson ofrezca mayor atención temporal a la primera.
Los altos y los bajos de su dolor son más que suficientes para mantener constante la atención del espectador, pero el factor decisivo del atractivo de esta película es el manejo de la elipsis: desaparece ante nuestros ojos lo ocurrido desde los momentos de mayor felicidad de la pareja que se nos muestran al inicio hasta el intento de suicidio de ella y ese corte donde algo terrible, y en principio inexpresable, ha sucedido, lo vamos recomponiendo paulatinamente a lo largo de la obra, sobre todo en su parte final.
Benson se maneja con soltura en la plasmación del vértigo de la soledad posterior a la ruptura y del vacío emocional derivado de la desgracia que la precipitó y maneja con talento los ritmos al desvelarnos ese trauma latente que mueve los hilos. Muy recomendable.
BOYHOOD
Nada describe mejor el filme (con sabor a despedida) de Richard Linklater que su subtítulo: Momentos de una vida. La magia que seguramente impregnó su rodaje se traslada también al espectador, que asiste, en tres horas sentado, al crecimiento desde la niñez a la entrada en la Universidad de un único actor protagonista, y también a la evolución personal de sus padres y a la incertidumbre de todos por el futuro. El propósito de Linklater, que puede parecer desmedido, de aunar vida y arte y de mostrarnos el crecimiento de Ellar Coltrane, y en el camino el de todos nosotros, en la pantalla, se materializa con sencillez y ternura, huyendo de cualquier artificio.
El mismo elenco actoral, con Patricia Arquette y Ethan Hawke a la cabeza, se reunió durante una semana al año desde 2002 hasta 2013 en la que ha sido seguramente la producción más larga de la historia del cine, todo un reto financiado por su propio director.
Podemos decir que Boyhood está pensado como filme para ser “sentido” en su conjunto, y no diseccionado escena a escena, aunque la selección de instantes y el guion resultan impecables y logra emocionar sin ser en ningún momento una obra edulcorada. Hemos leído algunas (pocas) críticas negativas, pero en ningún caso Boyhood puede causar indiferencia, así que os sugerimos no perdérosla.
DOS DÍAS, UNA NOCHE
Lo último de los hermanos Dardenne, que se estrena en nuestros cines el 24 de octubre, es Dos días, una noche, un filme completamente pegado, por desgracia, a la actualidad, y lleno de recursos capaces de remover conciencias. Cada plano nos transmite cotidianidad, angustia, a veces solidaridad y a veces juego sucio.
La ética se vende por 1000 euros cuando Sandra (Marion Cotillard) puede ser despedida de su empresa tras una baja por depresión si sus compañeros deciden que es preferible que ella pierda su trabajo a que quienes lo mantienen pierdan su prima. La obra se centra en un hercúleo fin de semana en el que Sandra intenta convencer uno por uno a los empleados de que la apoyen y en las reacciones abiertamente generosas, abiertamente cobardes, ambiguas o estrictamente egoístas de cada uno de ellos (reacciones planteadas siempre desde la ausencia de juicio y la estética aséptica, aunque en absoluto muda, de los Dardenne). Entretanto, en el esfuerzo por preservar su empleo y no darse por vencida, ella recupera la confianza perdida en sí misma, el optimismo, la dignidad que no depende de un contrato y el amor por su marido.
A destacar la equilibrada interpretación de Cotillard en un personaje débil que no se derrumba o en una figura fuerte que no levanta cabeza; infierno interior, calma externa, elegancia en tirantes y vaqueros.