El juez y la sentencia de la incertidumbre

08/04/2016

El juezEn un momento dado de las deliberaciones del jurado popular en el juicio por el presunto asesinato de un bebé que articula El juez, la película de Christian Vincent que hoy llega a cines, el fantástico Fabrice Luchini (Michel Racine), presidente del tribunal, les explica que la verdad sobre el caso no puede determinarse en el veredicto porque solo la conocen los implicados, y quizá ni ellos.  Y cuando, tras haber dictado sentencia, su secretaria le pregunta si se siente contento con el veredicto, él responde que no se cree tan ambicioso.

Esa falta de pretensiones y esa madurez del protagonista se hace extensible al conjunto de El juez, una obra reposada y nunca afectada en la que no pasa nada que no ocurra en cualquier parte del mundo cada día y a la vez pasa todo lo que tiene que pasar para que el mundo siga girando: un juez serio, escrupuloso en su trabajo, levanta murmullos entre sus compañeros en el tribunal; en uno de sus casos, forma parte del jurado popular una enfermera que hace años lo trató con afecto profesional y de la que él se enamoró, y la relación entre ambos da sus primeros pasos, con los habituales requiebros, mientras Michel se hace más flexible en sus costumbres, más abierto y menos estricto, a medida que va creyendo en su recuperada historia de amor. Presta atención a detalles y personas en los que antes no se fijaba, no se siente infalible ni desea serlo y sonríe más gracias al inesperado reencuentro con Ditte (Sidse Babett Knudsen). Lo cierto es que aquí los rostros de ambos, sobre todo el de ella, transmiten una placidez relajada que se contagia al espectador.

La trama amorosa que protagonizan Michel y Ditte se contrapone a la sórdida del juicio (filmado casi en tono documental) en el que se reencuentran. Entre sus miradas y las de los padres de la niña asesinada apreciamos un abismo, y los espacios asépticos y amplios del tribunal contrastan con los más cálidos de la cafetería donde la pareja queda tras las sesiones; en la mesa del café ya no hay entre ellos distancias ni jerarquías.

Los temas presentes en El juez son varios y muy distintos: esa historia de amor inesperada, las limitaciones de la justicia (y de las personas) a la hora de encontrar una verdad única y emitir sentencias, las desigualdades sociales visibles tanto en la desquebrajada familia de la niña muerta como en el propio jurado popular… pero ese apuntar a diversos asuntos de calado, susceptibles de articular por sí mismos cualquier argumento, no resta emoción a la trama de El juez y a su encantadora atmósfera melancólica.

El juez

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