Cuando el cine se mira el ombligo

25/05/2014

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Comenzamos en Fuera de menú un ciclo de posts en el que os hablaremos de algunas de nuestras películas favoritas, de ayer y de hoy, agrupadas temáticamente y en bloques de diez. El orden es aleatorio y nuestra intención no es escoger las mejores (seríamos incapaces de elegir), sólo ofreceros sugerencias para vuestras sesiones caseras frente a la televisión y el DVD ahora que se acercan los días de vacaciones.

Arrancamos con nuestra selección de diez filmes pertenecientes al subgénero del cine dentro del cine: quién mejor que los propios cineastas para mostrarnos los entresijos de su medio y los claroscuros de su trabajo. Esperamos que os gusten nuestras propuestas.

1. EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES (SUNSET BOULEVARD). Billy Wilder, 1950

El hombre que manejó todos los géneros con maestría (más adelante hablaremos de sus comedias y de Perdición, obra magistral del suspense) nos legó también este drama que diseccionaba con lucidez y toques de humor grotesco las “zonas erróneas” del cine y desvelaba los ingredientes de cualquier ficción fílmica: invención e imaginación, sí; pero también delirios y pesadillas, como decía Claudius Seild.

Los apuros económicos del guionista Joe Gillis, que le llevan a aceptar tanto el encargo de revisar el guion escrito por y para Norma Desmond como sus tóxicas atenciones amorosas; la decadente vida de la estrella interpretada por Gloria Swanson, que pierde la cordura al ser apeada del estrellato por la llegada del cine sonoro, y el trágico y teatral desenlace de esta obra, no exento de ironía (¡Pobre tipo, siempre quiso una piscina! bueno, al final consiguió una, sólo que el precio, resultó ser un poco alto…), nos trasladan una visión profundamente ácida del cine y de las consecuencias del éxito mal digerido. Un guion magistral y una actuación genial de Swanson hacen de esta película, negra y realista, un clásico imprescindible.

Hay que subrayar los juegos entre ficción y realidad que Wilder no dejó escapar: la actriz protagonista también era entonces una vieja estrella retirada y en El crepúsculo tienen cabida fragmentos de la película La reina Kelly (1928), que Swanson había interpretado junto a Erich von Stroheim, quien, a su vez, encarna en la obra de Wilder al mayordomo y primer marido, inolvidable y fiel hasta lo patético, de Norma Desmond. Porque este filme no supuso sólo la desnudez pública del lado amargo del cine, también de las esclavitudes del amor y de las consecuencias últimas de la egolatría.

No es ésta la única película que Wilder dedicó al mundo del cine, también rodó Fedora. Se rumoreó que el todopoderoso Louis B. Mayer espetó al director, tras un primer pase de Sunset Boulevard: “¡Es usted un cabrón! Ha desprestigiado a la industria del cine. Ha mordido la mano que le convirtió en alguien y que además le dio de comer. Deberían alquitranarle, emplumarle y arrojarle del país”. La respuesta de Wilder estuvo a la altura: “que te jodan” y la posterior recepción de esta película con el tiempo tiene más que ver con el gesto de Barbara Stanwick ante Swanson (arrodillarse y besarle el vestido) que con el arranque de indignación de Mayer. Que se lo digan a Lynch.

2. FELLINI, OCHO Y MEDIO. Federico Fellini, 1963

Fellini. Ocho y medio
Fellini. Ocho y medio

Ocho y medio no es sólo un ejemplo de cine dentro del cine: es una tragicomedia, una película de culto de tintes surrealistas que nos sumerge en la vida y la personalidad del cineasta italiano y en un juego intelectual complejo, en un laberinto paralelo al que envuelve al protagonista: un director de cine que ha conocido un éxito sin paliativos en el pasado. En el ahora las musas lo han abandonado y busca desesperadamente la llama de la creatividad para alumbrar un nuevo filme.

En esa situación sin aparente salida, pasa revista a los hechos y a las mujeres que han marcado su existencia. El cineasta (interpretado por Mastroianni en uno de sus mejores papeles), y su entorno, se desmoronan, pero ese declive se ve convertido en todo un acontecimiento artístico. Y en este punto ocurre lo mismo con Jep Gambardella en La gran belleza de Sorrentino, una obra tan personal, y en el fondo latina, como ésta. La ganadora del último Óscar a la Mejor Película Extranjera es uno de los mejores homenajes a Ocho y Medio, pero ha habido más: podéis ver Stardust Memories de Woody Allen, All That Jazz de Bob Fosse o I´m not There de Todd Haynes (sobre Bob Dylan), y podéis perderos Nine.

3. LA NOCHE AMERICANA. François Truffaut, 1973

La obra de Truffaut es un ejemplo estricto de cine dentro del cine muy al estilo de la Nouvelle Vague: prima un montaje discontinuo y escenarios absolutamente realistas. Desde que nos presenta a Pamela hasta la última vuelta de manivela, esta película recrea un imaginario rodaje sobre la historia de una joven que huye de su matrimonio fracasado escapándose con su suegro. En el proceso de filmación, nos adentramos en los avatares profesionales y personales del equipo como voyeurs de cada detalle y de cada complicación (sobre todo cuando las labores de director y de productor no coinciden en la misma persona).

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Truffaut se reservó el papel de director y entre los actores encontramos a Jean Pierre Léaud (un habitual en la filmografía del autor de Los 400 golpes), Jacqueline Bisset o Nathalie Baye. Seguramente La noche americana es uno de los mayores testimonios de amor al cine (testimonio sentimental y nostálgico) por parte de un cineasta que lo amó tanto, decía, como a su propia vida. El mismo compendió el mensaje del filme cuando dijo que filmar una película es como viajar en diligencia por el Salvaje Oeste: al principio uno espera tener un bonito viaje, pero muy pronto sólo se pregunta si llegará a su destino.

4. EVA AL DESNUDO. Joseph L. Mankiewicz, 1950

Catorce nominaciones a los Óscars y seis estatuillas obtuvo este mano a mano de Bette Davis y Anne Baxter: la primera como Margo Channing, la mejor actriz de Broadway; la segunda como la compleja, manipuladora y tan envidiosa como encantadora Eva, que la idolatra, deseando todo lo que Margo es y posee. Desde la buena voluntad y sobre todo a raíz de su necesidad de sentirse admirada cuando su edad madura la sume en las horas bajas de la fama, la actriz consolidada le ofrece trabajo como asistenta, y. como tal, Eva se convierte en ejemplo de perfecta profesional. Nadie salvo la sirvienta Birdie percibe sus intenciones ocultas.

Mankiewicz. Eva al desnudo
Mankiewicz. Eva al desnudo

La película partió de una novela basada en la experiencia de una actriz llamada Elisabeth Bergner y su guion sedujo a Bette Davis desde la primera lectura: dijo que era el mejor que había tenido en sus manos hasta entonces; y no es para menos, sus diálogos son brillantes, hirientes, sarcásticos, y cada escena resulta un placer en fondo y forma.

Eva al desnudo es una enciclopedia visual de los sentimientos humanos más oscuros (celos, envidias, odio, amor, ambiciones desmedidas y autoestimas desequilibradas) y también una obra lucidísima en cuanto a riqueza narrativa: se mezclan los puntos de vista de tres personajes (Karen, Margo y el crítico teatral Addison) con una minuciosa articulación de flashbacks.

5. LA TAPADERA. Martin Ritt, 1976

La tapadera evoca el aislamiento profesional y el sufrimiento personal que la caza de brujas instaurada en los cincuenta por el Macarthismo causó en directores y guionistas sospechosos de tendencias izquierdistas. Pese a la crudeza del tema, éste se aborda desde la ternura y la ironía (inevitables al interpretar Woody Allen el personaje principal): se trata de una atractiva comedia que no pierde nunca el compromiso.

La película fue realizada por profesionales que habían estado en las listas negras (desde el propio director Martin Ritt, hasta el guionista, Walter Bernstein; pasando por algunos actores como Zero Mostel, Lloyd Gough o Herschel Bernardi) y supone un homenaje a ellos y al resto. Denuncian lo padecido ante la audiencia, pero también ejemplifican que el espectáculo debe continuar: no vemos proclamas anticensura demasiado incendiarias, ni melodramas políticos, ni siquiera sentimentales, y probablemente esa maniobra de no caer en el victimismo, de poner máscara de comedia a la tragedia, fuese su herramienta para indicar que, en el largo plazo, la libertad ha ganado la partida. Os enlazamos su anuncio para televisión:

6. CANTANDO BAJO LA LLUVIA. Stanley Donen, 1952

Si tenéis prejuicios hacia los musicales, ésta es una buena película para vencerlos. El paso del cine mudo al sonoro, tan fructífero como fuente de inspiración, inspira este cuento positivo y espectacular en el mejor sentido. Los actores afectados por la entrada del sonido quedan representados en la insoportable y divertida Lina Lamont (Jean Hagen); los capaces de adaptarse al cambio en el bailarín inasequible al desaliento Don Lockwood (Gene Kelly) y la nueva generación de estrellas surgidas del sonoro en una talentosísima Debbie Reynolds.

Cantando bajo la lluvia es un homenaje al cine del pasado, al que está por venir, a la magia y la alegría que es capaz de suscitar en el espectador y a las aptitudes de los actores: la coreografía que da título a la película dura catorce minutos y se rodó en una sola toma con Kelly resfriado.

7. MULLHOLAND DRIVE. David Lynch, 2001

David Lynch. Mullholand Drive
David Lynch. Mullholand Drive

Betty (Naomi Watts), tan alegre como ingenua, se traslada a Sunset Boulevard (recordad a Wilder) con el fin de iniciar su carrera como actriz. En casa de su tía encuentra a Rita (Laura Elena Harring), que padece amnesia tras sufrir un accidente en la carretera de Mullholand Drive. También en Los Ángeles, un director de cine altamente egocéntrico ve cómo tiene que someterse a los dictámenes de los productores de su película, que le imponen a la protagonista. Los tres personajes se entrecruzan en una trama oscura, mórbida, llena de misterio y sujeta a múltiples interpretaciones en la que se citan el éxito y el fracaso, la muerte, el amor y la búsqueda de la propia identidad.

Más que por su argumento complejísimo, Mullholand Drive destaca por sus particulares atmósferas con el sello de Lynch y nos hace inevitablemente recordar Carretera perdida (1996) y Memento (2000), por su ambigüedad en el tratamiento de lo real y lo irreal y la excentricidad de sus recreaciones mentales.

La gran obra de Lynch es ilógica, confusa, ambigua…tanto que el director quiso dar al espectador diez claves previas para comprenderla. Para quienes todavía no la hayan visto, aquí van:

1 – Prestad atención al inicio de la película, al menos dos pistas se nos revelan antes de los créditos.

2 – Considerad lo que sucede en las tomas de la lámpara roja.

3 – ¿Podéis recordar el título de la película para la que Adam Kesher busca actriz? ¿Se menciona de nuevo?

4 – Atención al lugar donde ocurrió el accidente.

5 – ¿Quién entrega una llave? ¿Por qué?

6 – Fijaos en un cenicero, una taza de café y una alfombra.

7 – ¿Qué sucede dentro del club “El Silencio”?

8 – ¿El talento fue lo único que ayudó a Camilla?

9 – ¿Qué sucede con el hombre que está detrás de “Winkies”?

10 – ¿Dónde está la tía Ruth?

8. LA CONDESA DESCALZA. Joseph L. Mankiewicz, 1954

Volvemos a Mankiewicz, una mina de obras maestras con diálogos muy cuidados, deudores de su amor por el teatro y su trabajo como guionista.

Tres cineastas estadounidenses descubren el enorme talento como bailarina de María Vargas (Ava Gardner) y tratan de lanzarla al estrellato hollywoodiense. La carrera de la actriz, tan sola como deseada, podía resultar brillante, pero su vida personal está llena de agujeros negros: lo tenía todo pero se encontraba vacía, y descalza, pegada al suelo, se sentía más segura.

Mankiewicz. La condesa descalza
Mankiewicz. La condesa descalza

El filme comienza con su funeral y, al modo de Eva al desnudo, se estructura en flash-back cronológicos contados desde el punto de vista de los tres hombres que mejor conocieron a María en sus últimos años. El de Ava Gardner en La condesa es un personaje envolvente, hipnótico, ¿incapaz de amar?, lleno de misterios, del que queremos conocerlo todo.

Dicen que Mankiewicz se inspiró en La Cenicienta y también en la vida de Rita Hayworth durante su matrimonio con el príncipe Alí Khan.

9. CINEMA PARADISO. Giuseppe Tornatore, 1988

En Cinema Paradiso, pura ternura, la infancia y el cine, que no el triunfo, son el lugar al que volver de Salvatore, un cineasta consolidado que regresa a su pueblo para asistir al entierro del inolvidable Alfredo, el operador de la sala local, al que debe su vocación. Además de un repaso melancólico por la vida del protagonista y un viaje a la vida cotidiana de los pueblos italianos de postguerra, la película propone un homenaje al cine artesanal, al que unía a la comunidad en torno a la pantalla, hacía nacer sueños y fantasías y era una ventana al mundo para quienes no tenían otra.

10. THE ARTIST. Michel Hazanivicius, 2011

Dicen que no ha sabido mantener el nivel después, pero hace tres años, con The Artist, Hazanivius encandiló al público con esta fábula sobre una estrella del cine mudo a punto de caer en el olvido y la desesperanza con el triunfo del sonoro. Justo cuando va a claudicar, su perro y Peppy Miller (Bérénice Bejo) lo salvan de las tinieblas.

Supuso un nuevo homenaje al cine de los pioneros entendido como fábrica de sueños, el inicio del éxito internacional para Jean Dujardin y la entrada por la puerta grande en las salas de películas actuales mudas y en blanco y negro, como Blancanieves de Berger o la portuguesa Tabú de Miguel Gomes (muda en su segunda mitad).

 

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