Cinco jóvenes novelistas a los que seguir los pasos

16/02/2016

Sus trayectorias no son muy largas, pero su sombra ya empieza a serlo. Os hablamos de cinco novelistas jóvenes a cuyas próximas letras –creemos- merece la pena prestar atención.

Sara Mesa. CicatrizSARA MESA

De ella comenzamos a oír hablar en 2012, cuando fue finalista del Premio Herralde por Cuatro por Cuatro, pero la novela con la que definitivamente nos sedujo fue Cicatriz, la historia llena de obsesión fetichista de un amor enfermizo y gestado en Internet. La protagonizan Knut y Sonia; él la intenta seducir primero regalándole libros, luego ropa, y después joyas y lencería. Conocemos su relación a partir de los escritos en los que ambos hablan de sus sentimientos y de cómo cada uno construye su imagen del otro, aunque el foco narrativo quizá se centre en ella. Cobran importancia los objetos, el valor que les damos al asociarlos a situaciones, personas y emociones, y deja de cobrarla el papel del narrador, que se echa a un lado para dejar todo el protagonismo a sus personajes como relatores de su historia.

Los robos de Knut, ladrón sistemático y provocador, nos invitan a reflexionar sobre lo que está permitido y lo que no; y su trato manipulador hacia ella desgaja los recursos de las parejas dominadoras a la hora de tejer la tela de araña con la que controlar al otro, frustrado en su vida diaria y, por tanto, víctima fácil.

Recientemente Sara ha publicado un volumen que reúne sus cuentos, Mala letra. Se trata de once relatos, y aunque no podemos decir que todos mantengan la misma calidad, sí se trata de buenas historias en las que gana presencia, paradójicamente, lo que no se dice ni se completa. Los hay de carácter más íntimo y otros vinculados a cuestiones sociales.

GABRIELA YBARRA

A Gabriela Ybarra la conocimos a finales del año pasado gracias a El comensal, su primera novela. Ella es nieta de Javier Ybarra, político e historiador asesinado por ETA en 1977 tras un secuestro de un mes, y cuando quiso relatar el fallecimiento de su madre a Gabriel Ybarra. El comensalcausa de un cáncer, percibió que aquel crimen del que habían pasado décadas había tenido en su familia un peso mayor del que hubiera creído, como una losa generadora de silencios que, sin embargo, era necesario sacar a la luz para contar la historia de su madre.

El comensal confronta dos fuentes de dolor profundo y de muerte: la física,  a través del cáncer de colon de su madre, y la violencia de un grupo terrorista, a través del asesinato de su abuelo. Lo hace de manera cruda, sencilla, y a la vez exquisita.

MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ

Muchos de nuestros seguidores seguramente conozcáis a Miguel Ángel Hernández, que ha sido director del CENDEAC murciano y hoy es profesor de Historia del Arte en la Universidad de Murcia, además de escritor.

Sus novelas  Intento de escapada y El instante de peligro, publicadas ambas por la editorial Anagrama, aúnan narración emocional y carácter ensayístico en relación con la personal visión del autor del arte contemporáneo y el mundo que gira en torno a él. Ambas partes se complementan con fluidez y no podrían funcionar, quizá, la una sin la otra.

De alguna manera, a través de estas obras, percibimos que tras la apariencia líquida y la inseguridad que la creación actual nos genera, y la frivolidad que parece rodearla, existe en ella una cierta voluntad de trascendencia, un carácter revelador de aspectos atemporales.

JUAN GÓMEZ BÁRCENA

Este autor cántabro obtuvo en 1984 el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional por El cielo de Lima, que podéis encontrar en Salto de Página. Se trata de una recreación de las cartas de amor que se enviaron Juan Ramón Jiménez y Georgina Hübner, mujer que por Guadalupe Nettel. Después del inviernocierto, como el autor de Platero y yo tardó en averiguar, no existía: era el pseudónimo de dos adolescentes peruanos, poetas aficionados, que gustaban de mantener correspondencia con el escritor al que admiraban. Uno de los grandes valores de esta obra es el acercamiento interesante que permite al ambiente limeño, social y literario, de los inicios del siglo pasado.

GUADALUPE NETTEL

Una de las novelas recientes de las que más hemos disfrutado es Después del invierno, de la mexicana Guadalupe Nettel, que obtuvo con ella el Premio Herralde, por cierto.

Todo se apunta, nada se sentencia, y los personajes y sus traumas, solo apuntados (es trabajo nuestro completarlos) permanecen en el lector durante bastante tiempo. Claudio, cubano, trabaja en una editorial en Nueva York, y Cecilia es mexicana y prepara su tesis en París. Son los protagonistas de la novela, rodeados de estupendos secundarios, y sobreviven en entornos que les son hostiles, o al menos no acogedores, y no dejan de crearles tensión. Ninguno de ellos vive donde nació, donde alguien les espera en casa, circunstancia que los convierte en irrelevantes fuera de las puertas de ese “hogar”. Si os desesperan los desenlaces inverosímiles y las vidas tan felices como increíbles, Después del invierno es vuestro relato.

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