¿Estáis a punto de disfrutar de vuestras vacaciones o ya en ello? Os proponemos catorce películas, a cargo de otros tantos grandes directores, que meter en la maleta. Tienen el verano como fondo, pero no son necesariamente ligeras.
Vacaciones, 1921. Charles Chaplin
Además de ejercer de director de comedias mudas, Charles Chaplin fue también compositor y cofundador en 1919 del estudio United Artists. Tras aprender el oficio de cómico en espectáculos itinerantes de vodevil, se inició en el cine con comedias de los estudios Keystone. Más tarde comenzó a dirigir y durante dos años llevó a cabo 26 películas de dos rollos en la compañía Essanay.
Antes de Vacaciones, Charlot vagabundo (1915), Charlot músico ambulante (1916) y Charlot emigrante (1917) ya mostraron sus rápidos progresos en el cine: su dominio de los recursos cómicos y su manejo del patetismo hacían que sus películas fueran a la vez conmovedoras y divertidas, tiernas e inconformistas. Poco a poco comenzó a introducir en ellas cuestiones éticas más delicadas (Vida de perro, 1918), aspecto que no fue bien acogido por los críticos más conservadores pero que sí encantó al público, que lo convirtió en héroe simbólico de una nación de emigrantes.
Después redujo su ritmo de trabajo a una película cada varios años, filmes que destacaban por la brillante coreografía de sus gags, su cuidado de los detalles y su tacto emotivo.
En Vacaciones, interpreta Chaplin dos personajes: un vagabundo y un señor de dinero. El mundo los confunde.
Navidades en julio, 1940. Preston Sturges
El prestigio de Preston Sturges es tan grande que a veces es fácil olvidar que, en realidad, solo tuvo éxito unos pocos años como director estelar de Paramount Pictores, precisamente en la época en que rodó Navidades en julio, Así paga el diablo (1940), Las tres noches de Eva (1941), Los viajes de Sullivan (1941), Un marido rico (1942) o El milagro de Morgan Creek (1944). Antes había trabajado como guionista durante una década.
Combinó la comedia sofisticada con el lapstick y mezcló cierto sentimentalismo, un cinismo cortante y toques morbosos.
Navidades en julio es una joya, y una visión, entre lo dulce y lo amargo, del sueño americano. Un sencillo oficinista (Dick Powell) sueña con casarse con su novia (Ellen Drew) pero los problemas económicos se lo impiden. Divertido y tierno, sin caer en el exceso sentimental.
La mujer en la playa, 1947. Jean Renoir
Como seguro que sabéis, Jean Renoir era hijo del maestro impresionista y tuvo que enfrentarse a la sombra alargada de Pierre-Auguste, del que heredó su tono optimista y sus simpatías por la gente corriente. Debutó en 1924 con Une vie sans joie, donde ya abordaba uno de los temas más frecuentes en su obra: las luchas entre amos y criados y el comportamiento hipócrita de los ociosos.
Tras su divorcio de Catherine Hessling, a quien filmó en La hija del agua (1925) y Nana (1926), se liberó, en parte, del legado de su padre para apostar por un realismo crudo aunque optimista que desplegó más en exteriores que en interiores.
Alcanzó su madurez en películas como Boudu salvado de las aguas (1932), Madame Bovary (1933) y Toni (1935), que subrayaron su simpatía por los trabajadores o en Una partida de campo (1936), dulce obra maestra que recuerda a los cuadros de su padre.
Alcanzó su cénit en La gran ilusión (1937), modelo para todas las películas de fugas de campos de prisioneros, y con La regla de juego, metáfora de la lucha de clases durante una partida de caza.
En mayo de 1940, tras la ocupación de Francia por los alemanes, Jean Renoir huyó a Estados Unidos, y en 1946 adquirió la nacionalidad, permaneciendo en el país hasta 1951, cuando viajó a India para rodar su primera película en color, El río.
Una de las películas que rodó en Hollywood fue esta La mujer en la playa, en la que Joan Bennett, Robert Ryan y Charles Bickford protagonizan un triángulo amoroso algo turbio de final inesperado. Nos atrevemos a afirmar que la fotografía es inmensa.
Las vacaciones del señor Hulot, 1953. Jacques Tati
Estamos de suerte porque A Contracorriente la ha devuelto a las carteleras este verano. Tati pasó del mimo a la cinematografía a primeros de los treinta y solo dirigió quince películas, entre ellas Día de fiesta (1949) y cuatro, de ingenio irónico, centradas en el personaje de Monsieur Hulot, el señor de gabardina, paraguas y pipa, un personaje inepto que nos introduce en las contradicciones de las convenciones sociales. Su historia prueba que el valor y la verdad son, cuanto menos, dificilísimos de alcanzar.
Las vacaciones del señor Hulot lleva a este confuso personaje a un hotel costero en el que todas las relaciones personales están basadas en malentendidos. Si os animáis, ved después Play Time (1967), todo un estudio de la modernidad urbana: Hulot, rodeado de turistas americanos, se mueve por una selva burocrática entre constantes problemas de transporte.
Locuras de verano, 1955. David Lean
A este gigante del cine británico le debemos, por ejemplo, El puente sobre el río Kwai (1957), Lawrence de Arabia (1962), Doctor Zhivago (1965) o Pasaje a la India (1984). Locuras de verano, aunque no se encuentre entre sus obras más conocidas, no es un filme menor. Narra una historia de amor maduro en Venecia entre una turista, en principio solitaria (Katherine Hepburn) y un comerciante (Rossano Brazzi).
Lean destacó como creador de adaptaciones históricas y literarias de naturaleza casi operística, con una enorme capacidad pictórica y una detallista puesta en escena.
De repente, el último verano, 1959. Joseph L. Mankiewicz
Antes de dirigir, el gran Mankiewicz pasó más de quince años trabajando como guionista y productor en Hollywood, escribiendo muchas de las películas más destacables de los años treinta. Su primer intento como director fue El castillo de Dragonwyck (1946), demasiado efectista, y su primera gran película fue Carta a tres esposas (1949), desarrollada a partir de un relato que encontró en una revista y que versaba sobre una mujer fatal soltera que “roba” el marido a una amiga.
Sus personajes destacan por su complejidad y mantienen diálogos brillantes. Alcanzó su mayor reconocimiento con Eva al desnudo (1950), que logró catorce nominaciones a los Óscar y que también se inspira en un relato que apareció en Cosmopolitan.
En De repente, el último verano hay turbiedad, mucha elegancia y un protagonista ausente, Sebastián, que trae de cabeza a su madre y su prima. Con la primera solía pasar sus vacaciones; con la segunda, disfrutó de las últimas. Elizabeth Taylor, Montgomery Clift, Katharine Hepburn…no os la perdáis.
Crónica de un verano, 1961. Jean Rouch
El cineasta y antropólogo francés Jean Rouch comenzó a darse a conocer por sus provocadores documentales y a finales de los cincuenta ya era célebre por su estilo de hacer reportajes y su gusto por la “etnoficción”: la plasmación en forma de ficción de sus echaustivas investigaciones etnográficas.
Crónica de un verano fue su filme que causó mayor impacto internacional y el eje de su cinéma vérité. Tras definir un tema a investigar (en este caso, preguntar a los parisinos si son felices y filmar los resultados), Rouch se sirvió de las prestaciones que le ofrecían las nuevas cámaras más ligeras para llevar su investigación a la calle, sincronizando con ellas el equipo de grabación de sonido.
Blow-Up, 1966. Michelangelo Antonioni
La primera película en inglés de Antonioni tenía como subtítulo Deseo de una mañana de verano y fue el mayor éxito comercial de este director italiano que analizó la sociedad burguesa de su país, el deseo sexual, la codicia, la realidad y la ilusión.
David Hemmings interpreta a un fotógrafo narcisista y moderno, en el Londres de los sesenta, que se ve atrapado en un caso de asesinato. Revela fotografías en las que aparece una mujer con su amante en un parque; son aparentemente inocentes, pero contienen una trampa para matarle. Jugando con la ambigüedad de la percepción y la naturaleza de la realidad objetiva, Antonioni fue elaborando una historia con música de Yardbirds y Herbie Hancock, un llamativo cromatismo y astutos comentarios sobre el mundo de la moda.
El filme, Palma de Oro en Cannes, se basa en el relato corto Las babas del diablo, de Julio Cortázar, e influyó en Impacto (1981), de Brian de Palma, en la que John Travolta hace de un técnico de sonido que, sin darse cuenta, graba una conspiración.
Verano del 42, 1971. Robert Mulligan
A los que tienden al romanticismo, les gustará esta película de época y llena de sensibilidad dirigida por Robert Mulligan, cuya primera obra, con Anthony Perkins y titulada El precio del éxito (1957), ya marcó el tono de las demás. En 1962 cosechó gran éxito con Matar a un ruiseñor.
Las tres son ejemplos de las películas conmovedoras, de narración lenta y fuertes caracterizaciones que dominan el cine de Mulligan.
Insólita aventura de verano, 1974. Lina Wertmüller
Esta directora (por fin), nacida en Roma en 1926, fue la primera mujer en ser nominada al Oscar al mejor director: en 1975, por Siete bellezas. Se considera su obra maestra, pero las cinco películas que dirigió entre 1972 y 1975 –Mimí metalúrgico, herido en su honor; Film de amor y de anarquía, Tutto a posto e niente in ordine, Insólita aventura de verano y la citada Siete bellezas– cosecharon elogios unánimes, y también polémica, por su atrevido análisis del amor, la familia, la sexualidad y el honor.
El cielo protector, 1990. Bernardo Bertolucci
Admiración y controversia a partes casi iguales ha suscitado Bernardo Bertolucci, a lo largo de sus cerca de cuatro décadas de carrera pobladas de superproducciones y adaptaciones literarias, de una fotografía sobrecogedora y de temática entre lo sexual y lo político.
El cielo protector versiona, de la mano de John Malkovich y Debra Winger, la novela de Paul Bowles, protagonizada por un matrimonio liberal y viajero (que no turista), que escapa a África para dar un nuevo rumbo a su relación y encontrarse a sí mismos. Se les escapa de las manos y más que encontrarse se pierden…o no.
Tras el corazón verde, 1984. Robert Zemeckis
Es de aventura y comercial (catapultó a Zemeckis a la popularidad), pero quién se resiste a Tras el corazón verde. Amigo y colaborador de Steven Spielberg desde los setenta, Zemeckis ha dirigido melodramas y comedias bien construidos sin desechar los efectos especiales.
Entre la aventura y el romance, esta peli reunió a Michael Douglas, Kathleen Turner y Danny DeVito en torno a una esmeralda.
Después llegarían Regreso al futuro, Quién engañó a Robert Rabbit y Forrest Gump.
El verano de Kikujiró, 1999. Takeshi Kitano
Cuidada composición, humor inexpresivo e impecable fotografía son el sello de Kitano. En El verano de Kikujiró las interpretaciones también son lacónicas y la fotografía, impecable. Fidelidad a sí mismo.
Un niño y un ex yakuza protagonizan esta obra mágica, tan cómica como tierna.
Entre copas, 2004. Alexander Payne
Crear sencillas historias humanas es el objetivo de Alexander Payne, guionista ingenioso y director de comedias de cariz satírico que bordan la vida cotidiana de la sociedad estadounidense de hoy.
Entre sus mejores filmes se encuentra este Entre copas, para el que Payne eligió a dos actores relativamente desconocidos para interpretar a dos amigos que inician un viaje por los viñedos californianos antes de que uno de ellos se case. El resultado son embarazosos desastres y mucho humor. Esta peli se llevó un Óscar al mejor guión adaptado.