Mucha originalidad, dosis de humor oportunas y sobre todo una lógica interna que nos sorprende y descoloca son los ingredientes de Blind, el primer largo de Eskil Vogt como director, un drama ingenioso y directo protagonizado por Ingrid (Ellen Dorrit Petersen), una mujer que acaba de quedarse ciega y que trata de reestructurar su mundo a partir de los recuerdos visuales que conserva y sobre todo de encontrar vías para que su matrimonio, que parece en punto muerto, o así lo interpreta ella, continúe funcionando.
Blind obedece a la sugerente idea de mostrar al espectador las cavilaciones, el cautivador –y a ratos delirante- mundo interior de alguien que pierde la visión repentinamente y que debe hacer frente de un día para otro, además de a innumerables desafíos prácticos, a las incertidumbres y desconfianzas que puede generar no saber si tu acompañante te mira, te sonríe, si está siendo sincero. Cuando Ingrid pierde el don de la visión, como ocurre durante el sueño, aflora un mundo subconsciente en el que gana peso el instinto: resulta difícil creer cuando no se puede ver.
En lugar de dejar ocasionalmente la pantalla en negro, un recurso comprensible dadas las circunstancias, Vogt optó por subrayar la importancia que cobran en la nueva vida de Ingrid los sonidos, el tacto (quizá la forma de conexión más potente y evocadora para videntes o ciegos, según se defiende en la película a partir de la obsesión con la pornografía de Morten, uno de los personajes, que ve pero no puede tocar), y, cómo no, la imaginación, que en este caso enriquece el día a día a la vez que lo trastoca. Y surge una duda: ¿dónde queda esa creatividad para quienes vivimos sumidos en una marea visual diaria?
Por el tratamiento de las historias que afloran en la mente de la Ingrid demiurgo y que aquí se hacen carne, Blind puede recordar ligeramente aquellos juegos de imaginación presentes en En la casa de Ozon, pero los mecanismos son aquí menos evidentes y las implicaciones de esas historias inventadas, más profundas.
Nos gusta de Blind su juego con un espectador prácticamente hipnotizado, la fotografía (de Thimios Bakatakis), su banda sonora palpitante y expresiva y escenas que conmueven como la del instante de soledad y desvergüenza en el balcón.
En el fondo, cegueras aparte, la película se refiere a esas fantasías y deseos que condicionan nuestra manera de entender las circunstancias propias y el entorno y cuestiona hasta qué punto nos marcan.
Blind se estrena el 17 de julio.