The Assassin

27/11/2015

The Assassin

Hou Hsiao-Hsien fue premiado como Mejor Director en el último festival de Cannes por The Assassin, una película que hoy llega a cines y que, pese a poderse definir como cine de artes marciales, es ante todo una película depurada, delicada y evocadora de la literatura tradicional china (precisamente se inspira en uno de sus relatos). Como ocurre en anteriores filmes de Hsiao-Hsien, quien se ha hecho de rogar ocho años bien empleados antes de presentar este trabajo, traza el retrato complejo de un nuevo personaje femenino: una princesa  entrenada para la violencia.

The AssassinEn línea con la cultura oriental, que quizá debería sernos más cercana de lo que es si para otros asuntos si nos dejamos llevar por la globalización, The Assassin es tan física como espiritual y, como oportunamente se avanza al inicio, nos traslada a la China del s IX para contarnos los debates morales de Nie Yinniang, una joven que forma parte, por familia, de la realeza de Weibo, pero que ha sido educada por una monja experta en artes marciales y adiestrada para matar. Su habilidad física le permite enfrentarse a cualquiera y salir airosa, pero su personalidad rechaza asesinar, por miedo, conciencia o incomodidad, y su maestra, que lo percibe, la envía de vuelta a su familia con el encargo de acabar con la vida de un primo con el que, años atrás, estuvo a punto de casarse. Ella debe elegir entre la maldad impuesta o la bondad a la que su personalidad la inclina.

Esa lucha interior es la base temática de la película, y pese a la densidad moral de la disyuntiva es la ligereza la nota dominante de la película: por los silencios, por el sigilo con que se mueven los personajes, por paisajes que permanecen incólumes ante la tragedia que puede sobrevenir.

Estéticamente deliciosa, sobre todo por el contraste entre las trepidantes escenas de lucha y las lentas secuencias que describen ambientes y paisajes o los diálogos breves pero siempre significativos en los que flotan fábulas antiguas, The Assassin nos sumerge, por su ritmo y su ambientación, en un estado de calma no roto ni por las luchas ni por la neblina interior de la protagonista.

 

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