Dice el relato La muerte tenía un pecio (que no un precio), de Ángel de la Cruz Blanco, que coincidiendo con la fiesta gaélica de Samhaín, nuestro día de los Santos, se reúnen en alguna parte del mundo los cuatro jinetes del Apocalipsis, dispuestos a hacer balance del año transcurrido y previsiones para el entrante. En una ocasión eligieron para su cita un buque fantasma en la costa gallega: Guerra, Hambre y Peste llegaron juntos a conversar con Muerte, la más humana de los cuatro, preocupada por la sinrazón que nos rodea.
Hambre, Guerra y Peste están satisfechas con sus cifras y con las opciones de actualización de sus métodos de arrastre, tecnologías mediante, mientras Muerte, que aún prefiere portar capa y guadaña en estética de Bergman, siente pudor y añoranza de cuando no había armas químicas, los conflictos tenían ciertas reglas y los hambrientos y desasistidos no la veían llegar con esperanza y sin resistirse. El despropósito la rodea… hasta extenuarla y hay que ser valiente para imaginar un mundo donde campan, solos, los tres jinetes restantes.
Uno de los cortometrajes de animación nominados a los próximos Premios Goya, y seleccionado ya en más de una veintena de festivales, es Amanece la noche más larga. Dirigido por Lorena Ares y Carlos F. de Vigo, recrea esta tormentosa narración -con algo de visionaria por más atemporal que resulte, pues es previa a la pandemia y la invasión de Ucrania- en algo menos de diez minutos que describen un mundo tan aparentemente apocalíptico como el que diariamente nos cuenta la prensa, pero que, sobre todo, quieren suponer una llamada a la acción: se inicia la trama con una invitación a ponerse en marcha, formulada por Burke, que es también una advertencia, lo único que necesita el mal para triunfar es que las personas buenas no hagan nada.
Ares y De Vigo, de origen gallego y afincados en Navarra, comandan juntos los estudios Dr. Platypus y Ms. Wombat y cuentan con experiencia fructífera en el cine de animación: él ganó el Premio Gaudí, y fue nominado a otro Goya, con el largo en 2D Memoirs of a man in Pajamas; también ha dirigido y guionizado el corto Morti y ha participado en otra docena de largos, mientras ella, formada en Bellas Artes, se encargó de la animación de El sueño de una noche de san Juan, El espíritu del bosque y Holy night! y dirige actualmente Hanna y los monstruos.
Esa impronta de las artes plásticas se hace notar desde el primer fotograma y es una de las claves de esta pieza. En el inicio del corto, la costa recreada nos evoca El Temerario remolcado a su último atraque para el desguace y otros mares de Turner, toda una oda a la melancolía; las figuras del Hambre, la Guerra y la Peste remiten a las descarnadas y heridas de Francis Bacon y el conjunto del filme, su luz y atmósferas, nos hará recordar las realidades terribles que Goya llevó a sus Pinturas Negras y también a algunas que no lo eran: nuestros vacíos, un pathos que nos habita por dentro y por fuera y que, para los responsables de Amanece la noche más larga, tiene que ver con nuestras inercias, con nuestra tendencia a dejarnos arrastrar por los peores pensamientos y costumbres: Es una metáfora sobre el miedo que arrebata al individuo la capacidad de tomar decisiones en libertad a través del pensamiento crítico y que nos arrastra a un mundo en permanente conflicto e injusticia. Y aunque no se cita plásticamente, se hace fácil pensar, asimismo, en la inquietante peste que Böcklin plasmó con forma de dragón sin ojos, azotando con su cola una ciudad (este pintor suizo perdió a muchos de sus hijos a causa del cólera y de diversos virus y esta obra ejemplifica el temor ante el contagio y la pesadilla).
Ha trabajado en el corto un equipo de artistas durante cuatro años, en un cuidadoso proceso de traslado del espíritu de esas pinturas esenciales a la pantalla, sobre todo de las citadas Pinturas Negras: era propósito de los directores entroncar la estética de su trabajo (también su contenido) con una senda artística de lo inabarcable y terrible que no ha perdido validez, porque atiende a crueldades que no han dejado de repetirse, a oscuridades que van igualmente por dentro y que forman parte de todos. Cualquier leyenda, también la de los jinetes apocalípticos, y toda pintura sublime que nos abrume, se nutre de dioses y monstruos que hemos creado y que responden a nuestros deseos y miedos, a la necesidad de normas y de transgredirlas, como la grabación pone de relieve. Incluso el horror tenía las suyas.
Incide, Amanece la noche más larga, en que hambre, guerra y muerte son nuestros tres grandes temores, tan primitivos como actuales, y en que no conviene invocarlos superficialmente y en vano ni permanecer impasibles cuando atenazan a otros. Sería un despropósito, como decía Muerte en el relato de De la Cruz, que la guerra continuara siendo una forma de vida, que el hambre se convierta para tantos en costumbre, que la muerte se precipite y que nuestra indiferencia acompañe, añaden los directores. Otro pintor amante de lo nocturno y lo infernal, William Blake, dijo que quien desea y no actúa está sembrando… la peste.
Además de al virtuosismo técnico de los animadores, que ha derivado en un trabajo realmente envolvente, merece la pena prestar atención a las voces de los jinetes: son las de figuras consolidadas como Roger Pera, Camilo García (antes Han Solo, Hannibal Lecter) y Mercè Montalà, que se acompañan de las de un principiante en el ámbito de la animación, Joaquín Calderón.
Este relato tendrá, por cierto, continuidad y formará parte de un ciclo de cortos destinados a profundizar en el tema más grande: el ser humano. Los directores han avanzado que los próximos se dedicarán a los refugiados migrantes, el origen de la violencia y el arrepentimiento.