3 corazones

30/10/2015

3 corazones

Lo último de Benoit Jacquot llega hoy a cines: se trata de 3 corazones, un drama amoroso a tres bandas (las de Benoit Poelvoorde, Charlotte Gainsbourg y Chiara Mastroianni) en el que, sin duda, el protagonista es ese amour fou tan francés, que además en este caso es imposible: el sentimiento incontenible que lleva a Marc y Sylvie (Poelvoorde y Gainsbourg) a enamorarse intensa y rápidamente en una noche en que se conocen casualmente y a no saber poner freno a su relación cuando, vueltas de la vida mediante, él acaba casado con la hermana de ella (Mastroianni).

Con un material que tantos podrían convertir en comedia de enredo, Jacquot ha diseñado una historia basada en los sentimientos profundos y las atmósferas íntimas en la que los tres personajes que componen este trío se aman y, a su vez, se hacen daño a su pesar. Ese dolor que se provocan subyace a lo largo de toda la película, lo acentúa la música y apenas deja un instante de armonía.

3 corazonesLa metáfora de ese estado de estrés emocional en la que viven estos 3 corazones, sobre todo los de Marc y Sylvie -porque Sophie, su hermana, como buena engañada, es la última en enterarse-, la encontramos en el órgano de Marc, que sufre estrés y taquicardias, en principio por razones laborales. Precisamente un infarto le impidió llegar a tiempo a una cita en las Tullerías con Sylvie y, si lo hubiera hecho su destino hubiera sido otro: probablemente ella no habría viajado a Estados Unidos, hubiera continuado con él y Marc no hubiese conocido a su hermana de la forma en que lo hizo. Es un ejemplo de esos instantes que en un momento dado parecen no tener importancia, pero que con el tiempo se revelan decisivos para el futuro, y el cine los ha abordado en varias ocasiones (Family Man, Qué bello es vivir, La vida en un hilo…). De hecho el desenlace de la película revive qué hubiera sido de Marc y Sylvie si él no hubiese tenido ese percance y hubiese llegado a tiempo a las Tullerías.

Otra idea que parece querer transmitirnos Jacquot es que, bajo el orden que ofrece una ciudad pequeña, una familia unida y unas convenciones sociales (su boda con Sophie) subyace siempre una cara humana más salvaje y arrebatada que no se pliega a lo que “debería ser” y que, en el caso de Marc y Sylvie, solo encuentra su tiempo y su lugar en la clandestinidad. Ellos dos encarnan en la película esa opción por el desorden, o por la franqueza emocional si se quiere ver así, mientras Sophie y su madre (Catherine Deneuve) representan la de quienes optan por vivir de manera más desapasionada. No es casual que Sylvie y Marc caminen por esa ciudad pequeña de noche, cuando nadie más lo hace: buscan algo que no encuentran de día y entre la gente.

Jacquot cuida la belleza de la fotografía y da a las imágenes un tono romántico sin pasarse; le ayuda el bonito centro de la ciudad francesa por la que Sylvie y Marc pasean la noche que se conocen, el jardín de París o la tienda de antigüedades donde Sophie trabaja.

Podríamos definir 3 corazones más como un estado de ánimo, un muestrario de emociones, que como una trama verosímil sin más. Y ese es uno de sus puntos fuertes.

 

Comentarios