En este principio de año hemos preferido dejar a un lado listados de imprescindibles y de lo mejor leído y por leer. Estas son algunas de las historias que en 2022 rescataremos de nuestro estante de pendientes: disfrutaremos de novelas recientes, clásicos recuperados y de un ensayo que promete conducirnos a la historia de la fascinación por la cultura mediterránea.
JULIAN BARNES. El hombre de la bata roja.
No tenemos inclinación por Barnes solamente por su buen hacer cuando habla de arte (hace pocos años publicó el espléndido libro de ensayos sobre este asunto Con los ojos bien abiertos), sino sobre todo por su talento en la penetración en psicologías y épocas. Leeremos su última novela, El hombre de la bata roja, que promete una amena excursión por la Belle Époque siguiendo a un príncipe, un conde y un plebeyo franceses que en 1885 llegaron a Londres para hacer algunas adquisiciones de carácter intelectual y decorativo.
El relato profundiza, sobre todo, en la personalidad del último, Samuel Jean Pozzi, dandi, culto y liberal, traductor de Darwin, cirujano, pionero de la ginecología y según parece también amante prolífico; él fue el modelo de uno de los más sofisticados retratos de Sargent. Por las páginas de este libro desfilarán personajes tan irremediablemente atrayentes como Oscar Wilde, Sara Bernhardt, Baudelaire, Puskin o Zola y asistiremos a duelos, avances de la ciencia y cambios sociales.
En Anagrama.
SARA MESA. Perrita Country.
Lo último de Sara Mesa tras Un amor se llama Perrita Country y tiene algunas conexiones con aquella trama anterior: una joven reinicia su vida lejos de su hogar conocido y su soledad es compartida, esta vez no por un perro difícil de domar y un paisano apenas cálido, sino por una perra, tampoco fácil, y un gato con el que desde el principio conectó, el Ujier. Los tres compondrán el puzzle de una nueva existencia, ilustrada además por un Premio Nacional experto en felinos: Pablo Amargo.
El tandem, en Páginas de espuma.
JANE SMILEY. Un amor cualquiera.
Si disfrutasteis de La edad del desconsuelo, quizá el año pasado escucharais una recomendación más de Jane Smiley, seguramente una de las autoras más hábiles a la hora de narrar intrahistorias matrimoniales y familiares: Un amor cualquiera. La protagoniza la familia Kinsella, separada abruptamente en el pasado; sus miembros arrastran, desde entonces, incapacidades para las reuniones y las despedidas. Desgranando los sentimientos de unos y otros, la californiana se adentra en el miedo a herir, los clichés en torno a las familias y las penas que el tiempo no disuelve.
En Sexto Piso.
ELISA VICTORIA. El evangelio.
Desde la pasada primavera tenemos pendiente hincar el diente a la segunda novela de la escritora sevillana Elisa Victoria, tras Vozdevieja, en la que da voz a una maestra en prácticas en un colegio religioso con serios retos en su entrada a la madurez. Como en su primer texto, contrapone lo puro e inocente a lo corrupto y sobre todo transita por esas sensaciones comunes a cada vez más jóvenes a punto de dejar de serlo: la de que asentarse queda lejos y sus vidas parecen encontrarse en perpetuo tránsito.
En Blackie Books.
MARÍA BELMONTE. Peregrinos de la belleza.
Fue en el siglo XVIII cuando Grecia e Italia comenzaron a atraer a jóvenes pudientes del centro y norte de Europa deseosos de completar sus estudios, o ampliar su cultura, conociendo las raíces de la civilización occidental. El Grand Tour y el Viaje a Italia de Goethe han adquirido celebridad merecida, pero fueron muchos más los viajeros deseosos de impregnarse desde entonces de las esencias mediterráneas y bastante honda su huella: Winckelmann, D.H.Lawrence, Henry Miller, Lawrence Durrell…
Ellos ensancharon su mirada aprendiendo de los grecolatinos y María Belmonte nos propone conocer sus pasos.
En Acantilado.
NADIEZDA MANDELSTAM. Contra toda esperanza. Memorias.
No es novedad en las librerías, pero este año saldrá por fin de nuestro estante de pendientes el testimonio, afirman que más que conmovedor, de Nadiezda Mandelstam, esposa de Ósip Mandelstam, poeta que perdió la vida tras años de condena en los Urales y en un Gulag siberiano por escribir un poema contra Stalin, El montañés del Kremlin.
Su viuda lo acompañó en aquellas penurias, pero pudo escapar y sobrevivir dando clase en pequeñas ciudades de provincias hasta que, casi veinte años después de la muerte de Ósip, se le permitió volver a Moscú. Contra toda esperanza es el relato, detallado y lúcido, del horror que conocieron su marido y otros como él; conjuga su gran valor como documento histórico con su calidad literaria.
También en Acantilado.
IRIS MURDOCH. El castillo de arena.
Una de las sorpresas que la Cuesta Moyano nos dio el año pasado fue esta novela de Murdoch no demasiado fácil de encontrar (redoblamos ahora nuestra alegría al comprobar las cifras que alcanza en Internet).
Fue la tercera de las obras de la irlandesa, tras Bajo la red y El vuelo del Encantador, y cuentan que se dedica a las relaciones entre la libertad y el amor y a la reflexión sobre la naturaleza del arte: narra los últimos pasos comunes de un matrimonio en el que él tiene dificultades para aceptar toda irracionalidad.
En Alianza Editorial.
TOVE DITLEVSEN. Trilogía de Copenhague.
Leeremos también muy pronto las tres novelas biográficas de esta autora danesa (Infancia, Juventud y Dependencia) reunidas ahora en la Trilogía de Copenhague. Ditlevsen nació en 1917 en una familia humilde de Copenhague, conoció ambas guerras mundiales y en aquel periodo difícil ahonda en sus dificultades para dedicarse a la escritura, sus experiencias como madre, esposa e hija y sus recaídas en el alcohol y los medicamentos para superar las frustraciones. Se suicidaría en 1976.
De estas memorias cuentan que destacan por su tono honesto y confesional, en un tiempo en que hablar de ese modo sobre familia, maternidad y adicciones no era en absoluto frecuente entre las autoras.
En Seix Barral.
STIG DAGERMAN. Niño quemado.
De Dagerman dice Grahan Greene que usa los hechos, y no las frases emotivas, como ladrillos para construir emociones en sus textos. Este escritor sueco logró gran reconocimiento como articulista en la II Guerra Mundial, pero tras ella decidió dar un paso más en la ambición de sus relatos, refugiándose en un pequeño pueblo francés para escribir en 1948 una novela sobre un joven marcado por la desunión familiar.
Nos traslada Niño quemado a un barrio de Estocolmo en el que Bengt debe hacer frente a la muerte de su madre, y a la noticia de que su padre la engañaba: lo abrupto de los acontecimientos le sume en una espiral de venganza y conflicto.
En Nórdica Libros.