Tres años después de su muerte, el Jeu de Paume parisino dedica una extensa exposición a Frank Horvat, uno de los grandes fotógrafos franceses de la segunda mitad del siglo XX, atento a la vida nocturna de París y forjador de iconos de moda a partir de su labor en publicaciones históricas del sector, como Elle, Vogue o Harper’s Bazaar.
Se nutre la muestra de los archivos de este autor conservados en su casa-estudio de Boulogne-Billancourt, en algunos casos nunca revelados al público, y de medio centenar de impresiones producidas para la ocasión por el centro galo, y aunque el recorrido presta especial atención a su periodo de mayor actividad, en los años cincuenta y la primera mitad de los sesenta, también repasa, como decimos, sus incursiones en el fotoperiodismo en revistas internacionales, sus trabajos más experimentales en París, y obra más personal que desarrolló alrededor del mundo, y que compone un ensayo visual muy revelador de su personalidad creativa: imágenes tomadas en una docena de grandes urbes para la German Revue, en 1962 y 1963, en el que fue su último reportaje para prensa.
Nacido en 1928 en la localidad italiana de Abbazia, en 1939 se vio Horvat obligado a refugiarse en Suiza, dadas las raíces judías de parte de su familia. Tras la II Guerra Mundial se asentó en Milán, donde intentó abrirse camino como publicista y después como fotógrafo; sería a principios de los cincuenta cuando pudo publicar sus primeras imágenes en medios suizos e italianos. Admirador de Henri Cartier-Bresson, a quien llegó a visitar en 1951 en París con la esperanza de poder unirse a la agencia Magnum, adquiriría por entonces su primera Leica y llevó a cabo un primer viaje iniciático a Pakistán e India donde, hacia 1952-1954, tomó intensos primeros planos y logró adentrarse en espacios prohibidos, revelándose como un autor apegado a lo íntimo y corporal.
Sus fotos verían la luz, primero en Die Woche, y después en Paris-Match, Picture Post, Le Ore o Life, donde publicó en un principio bajo el nombre de Franco (y luego de Frank Horvat); allí llamarían la atención nada menos que de Edward Steichen, quien seleccionó una de sus composiciones pakistaníes para la exhibición del MoMA “The Family of Man”. Sus siguientes pasos como fotoperiodista lo llevaron a Londres y París, donde se instaló a finales de 1955, sumergiéndose para sus reportajes en salas de striptease y de música, cabarets o burdeles, para captar tanto sus espectáculos en sí como la actitud de los espectadores y voyeurs.
En aquellos años adquirió un teleobjetivo Novoplex con el que trabajó en varios enclaves de la capital francesa, logrando puntos de vista inéditos y contrastes acentuados en imágenes donde subrayaba el anonimato de las grandes multitudes y la saturación de los espacios públicos del París que despertaba tras la guerra. La revista Camera dedicó una veintena de páginas a estas obras en su número de enero de 1957, y también llegaron a la primera Bienal de Fotografía de Venecia, que tuvo lugar ese mismo año.
Paradójicamente, aquella producción callejera le condujo al ámbito de la moda. William Klein, que la apreció, puso a Horvat en contacto con Jacques Moutin, entonces al frente de Jardin des Modes, quien le propuso trasladar su estilo en la fotografía urbana, granulado, en pequeño formato y con luz natural, a la puesta en escena de colecciones de prêt-à-porter, entonces en plena explosión. Desde aquel momento llevó a cabo este autor sus fotos más celebradas, como Tan Arnold au Chien qui fume o aquella en la que una mujer con sombrero de Givenchy observa con binoculares una carrera imaginaria.
El humor peculiar de Horvat y sus enfoques innovadores sedujeron a otras publicaciones: en Jours de France aparecieron Monique Dutto à la sortie du métro, Nico au Bois de Boulogne o Ana Karina aux Halles; más tarde requirieron su arte, entre natural y sofisticado, el Vogue británico o Harper’s Bazaar, y Simone d’Aillencourt, China Machado o Vera Valdez posaron también para él.
Sin embargo, este artista no dejó de experimentar, buscando escapar de los códigos y estereotipos del fotoperiodismo y la fotografía de moda. Apoyado por el director jefe de la revista de reportajes German Revue -donde, sin embargo, solo llegó a publicarse una pequeña parte de su proyecto-, emprendió durante ocho meses aquel extenso ensayo fotográfico alrededor del mundo, que lo llevó a El Cairo, Tel Aviv, Calcuta, Sídney, Bangkok, Hong Kong, Tokio, Los Ángeles, Nueva York, Caracas, Río de Janeiro y Dakar, entre 1962 y 1963. En esta última gran empresa en blanco y negro, abrió camino al juego, las escenas nocturnas, la fragilidad de sus modelos tras las apariencias, la melancolía de los cuerpos, el amor y los desórdenes físicos… Se trata de una cartografía íntima, fruto de investigaciones introspectivas, de la búsqueda continua de nuevas experiencias y, seguramente, de un desencanto profesional y quizá vital.
Esta exhibición ya pudo verse, en una versión más reducida, en el Château de Tours en la primavera del año pasado, y entre las 170 fotos que reúne (además de publicaciones, escritos, obras y hojas de contacto) cuenta con imágenes apenas mostradas y muy significativas de la prensa fotográfica e ilustrada de la posguerra. La comisaría la especialista Virginie Chardin.
“Frank Horvat. Paris, le monde, la mode”
1 Pl. de la Concorde
París
Del 16 de junio al 17 de septiembre de 2023
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