El Ministerio de Cultura y Deporte ha anunciado hoy la concesión a Francesc Torres del Premio Velázquez de Artes Plásticas 2024, a propuesta de un jurado presidido por Isaac Sastre de Diego, aún director general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes (pronto será sustituido por Ángeles Albert), y formado por Marisa González, ganadora del galardón en 2023; María Concepción Gay González, artista y vicepresidenta de la Unión de Artistas Contemporáneos de España; Rosa Brun, artista, catedrática de Pintura de la Universidad de Granada y académica de la Real de Bellas Artes de San Fernando; Martí Manen, director de Index-The Swedish Contermporary Art Foundation; José Luis Pérez Pont, director artístico de la candidatura de Las Palmas de Gran Canaria a Capital Europea de la Cultura 2031; Isabel Tejeda, catedrática de Bellas Artes de la Universidad de Murcia; Cristina de Middel, fotógrafa y presidenta de Magnum Photos; y Amanda de la Garza, subdirectora artística del Museo Reina Sofía.
Este premio está dotado con 100.000 euros y Torres lo recibe por “su trayectoria artística con un trabajo interdisciplinar y precursor del arte conceptual que abarca diversos medios, como la escultura, la instalación, el videoarte y la fotografía”. El jurado encuentra en sus proyectos “una reflexión profunda sobre el contexto social y político. A lo largo de su carrera, de proyección internacional, Torres ha abordado temas esenciales en nuestro tiempo como la guerra, la identidad, la memoria histórica y el impacto de los medios de comunicación en la percepción del mundo, explorando las intersecciones entre arte y política”. También se ha señalado “su compromiso con la enseñanza, habiendo sido profesor en diversas instituciones académicas y contribuyendo al desarrollo de nuevas generaciones de artistas”.
Nacido en 1948 en Barcelona, Torres trabajó como aprendiz en el taller de impresión de su padre y se formó como artista gráfico. Continuó sus estudios en la École des Beaux Arts de París en 1967 y se convirtió en asistente de Piotr Kowalski, época en la que comenzó a dar forma a su obra de línea industrial, que seguiría las estrategias formales y materiales del minimalismo. Desde mayo del 68 cambió el rumbo de su actividad y elaboró carteles para movimientos de obreros y estudiantes; su ingreso, dos años más tarde, en el servicio militar entonces obligatorio le ofrecería una fuente de información sobre los comportamientos castrenses que emplearía en su obra posterior. Más tarde se trasladó a Chicago, y después a Nueva York, donde residió hasta 2001.
Ha protagonizado exposiciones relevantes en el Illinois Center (Chicago), el Whitney Museum of American Art (Nueva York) o Los Angeles Institute of Contemporary Art, el Museo Reina Sofía, el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) y la Fundació Antoni Tàpies (Barcelona).
En aquel 2001 se trasladó a la capital catalana y, desde entonces, sus creaciones se han podido ver en muestras en el Espai d’Art Contemporani de Castelló (EACC), el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA); Artium Museoa (Vitoria) o el Museo Guggenheim Bilbao.
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