Crítico por un día
La pintura constituye un punto nodal para el mundo del arte, no sólo por el lugar que ocupa en la tradición de las disciplinas artísticas, sino porque, en términos de su reconfiguración material y temporal, sus posibilidades parecen inagotables.
En este sentido, la deriva que plantea hoy la práctica de la pintura radica en su reconocimiento como dispositivo simbólico y cultural, configurador de expresividades para la exteriorización, transmisión y cuidado de las memorias. Una revaloración de la mirada que focaliza el ver-en (contexto ampliado de la estética y la cultura), en lugar del ver-como, adecuado por sistema representacional de la tradición academicista.
Consciente de estos desafíos y después de un largo período de exploración con diferentes recursos tecno-simbólicos, el artista Oscar Salamanca nos presenta, en esta ocasión, una significativa serie de pinturas que ha denominado “Flora”. Se trata de una selección de trabajos a partir de una serie de más de cien obras y ejercicios experimentales, en las que inscribe una mirada singular sobre la naturaleza devenida mundo íntimo. De allí que el carácter referencial del nombre que articula la serie “Flora” se convierta sólo en un pretexto usado para soportar o visibilizar la tematización del medio expresivo alcanzada por el propio artista. La reflexión de fondo radica, por lo tanto, en el despliegue de un tratamiento cromático y expresivo, estrictamente personal, que busca emparentar naturalezas disímiles con ensambles mentales, sin el ánimo de alcanzar una coherencia particular, premeditada. Más bien se trata de sacar a la luz rasgos sutiles, texturas y trazas de una acción la de pintar, que guarda identidad con otros recursos plásticos empleados por el artista, en obras tridimensionales y performativas, en las que la autorreferencialidad, el gesto, la analogía y la simbiosis son exploradas de manera recurrente.
Margarita Calle
Departamento de Humanidades
Universidad Tecnológica de Pereira