Finaliza la restauración de la Capilla de San Pedro de la Catedral de Valencia

El pasado 1 de julio se presentaron oficialmente los trabajos de restauración de la capilla de San Pedro de la Catedral de Valencia, tras dos años de intervención promovida por el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).

El proyecto de restauración ha tenido un presupuesto de 643.513,47 euros y ha supuesto una intervención integral en la capilla, pues se ha trabajado sobre los elementos que configuran el espacio arquitectónico, sobre sus decoraciones, elementos muebles e instalaciones.

Se ha intervenido en las cubiertas de teja curva y se ha comprobado el estado estructural de la cúpula, en la que se han recuperado los ocho ventanales que conforman su tambor. También se ha actuado sobre los paramentos exteriores, uniformando su revestimiento y reparando las cornisas y los aleros, utilizando siempre materiales reversibles y compatibles con los originales.

En cuanto a las decoraciones interiores, se han aplicado tratamientos de limpieza, consolidación y reintegración con estuco y mortero neutros. En las pinturas murales se han consolidado por inyección las zonas conservadas y se ha realizado su reintegración cromática con lagunas neutras en los elementos perdidos. También se ha recuperado el paramento frontal interior, de sillería gótica, en el que se ubicaba un retablo y se ha mejorado la instalación eléctrica y la iluminación.

 

Situada a los pies de la catedral de Valencia, junto a la nave lateral meridional, en donde se halla su entrada principal, el primer diseño de esta capilla fue encargado en 1437 por el obispo Alonso de Borja, posteriormente Papa Calixto III, pero no fue hasta 1466, cuando el arzobispo Rodrigo de Borja, después Papa Alejandro VI, comenzó su construcción, que finalizó en 1486. Por su origen fue conocida antiguamente como “capilla de los Borja”.

La capilla de san Pedro fue remodelada entre 1696 y 1703 por Juan Bautista Pérez Castiel. La decoración interior de yeserías corrió a cargo del italiano Antonio Aliprandi y las paredes se cubrieron con valiosos frescos de Antonio Palomino a los que se sumaban pinturas de Vicente Vitoria y Miguel Benavent. Todo ello quedó muy dañado como consecuencia del incendio que sufrió la capilla en 1936. Desde entonces permaneció cerrada y hasta 2006 se usó como almacén, año en que se reabrió. Es de planta cuadrada y se cubre con cúpula semiesférica. Su espacioso interior muestra mármoles, jaspes y estucos que desarrollan una intensa decoración barroca a base de hojarascas, rocallas, medallones y otros elementos propios del siglo XVIII.

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