Ayer conocíamos la triste noticia del fallecimiento de Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria en 1925), a los 94 años de edad recién cumplidos. Solo la enfermedad pudo apagar el entusiasmo vital que siempre caracterizó al escultor canario, que fue artista y artesano del hierro –material del que supo extraer toda su potencialidad, trabajando para alcanzar la mayor expresividad con la menor materia posible–, y que gozó del reconocimiento de sus coetáneos y de generaciones posteriores que siempre vieron en él un gran maestro.
Además de su intensa labor artística, por la que en 1980 fue reconocido con el Premio Nacional de Artes Plásticas, entre 1983 y 1990 desempeñó el cargo de presidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid y desde 1989 hasta 2002 fue director del Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria. En el 2014 fue nombrado Académico Honorífico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
A lo largo del día de hoy hemos podido ver las numerosas manifestaciones de condolencia expresadas por miembros de la comunidad artística, pues el vacío que Martín Chirino deja es grande y se le echará de menos, sobre todo como persona. Su legado artístico e intelectual podrá seguir disfrutándose en la sede de su fundación, en El Castillo de La Luz.
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