Esperpento: Valle-Inclán y el presente continuo

El Museo Reina Sofía examina la vigencia del concepto

Madrid,

Hace un siglo desde que Valle-Inclán lo esbozó en sus textos como concepto, por lo demás atemporal, dando lugar, más que a un género literario, a un pensamiento nada fácil de definir, complejo, derivado de la observación de política y sociedad durante la Restauración y con ramificaciones estéticas. La nueva exposición del Museo Reina Sofía, “Esperpento. Arte popular y revolución estética”, pone imágenes y algunos sonidos a esa noción escurridiza de lo esperpéntico con el fin de que sea el espectador quien, hecho su recorrido, alcance sus propias conclusiones sobre lo que este término, definido por la Real Academia como deformación de la realidad acentuando sus rasgos grotescos, implica en la historia española de los últimos cien años.

Una distancia crítica y su conocida inclinación al sarcasmo facilitaron que fuera el escritor gallego quien propusiera esa fórmula de renovación artística, simbolizada en los espejos cóncavos del Callejón del Gato y efectivamente basada en la desfiguración de referentes muy reales sin temer a la extravagancia y la caricatura. Los estudios más habituales en torno al esperpento lo han abordado desde un enfoque literario o en relación con la España negra o una supuesta singularidad de nuestro país, pero el propósito de este proyecto del MNCARS, que cuenta con media docena de comisarios (Pablo Allepuz, Rafael García, Germán Labrador, Beatriz Martínez-Hijazo, José A. Sánchez y Teresa Velázquez), es analizar su presencia o reflejo en la plástica y en distintas formas de la cultura popular que convivieron con las vanguardias: veremos en la planta primera del edificio Sabatini romances de ciego (relatos de temas más o menos truculentos), aleluyas (estampas que componían series y explicaban ciertos asuntos en verso), caricaturas, páginas de prensa satírica, los primeros aparatos que transformaron nuestro modo de mirar antes de que lo hiciera el cine o testimonios del paso por nuestros pueblos de bululús (actores ambulantes de repertorio variado de los que se tiene constancia ya en el siglo XVII).

Haciendo referencia a aquellos espejos deformantes, las primeras salas de esta exhibición relacionan esos modos de ver, tecnologías entonces nuevas que sintetizaban o aumentaban sus fuentes para el experimento de algunos y el entretenimiento de muchos, y maneras de entender y representar el cuerpo, en un momento inicial bajo el peso de Goya, pionero en la plasmación de físicos y escenas grotescos (otra exposición del Reina Sofía, en 2013, ya dio cuenta de su influencia en artistas que trabajaron durante la Guerra Civil). El aragonés no se encuentra representado en este montaje, sí lo están Leonardo Alenza o Eugenio Lucas Velázquez, que copió su obra en el Prado y tasó las Pinturas Negras; en todo caso, fue el propio creador de Max Estrella quien le adjudicó la invención del esperpentismo, cuyas raíces aquí se nos propone buscar, igualmente, en la novela picaresca del Siglo de Oro.

No faltan en este arranque cabeceras satíricas contemporáneas a Valle-Inclán a cuya influencia él no se sustraería, como La Gorda, La Flaca o Gil Blas, que disociaban la política de cualquier aura o elogio, convertían a las personas en animales o muñecos y el parlamento en un circo, en un ruedo o, muy frecuentemente, en un teatro.

Esperpento. Arte popular y revolución estética. Museo Reina Sofía
Esperpento. Arte popular y revolución estética. Museo Reina Sofía

Un segundo apartado en el recorrido se adentra ya en los inicios del siglo XX, un tiempo que aquí queda identificado con un cambio de perspectiva: el que proporcionaban las manifestaciones pictóricas y fílmicas que proponían visiones en altura (para entonces, la teoría de la relatividad y el progreso de la física cuántica modificaron los conceptos, si no también la percepción, de la materia, el tiempo y el espacio; y la I Guerra Mundial supuso, por primera vez, la introducción de la aviación en una contienda) y el ligado a una alteración de los estados de conciencia facilitados tanto por las drogas como por corrientes espiritistas y teosóficas que alcanzaron cierta difusión, al menos entre algunas capas sociales y entre no pocos artistas y autores literarios -en breve llega al Guggenheim Bilbao Hilma af Klint-.

Cartelería de médiums y magos. Esperpento. Arte popular y revolución estética. Museo Reina Sofía
Cartelería de médiums y magos. Esperpento. Arte popular y revolución estética. Museo Reina Sofía

Interesó el esoterismo y la magia a Valle, como testimonia La lámpara maravillosa. Ejercicios espirituales (1916), donde habló del quietismo estético como origen de su poesía: hacía alusión a la experiencia contemplativa derivada de la fijación de lo impreciso de las sensaciones para encontrar lo que nuestro pensamiento nos oculta. La depuración de las imágenes que alcanzaba se enlaza aquí con esa contemporánea visión de altura y se recuerda su ocasional consumo de cáñamo índico; también su obra La pipa de Kif, en la que trató de superar los conceptos dados de espacio y tiempo y ofrecer de lo narrado una perspectiva cubista-futurista-estridente. A este apartado de la exposición han llegado una pintura de André Masson y un tríptico de Boccioni, Estados de ánimo, más simbolistas que surrealista, en el caso del primero, y que futurista, en el del segundo. El italiano sugería el dinamismo acelerado y la ausencia de quietud propios de la vida moderna basándose en una estación ferroviaria.

Umberto Boccioni. Estados mentales I. Los adioses, 1911. The Museum of Modern Art, Nueva York
Umberto Boccioni. Estados mentales I. Los adioses, 1911. The Museum of Modern Art, Nueva York

Más adelante se conectan las farsas de Valle-Inclán con la tendencia europea, en los años veinte, hacia la reteatralización del teatro (concepto así nombrado por Ramón Pérez de Ayala que, frente a los postulados decimonónicos, subrayaba la importancia de los elementos escénicos, el gesto y la plástica respecto al texto y la declamación); don Ramón María confesó escribir para muñecos, en la senda del Teatro dei Piccoli italiano, impulsado por Vittorio Podrecca, y en fechas parecidas Falla estrenó su Retablo de Maese Pedro, inspirado en un fragmento de El Quijote, otro antecedente del esperpento según Valle.

No ha sido extraño que los supuestamente inocentes tablados de marionetas se utilizaran para revelar los intereses de quienes ostentaban el poder o para restar heroísmo a algunas figuras históricas; ocurría claramente en el influyente Ubú rey de Alfred Jarry, primera pieza de una casi tradición de guiñoles capaces de conjugar la parodia y la protesta.

Reconstrucción a escala real del Teatro dei Piccoli de Vittorio Podrecca, con marionetas originales de 1940. Esperpento. Arte popular y revolución estética. Museo Reina Sofía
Reconstrucción a escala real del Teatro dei Piccoli de Vittorio Podrecca, con marionetas originales de 1940. Esperpento. Arte popular y revolución estética. Museo Reina Sofía

Además, se acercan las obras emblemáticas del gallego a fenómenos, populares y no tanto, en los que se introducían críticas al contexto político y social: nos referimos a los carnavales, la bohemia o la adopción de formas alternativas en la representación de motivos religiosos. De Martes de carnaval se extraen, para hallar resonancias estéticas, historias ligadas a la violencia hacia la mujer o el militarismo (en este punto daremos con Gutiérrez Solana, puede que nuestro mayor pintor de lo macabro y lo jocoso en la primera mitad del siglo pasado, así como con carnavaladas rurales y urbanas de Laxeiro o Maruja Mallo); Luces de bohemia, donde se formula el esperpento como resultado del reflejo de héroes clásicos en espejos cóncavos, se vincula a los procedimientos deformantes de los ismos y al cruce, en la noche madrileña, de la bohemia y el anarquismo (a nuestro paso saldrá Antonio Fillol, que conmovió en la última temporal del Prado); y Retablo de la lujuria, la avaricia y la muerte, entre otras composiciones, se da la mano en el Reina Sofía con marionetas, siluetas y con imágenes religiosas al servicio de formas individuales de piedad, peculiares pero quizá reflejo de una espiritualidad genuina: las que la Tía Sandalia, que eligió vestir hábito pese a no ser monja, guardaba en el silo donde vivía en el pueblo toledano de Villacañas.

Recreación de la Casa-Museo de la Tía Sandalia. Esperpento. Arte popular y revolución estética. Museo Reina Sofía
Recreación de la Casa-Museo de la Tía Sandalia. Esperpento. Arte popular y revolución estética. Museo Reina Sofía

Finaliza la muestra con Tirano Banderas y la referencia a los autoritarismos de los veinte y los treinta: el tirano de José Clemente Orozco quizá sea aquí la mayor encarnación del esperpento, y contemplaremos una instalación escénica realizada específicamente para el MNCARS por el colectivo Lagartijas tiradas al sol, dedicada a las mujeres que han resistido dictaduras. También incidiendo en que El ruedo ibérico, proyecto inconcluso a la muerte de Valle en 1936 y una alegoría taurina de la historia nacional que conecta con los Episodios de Galdós, podría emparentarse con no pocas creaciones artísticas de ese mismo momento, como los Fusilamientos en la plaza de toros de Badajoz (1939) de Martí-Bas, y los mismos espejos cóncavos, con nuestro presente continuo.

Cándido Ansede. las gigantillas salmantinas, 1928. Tatane Ruiz Ansede, en depósito en la Filmoteca de Castilla y León
Cándido Ansede. Las gigantillas salmantinas, 1928. Tatane Ruiz Ansede, en depósito en la Filmoteca de Castilla y León

 

 

“Esperpento. Arte popular y revolución estética”

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

C/ Santa Isabel, 52

Madrid

Del 9 de octubre de 2024 al 10 de marzo de 2025

 

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