El rebobinador

Ukiyo-e, Hiroshige y el azul de Berlín

Hokusai. La gran ola, 1831-1834
Hokusai. La gran ola, 1831-1834

La xilografía Ukiyo-e surgió de la tradición de los pintores japoneses de ciudad, artistas profesionales autónomos que no pertenecían a escuelas prestigiosas y que realizaban, a buen precio, obras por encargo. Para responder a una demanda en auge, desarrollaron y perfeccionaron la impresión de estampas sobre madera como medio de producción en masa; esa impresión después pasó a integrarse en la actividad de editoriales con una gama más amplia de productos.

Si al principio se trataba de estampas en blanco y negro que, si se solicitaba, se coloreaban a mano, la impresión a todo color alcanzó su madurez antes de 1765 como fruto de la división del trabajo. El artista recibía primero el encargo de esbozar un determinado tema o serie y las planchas de madera no las hacía él, sino que de ellas se encargaban artesanos especializados en la talla de madera, mientras que la reproducción individual de las estampas la ejecutaban los impresores. Las funciones de organizar, dirigir y comercializar las imágenes las realizaba el editor, que abonaba un sueldo a los dibujantes, talladores e impresores: los primeros estaban considerados como meros trabajadores manuales.

Desde 1790-1791, las xilografías llevaban estampas de censura (autorización); de 1849 a 1857 se añaden la fecha y la marca del censor correspondiente y en el periodo de reforma (1841-1843), que siguió a la hambruna (1832-1838), se prohibieron los retratos de mujeres bellas y de actores, así como las ediciones de lujo con más de siete u ocho planchas de impresión a color. Entonces interesaban estampas con la representación de héroes nacionales que fomentaran virtudes como la valentía, la lealtad y la piedad filial de corte confucionista; así, el gobierno Tokugawa confiaba en combatir el lujo, la inmoralidad y la oposición.

Siguiendo el dibujo realizado en blanco y negro, sobre papel fino y transparente que se adhería a la plancha por el anverso, el artesano tallador de madera elaboraba en primer lugar una plancha con los contornos; las líneas se recortaban con exactitud y las partes de madera que se encontraban entre ellas se rebajaban hasta que la estructura de tinta del dibujo solo quedaba en las piezas de unión, las más altas.

El dibujante recibía estampas de prueba realizadas con esa plancha de contornos y hacía, para la plancha de cada color, un modelo: en los campos previstos se escribía el tono de color deseado.

Hiroshige. Lluvia nocturna en Karasaki, hacia 1834
Hiroshige. Lluvia nocturna en Karasaki, hacia 1834

Lluvia nocturna en Karasaki, de la serie Ocho vistas de la provincia de Omi, de Hiroshige, nos sirve para observar los desafíos a los que se enfrentaban los artesanos que cortaban las planchas y los impresores, por ejemplo, al reproducir el fenómeno de la lluvia, en el que cada línea individual posee una tensión. Las ramas enormes de los pinos milenarios que salen de la niebla se apoyan en parte en varas de bambú y, delante del muro de piedra, apreciamos dos barcos sobre el agua; a la derecha del árbol se reconocen un Torii, farolas de piedra y los tejados del santuario Shinto, además de mástiles de barcos en un plano más alejado. El poema Kyoka, a la izquierda, junto a la inscripción roja, dice: A la lluvia vespertina enmudece su crepitar, incluso cuando el viento de los pinos de Karazaki es famoso hasta la lontananza.

Frecuentemente se empleaban para la impresión hasta doce planchas de color; el impresor se ocupaba también de mezclar las tintas, que en gran parte constaban de extractos vegetales. Hacia fines de la década de 1820 llegó a Japón el vigoroso azul de Prusia con el nombre de bero-ai (azul de Berlín) e Hiroshige lo apreció mucho por su brillo y transparencia, empleándolo frecuentemente para el sombreado del cielo (bokashi).

Una hoja de abanico (uchiwa-e) monocroma (aizuri) de su serie Viaje a las siete fuentes termales en Hakone, de la década de 1830, muestra la inimaginable variedad de matices de ese tono, que aquí se utiliza para representar el ambiente nocturno. Para imprimir no se empleaba la prensa, se prefería la impresión manual con un rascador (baren), con el que el papel humedecido se presiona sobre la plancha con movimientos circulares. Frecuentemente adquiría así las vetas de la madera, lo que proporcionaba un especial efecto estético.

Las marcas en el cliché hacían posible colocar con precisión el papel sobre cada plancha, evitándose las mezclas de colores. Los paisajes de Hiroshige planteaban las más altas exigencias a los impresores, como los sombreados de carácter pictórico para reproducir el cielo o instantes específicos de luz y de tiempo atmosférico; en cada uno de los pasos del proceso, el impresor tenía que difuminar o aguar la tinta aplicada para producir los efectos de bokashi, pues estos son los que daban profundidad ambiental a sus paisajes. Para ello se precisaba la mayor sensibilidad; y eso explica, a su vez, por qué reimpresiones posteriores en muchos casos eran tan distintas de la primera edición que apenas se reconocían.

Hiroshige. Los remolinos de Awa, 1885
Hiroshige. Los remolinos de Awa, 1885

Ejemplo de la calidad de la impresión de una primera edición es la lámina Los remolinos de Awa de la serie Famosas vistas de las más de 60 provincias (1855). El estrecho de Naruto se encuentra situado entre la isla de Shikoku, en el mar interior, y la de Awaji, al noreste de la provincia de Awa. Las enormes cantidades de agua, al producirse rápidamente el cambio entre flujo y reflujo, hacían remolinos y olas coronadas por grandes cantidades de espuma rompiendo en las rocas.

En la otra orilla se aprecia la isla de Awaji, cuya silueta gris destaca del horizonte de colorido vespertino. Por encima del agua pueden verse líneas de lluvia.

Característico de la primera edición es el intenso color azul en el extremo superior, que se difumina hacia el horizonte gracias al efecto bokashi. Dichos efectos de graduación de la tonalidad también se aprecian en el extremo inferior y en la cresta de la ola a la derecha, así como en el centro del remolino. La impresión de rojo sobre las cimas de las rocas produce un intenso marrón rojizo y hace una transición lenta hacia el gris de las rocas; el del horizonte es un rojo intenso, no el naranja de posteriores ediciones, y el marco con la signatura de Hiroshige está impreso en rojo, aunque la esquina superior izquierda se quedó sin imprimir por un descuido, rasgo que se subsana en las reimpresiones.

Un refinamiento técnico diferente es el que presenta el raro pliego de cartas (ehansetsu) con la playa salina (Shiohama) cerca de Gyotoku. Hiroshige publicó estas vistas de la ciudad de Edo y sus alrededores hacia 1840 en la editorial de Wakasaya Yoichi, pero esta impresión de lujo realizada siguiendo el estilo de las estampas de poemas y Año Nuevo de ediciones privadas no lleva ninguna marca de editorial.

En el amplio paisaje se introduce, a la derecha, un dique sobre el que caminan campesinos con varas para portar cargas. Debajo se aprecian salinas y, en la playa, algún que otro campesino ocupado en la obtención de sal. En la otra orilla surgen, a lo lejos, cadenas montañosas azules que destacan ante un horizonte de tonalidades rojas y anaranjadas; a primera vista podría creerse que se trata de pintura y no de una estampa impresa, dada la gran diferenciación de los colores aplicados.

El trabajo de Hiroshige tuvo una importancia fundamental para el desarrollo técnico y artístico de la impresión a color, pues dio a este medio nuevas cualidades pictóricas.

Hiroshige. Playa salina cerca de Gyotoku, hacia 1840
Hiroshige. Playa salina cerca de Gyotoku, hacia 1840

 

 

 

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2 respuestas a “Ukiyo-e, Hiroshige y el azul de Berlín”

  1. Lola Padin

    Atractivo,interesante y muy delicado tanto en su realización como en su exposición

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  2. Ana Funes

    Muy interesante y detallado

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Comentarios