NOMBRE: Shirin
APELLIDOS: Salehi
LUGAR DE NACIMIENTO: Teherán, Irán
FECHA DE NACIMIENTO: 1982
PROFESIÓN: Artista, investigadora y docente
Hace un mes, el 11 de octubre, nuestra fichada de esta semana recibía junto a Inma Herrera el Premio Bienal Pilar Juncosa y Sotheby´s de Creación Artística por su proyecto Un punto fijo para orientarse. Historia de un lugar velado, que ambas producirán el año próximo en los talleres de la Fundació Pilar i Joan Miró mallorquina.
Nos hablará de él más adelante, pero tendrá como frutos la preparación de una instalación concebida para el Espai Cúbic de la Fundació y la edición de un libro de artista y reflexionará sobre lo que contemporáneamente entendemos como espacios sagrados.
Shirin Salehi, que reside en nuestro país desde los noventa y desde hace un par de años vive a caballo entre Madrid y Nueva York, es Ingeniera técnica de Telecomunicaciones, Técnico Superior en Artes Plásticas y Diseño por Arte10 y ha cursado en la Universidad Complutense el Máster en Investigación en Arte y Creación.
Ha presentado muestras individuales en la Galería Brita Prinz, La Neomudéjar y las galerías Astarté (Madrid) y Ana Serratosa (Valencia) y sus colectivas le han llevado, desde 2011, a centros como la Fundación CIEC coruñesa, el Museo del Grabado Español Contemporáneo, la Casa de Velázquez, el Museo Civico Fattori de Livorno, la Torre dell’acqua de Cerdeña, la Universidad de Cantabria, la Real Academia de Bellas Artes de Amberes, la Casa de la Moneda, la Iglesia de las Francesas de Valladolid o el tristemente cerrado MAC de A Coruña. También ha participado en ferias como Masquelibros, Librarte, ESTAMPA, JustMad o JustLX.
En cuanto a sus galardones, el Bienal Pilar Juncosa y Sotheby ‘s se suma a una lista extensa en la que figuran el primer premio en el XIX Concurso internacional de Grabados Villa de Cebreros y en la I edición del Concurso internacional de grabado FIG Bilbao (2012), el Premio Acqui Giovani de su XI Bienal Internacional de grabado (2013), el Premio Fundación Pilar Banús de los XXII Premios Nacionales de Grabado, el Premio especial Residencia Artística Florencia del Combat Prize y el primer premio en la II edición de la convocatoria de Fundación Ankaria al libro de artista (2015); también el segundo premio en el Premio Internacional de Arte Gráfico Carmen Arozena (2017).
Hechas las presentaciones, preguntamos a Shirin por sus inicios; hace aproximadamente una década decidió dejar a un lado su labor como ingeniera para centrarse en la creación: Cuando emigré de Teherán a España, precisamente un año antes del comienzo de la Universidad, mis próximos pasos parecían claros. Era buena alumna en ciencias y, de modo natural, la herencia familiar me arrastró hacia esa elección. Me formé en la Escuela de las Telecomunicaciones y estuve trabajando varios años como ingeniera, pero tenía un pequeño secreto: aprovechaba los tiempos tan estrechos que me dejaba el trabajo en la oficina para dibujar, como iba haciendo desde la infancia. Si bien parecían dos espacios que se podían complementar, decidí finalizar mi vida laboral en las ciencias y empezar seriamente con la creación. Entendía que crear requiere de unos tiempos más largos, más libres e indefinidos y, pese a que era difícil dar el paso, abandoné lo recorrido hasta entonces y comencé desde cero. Probablemente esa firmeza y disciplina han sido mi mayor motor hasta hoy.
Esto fue exactamente hace diez años, década en la que me he dedicado al arte como profesional, me he formado en distintas escuelas y talleres y completado mi experiencia en residencias. He tenido también la suerte de formar a muchos alumnos en talleres y academias en los lenguajes del grabado y en el ámbito de los libros de artista, específicamente en torno a las poéticas del vacío y lo silente.
Justamente el silencio está muy presente en la producción de Salehi, también la poesía y la expresión de la memoria: dibujo, grabado y libros de artista son, además, medios propicios para tratar de encontrar vías con las que representar lo inefable y contenido. Nos explica los temas fundamentales en su obra: Mi práctica, desde su comienzo, se apoya en la literatura y la poesía, y de su mano he ido explorando el concepto del segno, que entiendo como la manifestación de la memoria poética de la experiencia humana. Me interesa nuestra necesidad de inscribir una memoria frente a la muerte, la violencia y lo prosaico. La situación geopolítica de la que provengo está presente en mi trabajo, la inscripción desde el lugar del silencio… en mis primeros trabajos con una mayor evidencia, y con el tiempo de forma más velada, ahora a través de guiños y metáforas donde son más posibles las entre-lecturas y no una única interpretación.
Me interesa la belleza como aproximación a la vida. Pienso que requiere de un tiempo lento e íntimo para ser creada y entiendo que el silencio es necesario para este acercamiento. La práctica del arte es para mí una vigorosa herramienta para ejercer mi libertad como creadora y ciudadana. Creo que necesitamos cuidarla con atención y afecto porque es uno de los pilares espirituales y críticos de nuestra sociedad.
Nos explica Shirin que, en sus comienzos, trabajó fundamentalmente en dibujos y pinturas pero que, progresivamente, ha dejado esta segunda disciplina a un lado para sumergirse en el grabado, que le permitió profundizar de otro modo en las posibilidades del papel, no solo como soporte. Nos cuenta que este medio ha transformado por completo su relación con las imágenes; después llegarían las tres dimensiones: Mis primeros trabajos se movían entre el dibujo y la pintura, pero cuando mi aproximación al grabado se volvió más seria, eventualmente dejé la pintura. El grabado cambió por completo mi proceso de creación de imágenes, mi modo de pensarlas, ahora inverso por su naturaleza y más complejo en su construcción debido a la relación con los distintos tiempos del medio y la materia. Pero me atrapó por otro motivo aún más significativo: desde el grabado descubrí el lenguaje del papel con una aproximación distinta a cuando te acercas a él con el dibujo.
Durante unos años desarrollé proyectos en este medio en relación con los libros de artista y la intervención del papel con cosidos y transferencias. Con el tiempo, al tener toda mi atención dirigida hacia al grabado, se despertó en mí un interés sobre la poética de su proceso dentro de su compleja gramática. Mientras trabajaba a solas en el estudio o cuando observaba el trabajo de mis alumnos inmersos en sus propios procesos, pensaba sobre el lenguaje con una mirada ahora heurística y fue inevitable dar unos pasos más allá y expandir el grabado hacia otros espacios escultóricos o incluso arqueológicos, con guiños del medio hacia sí mismo y su tradición. Con esto volví de nuevo a los libros de artista en formatos muy distintos y comencé con la escultura con cobre y luego con la arcilla. En mis últimos proyectos he comenzado a trabajar la instalación con la escultura en relación al lugar y el sonido, desde la tradición de la poesía oral en Oriente Medio presente en mí por razones culturales y biográficas, abriéndose así un nuevo espacio de tempos, cadencias y silencios que son esenciales para mi trabajo.
Sus referencias, nos cuenta, son muy diversas: desde sus tránsitos cotidianos, hasta la cultura en sus más diversas acepciones. A la hora de mencionar artistas concretos, se acuerda del clasicismo, o de los grandes autores del Renacimiento italiano, pero también de pensadoras recientes: Diría que mis influencias son todo aquello que mis sentidos conocen. De la lectura diaria de prensa y la actualidad política hasta la literatura y la poesía, la música, el cine, el teatro y mis visitas a los museos y galerías; todo aquello que mis ojos ven mientras camino la ciudad, sea Madrid, Teherán o Nueva York.
Con el tiempo he comprendido la importancia de volver hacia atrás para entender mi tiempo y contexto. El patrimonio histórico y cultural se vuelve particularmente importante cuando has conocido su destrucción intencionada. Regreso a menudo a las obras de la Antigüedad mesopotámica y la clásica occidental y, por la misma razón, me ensimisman templos románicos, o los frescos del renacimiento florentino con Ghirlandaio, Giotto o la escuela de Fra Angelico por poner algunos ejemplos (mi pequeña debilidad es Piero della Francesca).
Me interesan las propuestas de ensayo, tanto literarias como visuales. El formato circular del ensayo y la libertad de las interrelaciones de conceptos, jugando con detalles incluso anecdóticos, están muy cerca del pensamiento artístico y quizás de modo natural me siento cómoda en su lectura. Hay mujeres cuya creación y pensamiento han sido muy significativo para mí. Una pensadora siempre presente conmigo es María Zambrano. Vuelvo a sus ensayos sobre la creación, la palabra y el signo una y otra vez. Su filosofía mística y su razón poética son muy importantes para mí. Pienso también en el pensamiento de otras mujeres a quienes admiro como Simone Weil, Ingeborg Bachmann, Wisława Szymborska, Marguerite Yourcenar, y escritoras de Oriente Medio como Forugh Farrojzad, Simin Behbahani, Simin Daneshvar y Shahrnush Parsipour entre otras.
Y a la hora de avanzarnos algunos de los proyectos fundamentales en los que hasta ahora ha trabajado, comienza por dos series, sencillas y sensibles, que llevó a cabo entre 2010 y 2015: ¿Quién escribirá nuestra historia? y Bailando con el carcelero. Las elige porque en ellas se inició ese cambio en su relación con el papel del que antes nos hablaba: Ya no me aproximo a él como un soporte sino como materia, materia autónoma. Y sobre todo como un lugar. El espacio del papel es el lugar donde algo acontece y puede acontecer, de ahí que el vacío comience a tener un sentido mayor. En estos trabajos, en el espacio del papel, silencioso y austero, un dibujo de línea – en forma de aguafuerte o cosido – se asoma, pero enseguida algo lo sujeta y lo cierra – lo encierra -, emerge de nuevo, lo encierran de nuevo pero sigue emergiendo y emergiendo y sobrepujando. Una acción contenida, una fisicidad contenida, una tensión. Todo mi universo, girando y girando, regresa a los mismos orígenes de cuanto me preocupa: nuestra relación con la memoria (este gesto tan profundo y primitivo del hombre de dejar su huella, su historia) en presencia de quien violenta y destruye. Frente a él la búsqueda de luz. Construir sobre las ruinas.
La estética austera de estas dos series me interesa para poder trabajar con la emoción contenida del lenguaje y la materia desde la síntesis.
Encuentro en algunos directores de cine, como Kiarostami, Carl Theodor Dreyer y Yasujirō Ozu, una inspiración singular. La complejidad de su sencillez y la ausencia de ornamentos ofrecen un territorio crudo que, sin embargo, ensalza las metáforas de los gestos y la emoción de la historia.
Una selección de las piezas que forman parte de estas dos series pudimos verlas el año pasado en la madrileña Galería Astarté y también en la feria JustLX. La segunda, Bailando con el carcelero, la concluyó Salehi durante una residencia en la Casa de Velázquez (2014) y ese epílogo fue un libro de artista que ella concibió como tributo a la novela de Nabokov Invitado a una decapitación. La edición de esta obra resultó compleja, nos explica, tanto por la delicadeza del papel como porque parte de ella tenía un formato inaccesible: Contenía siete trabajos de aguafuerte con aguatintas en un interior semioculto, sobre papel negro Somerset Velvet y textos transferidos sobre papel japonés Shin Inbe.
Pudo verse en Ivorypress y en 2015 se llevó el galardón al libro de artista de la Fundación Ankaria. El jurado destacó “su perfecta adecuación al concepto del propio libro de artista, junto a la elegancia en la forma y su concepción del arte gráfico”.
De 2015-2016 data Poéticas del silencio y la ocultación, el fruto de su proyecto de investigación para su Máster en Investigación en Arte y Creación de la Complutense, dirigido por Antonio Muñoz Carrión. Se publicó como pequeño libro, que es también un manifiesto (velado): Manifiesto de una artista en tiempos de ruido era un texto que hablaba del deseo de recuperar el verso de la imagen artística inmersa en el excesivo mostrar y decir de las imágenes visuales actuales de nuestra sociedad del espectáculo. Era un reclamo de las gramáticas del misterio, del recogimiento y de lo silente en defensa de la condición poética del arte. Era un manifiesto en sottovoce, donde invitaba al lector a leer las palabras en voz baja. Podéis consultarlo aquí, pero os ofrecemos su final:
Es este, pues, un silencio que no es mudo, sino lleno de lenguaje. Es este un silencio que es un escondrijo, un contenedor de secretos, un generador de correspondencias no declaradas públicamente. La imagen artística, por tanto, se convertirá en una reclamación silenciosa de un diálogo reflexivo e imaginario y podrá, finalmente, seducirnos. Será justo en su no-mostrar-todo donde podremos jugar los juegos del lenguaje y quizás así fabricar nuevas posibilidades de producción de sentido.
Al refutar el anhelo de la imagen artística de ser exhibida se abrirá un espacio ficticio, imaginario, más allá del perceptivo, donde ya no nos sentiremos espectadores sometidos y adiestrados, sino capaces de crear —y no recrear— imaginarios que no nos han sido impuestos; espacios indefinidos, espacios abiertos de interpretación, de imaginación y de pensamiento. Quizás nuestra cansada mirada pueda, entonces, aproximarse a la condición poética del arte, yendo un poco más allá, como pretendía Celan desde su telescopio de la fantasía.
Ese no-mostrarlo-todo, la noción de lo velado, se repetirán en los posteriores trabajos de Shirin, como veremos. El enigma no es accidente sino esencia en su obra.
Las intenciones del Manifiesto conectan con el espíritu de Aguardar y Desaparecer de sí (2016), series que llevó a cabo en la Fundación Il Bisonte florentina durante una residencia artística, la que obtuvo tras recibir el Combat Prize. Nos proponía un viaje al germen de las imágenes: Comencé a explorar con las tensiones entre poética y gramática en el grabado. Fue una investigación en proceso, de carácter ensayístico, sobre un registro que habitualmente se enfoca desde la imagen reproducida. Quería volver hacia la idea del origen de la imagen, al territorio invisible de la matriz –al metal como materia mater– e investigar sobre la dialéctica entre azar, tiempo, memoria y huella arqueológica, por un lado, y las tensiones entre reproducibilidad y la función ritual del gesto artístico. El resultado fueron una serie de obras de cobre y zinc de pequeñas dimensiones y un archivo grande de fracasos, pero mucho aprendizaje también. Durante la residencia escribí un epistolario que recoge las ideas del proyecto y sobre todo sus intuiciones, titubeos y hallazgos.
Como habréis intuido, conviene prestar atención no solo a la obra plástica de Salehi, también a sus textos. Puede que algunos recordéis el paso de Farideh Lashai por el Museo del Prado; sobre su obra escribió: En julio de 2017 me invitaron a intervenir en una conferencia en el Prado donde se presentaba Llegó el chacal, la autobiografía de Farideh Lashai, artista cuyo trabajo se expuso como obra invitada en un proyecto patrocinado por la Fundación Amigos del Museo del Prado y comisariado por Ana Martínez de Aguilar. A propósito de la intervención escribí el texto Hombres que se devoran y aquella pequeña acacia blanca del patio, a modo de conversación con la mirada poética de Lashai en diálogo a su vez con Francisco de Goya, y presenté una lectura de esa conversación a tres.
Tras otra residencia artística llegó, en 2017-2018, Una estancia íntima, el proyecto que pudimos ver en su monográfica de la Sala de las Flores de la Neomudéjar: Recogía el trabajo que desarrollé durante mi residencia sobre la acción y el efecto de habitar. Con una vida de nómada en los últimos años, tenía el deseo de habitar un lugar durante un determinado tiempo con la intención de construir una proximidad con él y ocuparlo íntimamente.
Compuse la instalación lentamente y, durante el mes de residencia, construí algunas obras en conversación con la luz, el aire y los recodos y rincones de la arquitectura de la Sala de las flores. Las obras eran recogidas, en escala y en su forma. Se originaban desde los soportes de la grafía, el papel japonés de fibras de kozo y madera y el cobre, para derivar en soportes de luz. Coincidiendo con la clausura de la exposición, invité a la bailarina de Butoh Cecilia Gala a ocupar el espacio con su cuerpo deshaciendo una de las piezas de escultura de papel japonés de la instalación. A la belleza de su danza y la lentitud del Butoh, se unió la improvisación del descubrimiento de un cuerpo de volumen que ella desconocía.
Y la última serie de la que elige hablarnos Shirin es Vuelta de paseo (2017-2019), comenzada hace dos años en Nueva York: Ahonda en mi relación con el lenguaje y el gesto de la inscripción, ahora a través de la recitación y la repetición, tomando el poema homónimo de Federico García Lorca como punto de partida. Consta de dibujos, estampas, libros de artista, rollos, tabillas de escritura, y cartas veladas. El proceso comienza con una recitación de los doce versos del poema en cadencias repetitivas, cuyo modo de construcción proviene de la tradición oral iraní – de los cantos populares y religiosos y canciones de cuna de mi infancia-. Luego inscribo lo que la voz dicta sobre el papel, el cobre y la arcilla. Reitero la lectura cíclicamente pero rota en fragmentos, generando una recitación no guiada por la razón sino por la musicalidad de la repetición. Es un ejercicio íntimo, sin interpretación ni actuación.
En estas obras trabajo con las metáforas asociadas a las acciones de cierre y apertura de una pieza en relación a los ojos de quien mira y los significados generados por las acciones de envolver, enrollar, recoger, conservar, cubrir, encerrar y velar desde la acepción afectuosa del término. En mi trabajo, el gesto y la intención de no-mostrarlo-todo es muy significativo en la aproximación a la memoria. Los dibujos se enrollan, los cuadernos con inscripciones del poema son guardados en cajas de madera, las cartas secretas dibujadas sobre papeles japoneses se protegen en sobres de arcilla. Pero hay un elemento significativo en la grafía: ninguna es legible enteramente, todas son veladas, algunas en tintas blancas, otras en gofrado donde no hay tinta, otras en farsi, mi lengua materna, un idioma desconocido para el lector occidental. La escritura ilegible se envuelve en sí misma, como si deseara eludir la mirada de quien quiere atraparla, buscar su significado, convirtiéndose en puro dibujo.
Su primera individual en la sala valenciana Ana Serratosa, en abril de este año y bajo el comisariado de Ana Martínez de Aguilar, repasó su producción de la última década, varias de estas obras incluidas, bajo el título de “Dentro de un agua extraña, mi sombra”. Decía la comisaria que en las obras de Salehi encontraba misteriosas imágenes lumínicas que emergen de universos oscuros, como filamentos verticales que recuerdan husos o espigas. Trazos perpendiculares intentan retenerlas en una fluida tensión. La precisión de las líneas, su capacidad expresiva y luminosidad aísla las imágenes del fondo y les confiere vida propia. En todo ello reina el silencio y la armonía en la disposición.
También hemos preguntado a Shirin qué será lo próximo: A lo largo del próximo año 2020, en distintas estancias temporales, trabajaré junto a mi compañera y amiga Inma Herrera en Palma de Mallorca, en la Fundación Pilar y Joan Miró, para desarrollar nuestro proyecto Un Punto Fijo para Orientarse. Historia de un Lugar Velado, propuesta que fue premiada en el Premio Bienal Pilar Juncosa y Sotheby ‘s de Creación Artística 2019. Es un proyecto desde el que planteamos una reflexión sobre la noción contemporánea de lo sagrado estableciendo un diálogo con el estudio Son Boter de Joan Miró, a través del análisis de los conceptos de matriz, materia mater, huella, repetición y ritual en el arte múltiple.
Este proyecto, además de ser ambicioso por su dimensión, para mí es aún más valioso por llevarlo a cabo junto a Inma Herrera, una creadora con una sensibilidad exquisita y una atenta dedicación, con quien comparto muchos intereses en relación al lenguaje y una mirada cercana en nuestra concepción del arte. Al término del proyecto presentaremos el resultado de nuestro trabajo con una instalación pensada para la sala Espai Cúbic de la Fundación.
En abril de 2020 presento algunos trabajos en una exposición en el Center for Book Arts en Nueva York, una institución dedicada a las artes del libro. En el marco de la exposición impartiré un seminario y un taller en torno a los libros, y una charla dentro del programa de Public Talks de la institución.
Para el mes de mayo de 2020 tengo el honor de dar una conferencia en el Museo Nacional del Prado, en torno a una de la pinturas de la Colección del Museo en el marco del Programa Enfoques organizado por la Asociación Amigos Museo del Prado.
Podéis seguir sus pasos, aquí: www.shirinsalehi.com